MUÉRDETE EL CODO


El aburrimiento como espejo de nuestra época

“Muérdete el codo”. Esa era la respuesta de mi papá cada vez que yo, con cara larga, me le acercaba diciendo que estaba aburrido. Y, aunque sonaba como una broma absurda, detrás había una enseñanza: el aburrimiento no era un drama, ni una enfermedad terminal, sino una oportunidad para inventarme algo. Esa frase me quedó sonando como un eco en la cabeza, y hoy me sirve de título para hablar de un tema que todos evitamos pero que todos vivimos: el aburrimiento.

Vivimos en una sociedad hiperconectada, saturada de estímulos digitales, en la que parece casi un pecado estar aburrido. Basta con desbloquear el celular y tenemos un buffet infinito de videos, memes, notificaciones y conversaciones. Pero aquí viene la paradoja: nunca antes estuvimos tan entretenidos, y nunca antes nos aburrimos tanto.

Este articulo propone mirar al aburrimiento sin miedo ni vergüenza. Vamos a diferenciar entre un aburrimiento saludable —ese que impulsa a la creatividad y la reflexión— y un aburrimiento tóxico, que paraliza y enferma. Lo haremos desde una perspectiva juvenil, crítica y testimonial, reconociendo que la edad, el oficio, el género, la personalidad y la generación marcan la manera en que lidiamos con él. Y, sobre todo, intentaremos rescatar una mirada esperanzadora: aprender a aburrirnos bien, porque el aburrimiento puede ser maestro si lo dejamos hablar.

1. Aburrido de aburrirme de mi aburrimiento

El aburrimiento es universal, democrático y transversal: lo siente el niño en clase, la adolescente en la casa, el adulto en la oficina, el abuelo en la sala. Pero cada quien lo vive distinto.

La ciencia lo define como “un estado afectivo caracterizado por la falta de interés o conexión con la actividad presente” (Eastwood et al., 2012). Suena técnico, pero en palabras simples es ese vacío incómodo de querer hacer algo, pero no encontrar qué. León Tolstói lo llamó “un deseo de deseos”, y la definición es brutalmente exacta.

Ahora, ojo: aburrirse no es solo estar sin plan. Es más complejo. Es un mensaje del cuerpo y de la mente que nos grita: “¡Ey, lo que estás haciendo no te llena, busca otra cosa!”. Como dice Elpidorou (2020), el aburrimiento funciona como brújula, señalando la desconexión entre nuestras acciones y lo que necesitamos de verdad.

Entonces, ¿qué hacemos con ese mensaje? ¿Lo callamos con Netflix? ¿Lo disfrazamos con TikTok? ¿O lo escuchamos para reinventarnos? Aquí empieza la diferencia entre aburrimiento saludable y aburrimiento tóxico.

2. Dos caras del mismo aburrimiento: el saludable y el tóxico

El aburrimiento saludable

Cuando el aburrimiento se acepta y se gestiona, se convierte en gasolina creativa. Esa pausa incómoda puede empujarnos a escribir, pintar, inventar un proyecto, arreglar la bicicleta o simplemente pensar. Según Bench y Lench (2019), el aburrimiento promueve la búsqueda de experiencias nuevas, incluso aunque sean raras o arriesgadas.

Ejemplo: el niño que no tiene consola y termina construyendo una casa con cajas de cartón. O el universitario que, cansado de las redes, agarra la guitarra y compone. Ese aburrimiento moldea resiliencia.

El aburrimiento tóxico

El problema aparece cuando el aburrimiento se vuelve crónico. Ese en el que ya nada emociona, en el que el tedio se instala como inquilino fijo en la mente. Danckert (2023) lo describe como un vacío existencial que mina la salud mental. Apatía, depresión, adicciones: el combo completo.

Ejemplo: el trabajador que hace lo mismo todos los días sin sentido y acaba apagado; o la persona que, aunque tiene “todo para entretenerse”, siente que nada tiene sabor. Ese aburrimiento es tóxico porque no invita a crear, sino a hundirse.

3. Burnout y Boreout: cuando el aburrimiento se disfraza de síndrome laboral

En el trabajo, el aburrimiento adopta dos máscaras reconocidas:

  • Burnout: exceso de demandas, falta de recursos, agotamiento extremo. Quien lo vive no está aburrido porque falte qué hacer, sino porque todo lo que hace lo devora (Maslach & Leiter, 2016).
  • Boreout: aburrimiento crónico en la oficina. Demasiadas tareas repetitivas, nula creatividad, cero propósito. Es el “me pagan por estar aquí, pero no sé para qué” (Rothlin & Werder, 2007).

Ambos extremos —demasiado o muy poco— muestran lo mismo: el aburrimiento no es solo personal, es estructural. Las empresas también fabrican aburrimiento, y las consecuencias son depresión, baja productividad y fuga de talento.

4. Aburrimiento y edad: cada etapa, su propio tedio

El aburrimiento cambia con la edad. No es lo mismo el de un niño que inventa mundos imaginarios que el de un adulto atrapado en una rutina laboral.

  • Infancia: el aburrimiento es motor pedagógico. El niño que se aburre inventa juegos.
  • Adolescencia: se mezcla con impulsividad y riesgo (Moynihan et al., 2021). Un adolescente aburrido puede escribir un poema… o prenderse en una fiesta peligrosa.
  • Adultez temprana: el tedio viene de la presión por cumplir metas: graduarse, conseguir empleo, sostener relaciones.
  • Adultez madura: aparece en la monotonía laboral, pero también abre chance de reinventarse.
  • Vejez: puede ser doloroso por la pérdida de roles, aunque también puede transformarse en contemplación y espiritualidad (Weybright et al., 2020).

La moraleja: aburrirse es inevitable, pero el guion cambia con los años.

5. Aburrimiento y oficio: dime en qué trabajas y te diré cómo te aburres

El trabajo condiciona el aburrimiento.

  • Oficios repetitivos  boreout asegurado.
  • Profesiones exigentes (salud, educación)  burnout a la vuelta de la esquina.
  • Trabajo remoto  soledad digital, aunque con la ventaja de manejar los tiempos (Brooks et al., 2021).

La clave no está en el oficio en sí, sino en cómo lo vivimos. Una misma tarea puede ser asfixiante para uno y desafiante para otro.

6. Género y personalidad: ¿quién se aburre más?

Investigaciones muestran que los hombres reportan mayor propensión al aburrimiento, quizás porque la cultura los educa para estar siempre en acción (Vodanovich et al., 2020). Las mujeres, en cambio, suelen gestionarlo a través de vínculos sociales.

La personalidad también pesa: los extrovertidos se aburren en soledad; los introvertidos, en interacciones superficiales (Tam et al., 2021). Aquí no hay receta mágica: cada quien debe aprender a leer su propia brújula del aburrimiento.

7. “Muérdete un codo”: la anécdota que enseña

La frase de mi papá resume lo que necesitamos escuchar: el aburrimiento no te va a matar, y puedes transformarlo si aprendes a reírte de él. Ese humor es pedagógico: nos recuerda que el aburrimiento es transitorio y que la actitud cuenta más que las circunstancias.

8. Generaciones y aburrimiento: del Baby Boom al Alpha

Cada generación vive el aburrimiento a su manera:

  • Baby Boomers (nacidos entre 1946 y 1964):
    • Contexto: crecieron en un mundo analógico, sin pantallas en casa, con la radio, la televisión en blanco y negro y los juegos al aire libre como principales fuentes de entretenimiento.
    • Relación con el aburrimiento: el ocio se resolvía de manera manual y creativa: leer, jugar en la calle, construir cosas. El aburrimiento era visto como una oportunidad para inventar.
  • Generación X (nacidos entre 1965 y 1980):
    • Contexto: fueron los primeros en ver la llegada masiva de los computadores personales, los videojuegos de consola, la televisión a color y, hacia el final, el internet.
    • Relación con el aburrimiento: aprendieron a equilibrar el mundo analógico y el digital, podían tanto leer un libro como pasar horas con el Atari, Nintendo o viendo MTV. El aburrimiento se gestionaba con paciencia, entre ambos mundos.
  • Millennials (nacidos entre 1981 y 1996):
    • Contexto: vivieron la transición a internet, los primeros celulares, las redes sociales iniciales (Messenger, Hi5, Facebook) y la explosión de la globalización digital.
    • Relación con el aburrimiento: sufren la fatiga de la hiperconexión: están acostumbrados a la multitarea, pero a menudo se sienten sobrecargados de estímulos. El aburrimiento puede generar ansiedad porque sienten que siempre “deberían estar haciendo algo”.
  • Generación Z (nacidos entre 1997 y 2012):
    • Contexto: nativos digitales, crecieron con smartphones, redes sociales, YouTube, Netflix y la inmediatez de la información.
    • Relación con el aburrimiento: tienen cero tolerancia a la espera, buscan gratificación instantánea. El aburrimiento se vive como vacío, y lo combaten con el scroll infinito (movimiento que haces en la pantalla cuando bajas o subes con el ratón, el teclado o el dedo en el celular) y el consumo rápido de contenidos.
  • Generación Alpha (nacidos desde 2013 en adelante):
    • Contexto: infancia marcada por pantallas desde la cuna: tablets, inteligencia artificial, videojuegos inmersivos y educación digital desde temprana edad.
    • Relación con el aburrimiento: su aburrimiento será fragmentado, disperso en micro-momentos que llenan con estímulos breves (videos de segundos, apps, juegos). Tienen menos tolerancia al silencio y a la contemplación prolongada.

Esto demuestra que el aburrimiento no es igual para todos. Cada generación debe crear sus propios antídotos.

9. Estrategias para aburrirse bien

No se trata de eliminar el aburrimiento, sino de gestionarlo.

  • Niños y adolescentes: limitar pantallas y fomentar juego libre.
  • Jóvenes adultos: hobbies, mindfulness, proyectos creativos.
  • Adultos maduros: reinventar la rutina, buscar pasiones.
  • Mayores: voluntariado, comunidad, espiritualidad.

En el trabajo: diseñar tareas significativas, fomentar pausas, promover bienestar. La idea es simple: si no puedes evitar aburrirte, aprende a aburrirte bien.

10. Crítica social: la sociedad del entretenimiento y la anestesia digital

La sociedad actual demoniza el aburrimiento. Nos vende entretenimiento como anestesia inmediata: scroll infinito (movimiento que haces en la pantalla cuando bajas o subes con el ratón, el teclado o el dedo en el celular), series que se autocompletan, notificaciones que nos “salvan” del silencio. Pero esta hiperconexión no resuelve nada: solo tapa el vacío.

El aburrimiento tóxico florece en sociedades que confunden actividad con propósito. Estamos ocupados todo el tiempo, pero no sabemos para qué. Y aquí está la crítica dura: vivimos anestesiados.

Pero también está la esperanza: si aprendemos a tolerar el vacío, el aburrimiento puede enseñarnos a vivir con más autenticidad.

11. Aburrimiento como oportunidad: pedagogía del vacío

La pedagogía del aburrimiento consiste en verlo como laboratorio personal. Es en ese “no sé qué hacer” donde aparece la creatividad. Es en el silencio incómodo donde nos encontramos con nosotros mismos.

La sociedad necesita reaprender a aburrirse. Si todo está siempre lleno de ruido, ¿cuándo escuchamos nuestra propia voz?

12. Conclusión: muérdete el codo y sigue

El aburrimiento es inevitable, pero no necesariamente malo. Puede ser tóxico, sí, pero también puede ser saludable. Depende de la edad, del oficio, de la generación y, sobre todo, de la actitud.

La frase de mi papá —“muérdete un codo”— no era solo chiste: era un recordatorio de que el aburrimiento no es tragedia, sino transición. Una pausa para inventar, un silencio que se llena de creatividad, una incomodidad que se transforma en resiliencia.

Así que la próxima vez que alguien diga que está aburrido, que no tiene nada que hacer, que la vida le pesa como un domingo eterno, que recuerde este consejo: ríete un poco, muérdete un codo, y usa ese tedio como trampolín. Porque aburrirse también es vivir, y a veces es la mejor chispa para cambiarlo todo.

10 TIPS PSICOLÓGICOS PARA DARLE MANEJO AL ABURRIMIENTO

  1. Reconoce la señal detrás del aburrimiento
    Según estudios (Elpidorou, 2020), el aburrimiento es una brújula emocional que indica que lo que haces no conecta con tus necesidades. Escúchalo en vez de ignorarlo.
  2. Reestructura tus pensamientos
    La Terapia Cognitivo-Conductual enseña que no son las situaciones sino cómo las interpretamos. Cambiar el “no hay nada que hacer” por “tengo la oportunidad de probar algo nuevo” ya modifica tu experiencia.
  3. Activa el cuerpo para activar la mente
    El movimiento físico (caminar, estirarte, hacer ejercicio ligero) estimula la dopamina y reduce la sensación de vacío.
  4. Diseña micro-retos
    La teoría del flow (Csikszentmihalyi, 1990) señala que nos aburrimos cuando la tarea es demasiado fácil. Ponte objetivos pequeños pero desafiantes: aprender una canción, cocinar algo nuevo, leer 10 páginas.
  5. Practica la atención plena (mindfulness)
    Estar presente ayuda a darle sentido incluso a actividades rutinarias. Mindfulness enseña a encontrar novedad en lo cotidiano y calma frente a la inquietud.
  6. Diversifica tus fuentes de placer
    Evita depender solo de pantallas. Incorpora hobbies variados: manualidades, música, escritura, jardinería. La variedad protege contra el aburrimiento crónico.
  7. Cuida tu entorno social
    La investigación muestra que el aburrimiento disminuye con interacciones significativas. Llama a un amigo, únete a un grupo o participa en actividades colectivas.
  8. Explora tu creatividad
    El aburrimiento puede ser gasolina creativa. Escribir, pintar, grabar un video o simplemente dibujar garabatos activa zonas cerebrales asociadas al bienestar.
  9. Identifica si hay aburrimiento tóxico
    Si sientes vacío constante, apatía o síntomas de depresión, no lo ignores. Puede ser signo de un problema mayor y conviene buscar apoyo psicológico.
  10. Crea rutinas con propósito
    La monotonía es caldo de cultivo del tedio. Organiza tu día con actividades significativas y pausas activas. Tener estructura flexible da sensación de control y reduce el aburrimiento crónico.

10 TIPS PARA SABER ELEGIR BUENOS AMIGOS QUE ME AYUDEN A ENFRENTAR POSITIVAMENTE EL ABURRIMIENTO

  1. Busca amigos con intereses variados
    Personas que disfruten de diferentes actividades (deporte, lectura, música, voluntariado) te inspiran a salir de la rutina.
  2. Prefiere a quienes te motivan, no a quienes te apagan
    Un buen amigo te anima a hacer algo nuevo, no a quedarte atrapado en la queja o la pereza.
  3. Valora la creatividad
    El amigo que inventa planes sencillos (caminar, conversar, jugar) ayuda a transformar el aburrimiento en oportunidad.
  4. Elige amigos con sentido del humor
    El humor compartido convierte los ratos vacíos en momentos agradables y livianos.
  5. Rodéate de personas positivas
    Quienes ven lo bueno en cada situación transmiten energía para enfrentar el tedio sin caer en el desánimo.
  6. Busca amigos que sepan escuchar
    A veces el aburrimiento es señal de vacío interior. Un amigo que escucha con paciencia puede ayudarte a redescubrir sentido.
  7. Escoge compañeros con valores similares
    Amigos que compartan tus principios te impulsan a vivir con coherencia y a aprovechar el tiempo de manera sana.
  8. Aprende de los que saben disfrutar lo simple
    Quien goza con una conversación, un café o una caminata te enseña a valorar lo cotidiano.
  9. Elige amigos que promuevan hábitos saludables
    Los que prefieren actividades constructivas antes que vicios o excesos te ayudan a crecer y a protegerte del aburrimiento tóxico.
  10. Busca amistades recíprocas
    Un buen amigo no solo está cuando él necesita, sino también cuando tú lo necesitas. Esa reciprocidad fortalece la relación y hace del tiempo compartido un verdadero antídoto contra el aburrimiento.

10 TIPS CATÓLICOS PARA HACER DEL ABURRIMIENTO UNA OPORTUNIDAD DE CRECIMIENTO ESPIRITUAL

  1. Reza el Rosario con ayuda de apps
    No tienes que hacerlo solo ni de memoria: usa aplicaciones como Hallow, Laudate o audios en Spotify. Así conviertes el tiempo muerto en una pausa mariana que te conecta con Dios.
  2. Haz lectio divina con el celular
    El aburrimiento puede ser el momento perfecto para abrir la Biblia digital (YouVersion, Evangelizo, Biblia Católica) y leer el Evangelio del día. Lee, medita, reza y busca qué te dice a ti.
  3. Pasa un rato con Jesús en el Santísimo
    Si tienes una parroquia cerca, entra unos minutos al templo. Si no puedes, busca transmisiones en vivo de adoración eucarística. El silencio frente a Cristo es un antídoto contra el vacío.
  4. Transforma tu playlist en oración
    Crea una lista de música católica que te inspire (Hillsong, Hakuna, Alfareros, Kairy Márquez, Jon Carlo). La música convierte el aburrimiento en alabanza.
  5. Escribe tu propio diario espiritual en digital
    En lugar de perderte en redes, abre las notas de tu celular y escribe: ¿qué siento hoy?, ¿qué me preocupa?, ¿qué le quiero decir a Dios? Después de un tiempo, leerlo te mostrará tu camino de fe.
  6. Haz un reto de gratitud en Instagram o WhatsApp
    En vez de publicar aburrimiento, comparte tres cosas por las que das gracias. Puedes hacerlo en historias o en un grupo de amigos creyentes. Testimoniar también evangeliza.
  7. Convierte tu aburrimiento en servicio online
    Dedica tiempo a ayudar desde tu celular: escucha a un amigo que necesita desahogarse, manda un mensaje de ánimo, participa en grupos juveniles parroquiales por Zoom. Servir también se puede hacer digitalmente.
  8. Ora con la Liturgia de las Horas en versión juvenil
    Descarga apps como iBreviary y reza laudes o completas. Es una forma de sentirte parte de la oración universal de la Iglesia.
  9. Haz una pausa de redes y contempla un crucifijo
    Cuando estés harto de tanto scroll, pon el celular a un lado y dedica cinco minutos a mirar un crucifijo. Pregúntale a Cristo: ¿qué me quieres decir en este momento de vacío?
  10. Recuerda que el aburrimiento es pasajero y la esperanza es eterna
    Cuando nada te motive, abre un salmo y repítelo como mantra: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?” (Sal 27,1). Es un recordatorio de que el tedio no tiene la última palabra.

Referencias

  • Danckert, J. (2023). Fuera de mi cabeza: La psicología del aburrimiento. Barcelona: Paidós.

  • Eastwood, J. D., Frischen, A., Fenske, M. J., & Smilek, D. (2012). La mente desenganchada: Definiendo el aburrimiento en términos de atención. Perspectivas en Ciencia Psicológica, 7(5), 482–495. https://doi.org/10.1177/1745691612456044

  • Elpidorou, A. (2021). El aburrimiento como brújula: cómo el tedio puede orientarnos hacia una vida plena. Madrid: Editorial Síntesis.

  • Maslach, C., & Leiter, M. P. (2017). El burnout en el trabajo: La gestión del estrés laboral. Madrid: Ediciones Morata.

  • Moynihan, A. B., Igou, E. R., & van Tilburg, W. A. (2021). El aburrimiento y las conductas de consumo en adolescentes. Revista Internacional de Psicología y Salud Pública, 18(3), 1030. https://doi.org/10.3390/ijerph18031030

  • Rothlin, P., & Werder, P. (2009). Boreout: El síndrome de aburrimiento en el trabajo. Barcelona: Empresa Activa.

  • Tolstói, L. (2004). Anna Karénina (L. Kúper, Trad.). Barcelona: Penguin Clásicos. (Trabajo original publicado en 1877).

  • Vodanovich, S. J., Watt, J. D., & Piotrowski, C. (2020). Propensión al aburrimiento en el trabajo: causas, consecuencias e implicaciones. Diferencias de Personalidad e Individuales, 156, 109723. https://doi.org/10.1016/j.paid.2019.109723

  • Weybright, E. H., Schulenberg, J. E., & Caldwell, L. L. (2020). El aburrimiento en la adolescencia: asociaciones concurrentes y prospectivas con el ajuste psicosocial. Revista de Adolescencia, 80, 64–74. https://doi.org/10.1016/j.adolescence.2020.01.010