Introducción
Sin duda alguna, el momento de la alimentación (con el seno materno o con un tetero o cualquier otro medio o forma), es un instante privilegiado para transmitirle afecto y seguridad, para comunicarnos con él y para disfrutarlo. Cuando alimentemos al bebé no conviene distraernos con otros asuntos. Desconéctate del celular, de la televisión, concéntrate en lo que estás haciendo, el momento de la alimentación es un instante privilegiado en la vida del bebé y en tu propia vida. Hay que estar atentos con nuestra mente (pensamientos) con nuestra alma (emociones) y con nuestro cuerpo (nuestras acciones), es muy importante saber aprovechar ese tiempo para acariciarlo y hablarle, para aprender a conocerlo y a relacionarnos con él. Conoce a tu hijo (mente), ama a tu hijo (alma) y abraza a tu hijo (cuerpo).
La teta
Es sorprendente como los senos maternos tienen células receptoras que detectan virus o bacterias que pueden enfermar al recién nacido, al momento de amamantar esos receptores captan y le informan al cuerpo de la madre, a través del contacto con la saliva del bebé, si éste está enfermo o no. Si está enfermo el cuerpo de la madre crea anticuerpos para protegerlo, estos anticuerpos se transfieren a través de la leche materna, es decir, el pecho de su mamá lo nutre y lo protege de muchas enfermedades. Pero además de este aspecto biológico (corporal) también está el aspecto emocional y espiritual, la teta de la madre, el contacto físico con ella, su olor, su sabor, su textura, su proximidad lo consuela, lo hace sentir seguro, tranquilo y querido. Por lo anterior es muy importante procurar, que la experiencia de amamantar sea una experiencia gozosa, no sólo para el bebé sino también para su madre. Si ella siente dolor al darle el pecho, el bebé percibe su incomodidad y es posible que se altere. Hay que consultar al médico y/o al psicólogo para solucionar los problemas físicos, emocionales o mentales que se puedan presentar en este sentido.
El proceso de alimentación
La alimentación del bebé se caracteriza por un periodo corto en que succiona todo el tiempo porque tiene hambre. Luego hace una pausa para descansar. la alternancia suele ser su característica más evidente: Come y descansa, come y descansa. Cuando no está comiendo se recomienda que la mamá no se distraiga sino que aproveche para mirarlo, moverlo, tocarle las mejillas, cantarle e incluso: hablarle. Al bebé le gustan estas pausas pues son una manera de decirle a su mamá que para él es tan necesario comer como comunicarse con ella. La comida para el cuerpo no es suficiente; se necesita también el alimento del alma (afecto) y del espíritu (sembrar en su mente las primeras semillas de la salud mental).
¿Cuánto debe comer y a qué horas?
Es asombroso como madre e hijo(a) se sincronizan gradualmente. Entre más coma el pequeño, más leche tendrá su mamá. En promedio suelen bastar quince minutos de cada pecho para darle la leche suficiente a un recién nacido. Poco a poco y en la medida que va creciendo él mismo pide que aumente la cantidad. No hay que preocuparse. A menos que haya problemas de salud, la madre producirá la leche necesaria. Las señales que nos permiten saber si la sincronización va por buen camino es que el mismo bebé va mandando las señales para que la madre o el padre lo puedan reconocer a tiempo (si está contento después de la comida, duerme tranquilo entre una comida y otra, moja con frecuencia los pañales —entre seis y ocho veces al día— y sobre todo si el niño va creciendo en talla y en peso).
Con respecto a los horarios de alimentación se suele recomendar que durante las dos primeras semanas se alimente (con la teta y/o con el tetero) cuando llore. Por eso es importante que la madre y/o el padre no se distraigan cuando alimenten al bebé para que puedan reconocer sus señales y así diferenciar si su llanto se debe al hambre o a otra causa. Al comienzo, procuremos no darle nuevamente de comer si aún no han pasado dos horas de la última vez (contando a partir del momento en que empezó a comer y no cuando terminó). Si se duerme es conveniente que no dejemos pasar más de cuatro horas para que coma; hay que despertarlo y ofrecerle el alimento. Es importante educarlo para su correcta alimentación, esto se hace también con paciencia y de manera gradual, por eso se recomienda que después de las dos semanas de nacido se le haga esperar unos minutos para ir formando un horario de cada tres horas y luego de cada cuatro, más o menos. Cuando es pequeño, el bebé debe comer por lo menos seis veces al día a intervalos de cuatro horas entre una comida y otra.
Conclusión
Para finalizar quiero enviarle este último mensaje especialmente a los hombres, les hablo "de varón a varón", y con la autoridad que me da la experiencia de ser un padre presente en la vida de mis dos hijos: Para la salud física y mental del bebé es extremadamente importante que el papá no sea sólo un espectador de este proceso sino un actor importante y comprometido, el padre tiene la oportunidad de alimentarlo tanto con el tetero como con su cariño (abrazarlo, decirle palabras con ternura, mirarlo con amor, cantarle, acompañarlo), no desaprovechen este hermoso regalo que les da la vida, es verdad los hijos crecen muy rápido y después, cuando el niño crezca ya no tendrá sentido tratar de hacerlo.