Los niños y niñas que ven a sus padres tratarse con amor y respeto, que los ven solucionar sus conflictos amorosa y respetuosamente; que observan como papá y mamá se apoyan mutuamente y que saben disfrutar la vida juntos, son niños y niñas que están aprendiendo lo fundamental de la relación entre un hombre y una mujer.
Cuando el padre o la madre no tiene pareja, este aprendizaje puede darse a través de las relaciones entre los miembros de la familia, hombres y mujeres; a través de la consideración y amor con que nos tratemos.
Son evidentes los profundos cambios sociales que hemos vivido en lo que va corrido del nuevo milenio, cambios que podemos apreciar en las nuevas masculinidades y las nuevas feminidades. El papel de los hombres y el de las mujeres ha cambiado enormemente. Podemos ver con mucha más frecuencia que la mujer trabaja fuera del hogar ya sea para apoyar económicamente a la familia o porque ella es la única responsable de mantenerla. Vemos igualmente varones que asumen con mayor libertad y responsabilidad sus obligaciones en las tareas de la casa y de modo especial en la educación, crianza, cuidado y disfrute de sus hijos.
Sin duda, romper con las viejas costumbres machistas en muchos casos se constituye en un verdadero acto de amor que requiere de mucha valentía para sostenerse y no dar marcha a atrás. El padre tiene que sentirse seguro de que seguirá siendo igual de hombre si juega con su bebé o le da de comer, y la madre tiene que aceptar que el cuidado de los hijos y la casa no es su territorio exclusivo. Si las tareas del hogar se reparten entre todos los miembros de la familia habrá más tiempo y oportunidades para compartir y divertirse.