EL AGUA, PRODIGIO Y DON UNIVERSAL
"Al principio fue el agua..."
(Literatura precolombina)
"La dulzura de la flauta al sonar
como el agua es fresca y pura". (J. Strauss)
"El agua es la matriz de todo lo líquido,
y el vientre donde el agua engendra el
agua". (A. Menco M).
1.
¡Quién iba a pensar y a creer que las primeras lluvias que cayeron sobre el planeta, establecerían el inicio de las condiciones maravillosas para que más tarde se diera el milagro de la vida!
Así fue, así es y así seguirá siendo.
Ayer nacimos del amor del agua. Había llovido Dios. En otros términos, Pablo Neruda nos dice que de tierra y agua estamos hechos; Tales de Mileto –uno de los siete sabios de Grecia– sostuvo que el agua es el principio de todas las cosas. Por este sendero, el Génesis hebraico nos habla del barro en las manos de Dios. El barro, mezcla de tierra y agua, recibió el soplo sagrado de vida, y acto seguido, el primer Adán quien, incorporado al milagro del Universo, produjo su primera inhalación, sus primeros garbos y ademanes. Lo bíblico del agua me hace recordar que, en el principio, el espíritu de las aguas se movía sobre las aguas.
En el segundo día de la Creación, Dios separó la tierra de las aguas, al agua la llamó mar. En el jardín del Edén nació un río que se dividía en 4: Pisón, Havila, Gihon, Tigris y Éufrates.
Después vino el tiempo de maldad, y apareció el diluvio universal. Cuarenta días y cuarenta noches de agua corrida y esparcida. Tan solo Noé, su esposa, sus hijos y sus nueras, y las especies animales seleccionadas, se salvaron. Y dando tumbos y saltos por el camino de lo bíblico, en pos del agua, nos encontramos con el rito del lavado de los pies, como un símbolo de infinita humildad entre los primitivos judaístas y cristianos. Le corresponde el turno a Moisés, el salvado de las aguas, el divisor del mar Rojo, cuando el éxodo de Egipto hacia la tierra prometida donde destilan fluidos, derivados del agua: leche y miel. Moisés tocó la roca con su vara “mágica” y ésta lloró agua para calmar la sed de los sedientos y del desierto sitibundo. Después fue la lluvia del maná sobre el alma del desierto. Y no olvidemos al profeta Elías, el que hizo llover, orando de rodillas, por el milagro de la lluvia y la lluvia del milagro.
A zancadas, en el Nuevo Testamento nos encontramos con el “¿Cómo siendo tú judío me pides de beber a mí que soy samaritana?” Y el Hombre le responde: "Si supieras quién es el que te pide de beber él te hubiera dado agua de vida eterna". El mismito que después convierte el agua en vino en las bodas de Canaán; el mismito que camina sobre las aguas del mar Tiberíades y ordena a las olas que apacigüen su tormenta.
El divino Rabí de Galilea es el autor de una de las relaciones más conmovedoras entre el agua y la sed: la parábola del rico Epulón en las llamas del infierno, y Lázaro en la gloria, en el seno de Abraham. Sobre el monte Calvario, Jesús tiene sed y le dan vinagre; lo hieren en el costado y de la herida mana sangre y agua. Otra imagen hermosa, entre la sed y el agua, emerge del desierto (mar de arena), de sus oasis, de sus espejismos; de sus camellos con narices húmedas y cascos húmedos.
2.
En otro punto del mapa simbólico –la cultura–, donde el agua incide en el designio de los dioses y el destino de los hombres, está Buda, el que maldijo al cerdo por haber emporquerizado la laguna del Dios, laguna de aguas divinas y cristalinas. Ahora con ustedes, la laguna que reflejó la luna, en la cual –por quererla aprisionar– murió ahogado el poeta chino Li Po. La muerte del Niño Muni es el nombre del bello episodio del Ramayana, en el cual descubrimos al padre que le pide al niño que le llene la garganta de llanto, pues tiene sed y el llanto es el agua del dolor.
Apretando síntesis, la literatura y la poesía universales han sido prolijas en inmortalizar las aguas de ríos inmemoriales: el Ganges, el Indo, el Brahmaputra, el río Amarillo, el Yangtsé (el más largo de Asia y el tercero en el mundo). Una obra de Sholojov tiene por título “El Don Apacible”, el nombre de ese río. La mitología greco-romana deificó las aguas de los océanos y los ríos. Júpiter también ordenó su diluvio. El dios Neptuno extendió sus poderes a los mares, ríos, lagos y fuentes. Virgilio y Dante nos presentan al barquero en el mítico río Aqueronte. Porque sería demasiado extenso nombrar todos los dioses marinos y los ríos, el poeta Homero en su Ilíada y su Odisea, nos hace los mejores homenajes a las aguas de la antigua Hélade.
Mención especial merece el mito de la ninfa Castalia quien huyo de las garras de un dios enamorado de ella y se sumergió en una laguna para salvarse: hoy es "la fuente de Castalia". Asimismo, la laguna Estigia, lugar donde la ninfa Tetis sumergió a su hijo Aquiles para hacerlo invulnerable, olvidándose de sumergir su talón. Los filósofos griegos presocráticos, sostuvieron que el agua, al lado de la tierra, el aire y el fuego son los cuatro principios que rigen al Universo.
Los romanos encomendaron al dios Mefito para que cuidara las aguas termales. Recuérdese la batalla de las Termópilas. Las leyes de los cambios dialécticos, intuidas por Heráclito de Éfeso, fueron sintetizadas en su célebre metáfora del movimiento cuando dijo: “Nadie se baña dos veces en las aguas de un mismo río”. Por extensión, yo pienso y declaró que nadie se baña dos veces en las aguas de un mismo mar, pues el mar es la sublime encarnación de la dialéctica.
Por los lados de Egipto, los antiguos creyentes llenaban una tinaja de agua, la llevaban al templo y daban gracias a sus dioses, con las manos en alto, por esa sustancia tan útil; divinizaron el río Nilo (el segundo río más largo del mundo y el más largo de África). En él se distinguen el Nilo Azul, y el Nilo Blanco. Sus aguas se tenían por inviolables y divinas, y en el solsticio de verano, en la crecida del río, se llevaban a sus orillas las imágenes de Isis y Osiris, cuyas nupcias simbolizaban el matrimonio de la tierra de Egipto con el río. Hoy, un ojo satelital divisó la existencia de un "Nilo Rojo".
3.
En música destacamos, desde lo más excelso hasta lo más popular, "El Lago de los Cisnes", el “Danubio Azul”, y "El Canto de los Ejércitos del Rin" que más tarde se convertiría en la "La Marselleza" o Himno Nacional de Francia. En poesía, los poetas lakistas se inspiraron en la región de los lagos de Inglaterra. En el teatro, figura El Teatro del Globo, ubicado a orillas del mítico y legendario río Támesis de Londres y en el que William Shakespeare representó sus obras más famosas. El poeta romántico Lord Byron navegó en su góndola por las aguas de los canales de Venecia, y le puso nombre al “Puente de los Suspiros”, de los suspiros amorosos. ¡Ah, Graham Swift, tu país del agua se recoge en tu palabra!
4.
La literatura española ha dado cuenta feliz de las aguas de sus ríos: el Guadalquivir, el Tajo, el Tormes, el Guadarrama, el Duero, todos ellos objetos de cantos, narraciones, mitos y leyendas. ¡Oh, las proezas de la arquitectura, de la ingeniería árabe, con las aguas de España! He ahí las fuentes en el Palacio de la Alambra. San Francisco de Asís en su canto a las criaturas menciona al agua: "Loado seas mi señor, por la hermana agua la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta". El Dante Alighieri, en la Divina Comedia nos habla del Leteo, de ríos y lagunas infernales. En Portugal, Luis de Camoens, en “Los Lusiadas” toma como escenario de su protagonista, el mar, el siempre mar.
En Francia, Paul Valeri escribió “Los cementerios marinos”, y, para de contar, en pluma gala innumerables obras en la poética del agua. Cabe mencionar aquí al francés Gastón Bachelar con sus estudios sobre el agua y los sueños. La literatura de aventuras y de ciencia ficción también es rica en asuntos con el agua.
5.
Lo mismo ocurre en nuestra América. El lago de Titicaca, el lago de Nicaragua, las cataratas del Niágara, cantadas por el cubano José María Heredia en su “Oda al Niagara”; las lluvias de Temuco al sur de Chile, cantadas por Neruda; el Missouri; el Misisipí, el río del escritor estadounidense Mark Twain, a su vez piloto de barco. Su obra está inspirada en este caudaloso río, en cuyas aguas se dice que transcurre lo mejor de su obra; el Paraná, el río de la Plata (el río más ancho del mundo). Del Amazonas (el río más largo del mundo), la mitología hitoto tiene esta sagrada narración: “El hijo del dios Lombriz y de la Madre Tierra fue el árbol de todos los alimentos. Creció en demasía. Cuando los hombres lo tumbaron, sus hojas y semillas dieron origen a las selvas; sus ramas a la red infinita de los ríos y el tronco inmenso se convirtió en el gran Amazonas”.
6.
De Colombia, nuestro suelo, se sabe que es el país más lluvioso del planeta (se registra un promedio de 3.240 milímetros al año). He allá el salto del Tequendama, la laguna de Tota y de Cocha presentes en la poesía y los mitos precolombinos; la Ciénaga de Ayapel, la humedad, lluvias y ríos en “La Vorágine” de José Eustasio Rivera; el vigoroso río Magdalena cantado por el poeta Candelario Obeso.
¡Oh, Leandro Díaz, las aguas claras de tu río Tocaimo!
¡Ah, Octavio Daza, tu río Badillo, tu nido de amor!
¡Oh, Isidro Alvarez Jaraba, estás zambullido en tu país de las aguas!
¡Oh, mi río Mojana, mi caño de Ventanilla legendario!
¡Oh, Dios! ¿estarán cayendo tus lloviznas en otros globos afortunados?
El río Guatapurí, el manantial de los encuentros y desencuentros amorosos. El tangencial Orinoco (el río más largo de Sudamérica), el río Cauca, el Sinú; el mar de Cartagena (que en los tiempos míticos fue el mar de Calamarí). El poeta Jorge Artel intuye el mar Caribe en su poema “Velorio del boga adolescente”: “¡Quién cantará el bullerengue! ¡Quién animará el fandango! ¡Quién tocará la gaita en las cumbias de Marbella! Lloran en llanto de cera las estrellas temblorosas que alumbran su sonrisa muerta”. Del río Orinoco dijo el cubano Alejo Carpentier, en “Los pasos perdidos”: “… el Orinoco es para mí una materialización del tiempo en las tres categorías agustinianas, tiempo pasado (el tiempo del recuerdo), tiempo presente (tiempo de la intuición) y tiempo futuro (tiempo de la espera)”.
Hay música y agua en la leyenda del moján y en la del hombre que se volvió caimán en aguas del Magdalena. García Márquez, en “El Otoño del Patriarca” nos presenta la tétrica imagen del hueco profundo, en donde estuvieron las nostálgicas aguas del mar Caribe. El escritor Nilo Vergara Echáves (cartagenero) nos dio testimonios creativos de nuestras aguas primitivas. Hay sentimientos de agua en la poesía de Rebaca Rebe Peña Rivera:
"La tierra guarda el agua en su fondo sigiloso
no se encuentra sin ella
el agua se busca a sí misma en la tierra
¡son la misma fuente!
pero diferente
el color de su cristal
de su naturaleza".
Yo, para que vean cómo nadan, mi palabra y mis orígenes anfibios, me baño de emoción en aguas entrañables, las del río Cauca y las del río Magdalena, de la siguiente manera:
LA MAGDALENA, UN RÍO
Un pez abandonó las grutas milenarias del mar
Y pez en la playa
soñar el sueño de arenisca
Y ya en la tierra el pez inicia una leyenda caudalosa
Iba escalando como se elevan los presagios
Iba dejando huellas
(aromas de su cuenca)
entre dos climas verdecidos
y dos secretos largos como montañas infinitas
Desfilarían en su camino cardúmenes de pájaros
los remolinos espirituales del viento
y volúmenes de agua
Yuma sumergió su nariz en la laguna de su nombre
En adelante llevaría el nombre –dulce agua–
de pecadora arrepentida
En Bocas de Cenizas
se atrancó por la cola
y su timón fue el estuario
su cola que deyecta
La evolución nos cuenta del fornido Guacagayo
animal que más tarde
el río de la patria
Año por año el Magdalena respira
Él es inspiración espesura total Aspira el agua
para el abultamiento
para estallar y desbordarse
El arpón de la lluvia le hiere sus espaldas
El desmadre su desangre ¿Acaso su venganza?
¡Qué fiera la que sonsacan los inviernos!
¡Ay de la vida envenenada en sus entrañas!
(La pena capital que destilan nuestras manos)
Así de gordo y ofendido es este río
Parapetos de pueblos que agonizan
La peste anfibia en los cantiles de la ruina
Naufragios en las riberas de la muerte
Expiración
Baja el nivel de Caripuaña el pez que divinizo
dura la exhalación lo que dura el verano
Así se enflaquecen los ríos
Así es el agua en la culebra del meandro
Así su corpulencia
como estrago del hombre
las furias tropicales
______
SAGRADO RÍO
– A las piedras de mi canto
¡Bendito río, cuenca sagrada! Tus tarullas, tus sardinas y cigüeñas, desfilan por mis sueños. Tú remolcas pesuñas de vacas sobre espumas, y te hieren de petróleo, y viajas en balsas, amado río, asombro del canario. Aguas ineludibles, bendito Cauca, tren de agua, carrilera fluvial de las canoas.
Sagrado río, tú eres un tronco de agua sumergido en mi vida. Tú, el rey de las aguas, el gemido del coroncoro, el espejo del tigre, las siete carnes: el venerable manatí. Agua que me refresca, me bañas las escamas. Vapor y fuego líquido que me aviva los recuerdos y me pone a hervir el alma.
Bendito y soberano río, me agotarás.
Te agotaré hasta agotarme.
Mi padre como el río
–mi padre era Luis Menco y Cortez–,
el río sabe soñar como mi padre,
yo fluyendo como ellos.
Ellos exactos como yo.
Ellos recorren mi cabeza, mis glándulas,
mi médula, mi palabra, mis tobillos.
Mi canto es una vigilia extensa como el río,
el río como mi canto, soy un chorro serpentino.
Soy un hijo del río,
un arroyo que oculta cornucopias en su lecho
y mojanas de la infancia.
Yo soy un caño largo, un manantial corriendo.
Andando voy,,, un río que exhala leyendas,
unos recuerdos destroncados,
como barrancos que regresan del naufragio,
y soy nadando ungido de poesía,
como corriente de nostalgia.
Me lavarás, bendito lábaro de agua.
Te lavaré hasta limpiarme.
Tú me desmancharás.
El Cauca río es un brioso correntío.
Sus imágenes, ideas y melodías
se beben el valle del poema.
Cuando habla mi canto, el cerro de San Lucas
agita sus campanas, sus alturas,
y el Cauca río guarda silencio.
Cuando mi canto truena
es porque piedras armoniosas moviliza.
7.
Todas estas noticias vienen a ser veloces referencias demostrativas de la importancia del agua como punto de ebullición universal en la inspiración de poetas, artistas, científicos y escritores. Creo que la temática del agua en el arte es una constante que revela el asombro de los creadores y el disfrute estético al expresar la esencia de este codiciado líquido como prodigio y don universal. La narrativa del agua es una fuente de encantos a partir de su origen en la línea de tiempo de la Creación-Evolución. En la dimensión ecológica y humana, tenemos: El agua es la matriz de todo lo líquido y el vientre de todo lo que engendra el agua. La pasión por el agua es el amor al agua, y el amor al agua es la pasión por la vida. El agua le ordena a la planta que se levante y busque los rayos de la luz y las cuerdas musicales de la lluvia.
El agua, como elemento constitutivo y originador de diversas manifestaciones de la Naturaleza, visto desde la perspectiva de la ciencia, el arte y la literatura, ha generado un nutrido universo lexical y toda una simbología que en, este momento, algo de ello es posible precisar. La ciencia y la tecnología tienen arsenales de nombres que describen la naturaleza físico-química del agua, y parque de palabras o nombres de dispositivos o inventos creativos relacionados con el agua. En tal sentido, el área semántica del vocabulario del agua ha derivado en múltiples nombres sobre los estados y modos de ser del agua, y espacios habitados por el agua. Nombres que se han desprendido de su esencia, seguramente dictados por el espíritu de las aguas.
Tanto es así, que las grandes y modestas civilizaciones terráqueas, dentro y alrededor de la palabra agua (como onomatopeya y madre de la vida), han expresado, con amor y pasión, una serie de nombres mojados y envueltos en los significantes de sus significados. Son los nombres de sus procesos físico-químicos y biofísicos; son bellos signos y bellos lenguajes metafóricos o tropológicos que en el agua se inspiran: el océano, el río, el caño, el lago, la laguna, el arroyo, la escorrentía, el riachuelo, la ciénaga, el pozo, el palafito, la cisterna, la alberca, las albercas de olas, el tobogán, el estanque, la fertilización del agua, el estanque, el aljibe, la licuadora, la lavadora, el lavadero, el embalse, la hidroterapia, la represa hidráulica, la prensa hidráulica, la fuente, la noria, la clorofila, el grifo, la grifería, el filtro, el filtro de los sentimientos, el ablandador de agua, la gestión del agua, la gobernanza del agua, el tinajero, el barril, el lebrillo, las nereidas, el cántaro, la totuma, la piscina, el galón, el vaso, la botella, la cántara, el charco, el calabazo, el litro, el hectolitro, la copa, el paraguas, la evaporización, la sublimación, el hielo, la nieve, el ciclo hidrológico, los recursos hídricos, la cuba, el jabón, el acuario, regadera, los deportes acuáticos (natación, waterpolo, natación sincronizada, saltos, el remo, el piragüismo, el esquí acuático, la vela, surf, socorrismo, submarinismo, triatlón, trampolín y otros); nadador, aguachirle, regadío, la hidrólisis, la acuicultura, la hidrosfera, la navegación, el barco, el naufragio, el río del tiempo, la salmuera, la hidrofobia, la lluvia; la lluvia de ideas, el mar de la felicidad; el aguacero, el tanque, el diluvio, las aguas violentas, las aguas mansas, el abrevadero, la alcantarilla, el alcantarillado, la turbina, el granizo, el pocillo, el inodoro, aluvión, el alcohol; el agua de afloramiento; la escarcha, la precipitación, el pozo de la dicha, la caldera, la hidromancia, manantial, hidromiel, el océano de dudas, la hidroterapia, la energía hidráulica, la jícara, la ducha, la alcachofa de ducha, hidrocefalia, percolación; los canales, las esclusas; el cabezal de ducha, los conflictos del agua; fluido, linfa, caldo, jugo, angélica, marea, lágrima, lagrimal, zumo, estalactita, estalagmita, tsunami, ola, oleaje, cabrilla, remolino, lodo, saliva, desagüe, burbuja, sifón, lodazal, bomba hidráulica; el agua del Espíritu, las corrientes hidrotermales, el globo terráqueo (tierra y agua), albercas de olas, sprays, redes de agua, las lluvias ácidas; el filtro de la información; el rocío, el pluviómetro, la hidrosfera, los lagos de tus ojos, el ojo de agua, la hidrofobia, la potabilidad, la humedad, el humedal; se evaporaron las esperanzas; la inundación, el hervido; navegar por el río de los sueños, por el río de la historia, por el río del tiempo; propulsar un compost; la erosión, el glaciar; la fuente de caprichos; la fuente de Castalia. Y para hacer una pausa, la palabra "acuarimántica", inventada por el poeta Porfirio Barba Jacob, que, a lo mejor, según otros poetas, tiene moléculas poéticas de H2O, palpitando en el tejido de su significado.
8.
Asimismo, el gran poeta, el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española), en sus folios registra el significado lexical de rigor y de esplendor sobre el agua. Es como si cada vocablo fuera un poema de la escuela del concretismo. Tan importante registro académico y poético, nos despierta interés esta categorización como lluvia semántica: Agua angélica (bebida purgante), agua artesiana (agua de los pozos artesianos), agua bendita (en el cristianismo, agua sacralizada mediante un determinado rito y que se utiliza después en distintas ceremonias); agua blanca (disolución de acetato de plomo en agua, agua que se preparaba con salvado y se daba a beber a las caballerías; agua blanda (agua que contiene pocas sales); agua corriente (agua que circula por canales y tuberías, y llega hasta las casas); agua cruda (agua dura); agua de ángeles (agua rosada); agua de borrajas (Cosa de poca o ninguna importancia, especialmente cuando en un principio parecía tenerla. U. m. en la fr. quedar algo en agua de borrajas); agua de cangrejo, coloq. El Salv. Café aguado); agua de cerrajas (agua que se saca de la hierba cerraja, agua de borrajas); agua de chirre, o agua de churre (en Cuba es café aguado); agua de coco (líquido que hay en el interior del coco); agua de Colonia (perfume compuesto de agua, alcohol y esencias aromáticas); agua de Florida (de Agua de Florida®, marca reg. En Col., Cuba, Ec., El Salv., Hond., Méx., Nic., Pan., Par., Perú, R. Dom. y Ven. agua de Colonia.); agua de fuego (coloq. Aguardiente); agua de imbibición. Cuba. En la fabricación de azúcar, agua que se utiliza en el último molino para extraerle más cantidad de jugo al bagazo); agua de jeringa (coloq. Cuba. agua de chirre); agua de litines (agua que contiene óxido de litio y que se utilizaba como refresco); agua de mesa (agua mineral (‖ de manantial envasada); agua de nieve (agua que se enfría con nieve, y más comúnmente con hielo, agua que procede del deshielo); agua de panela (agua hervida a la que se le pone panela para endulzarla, y se toma como bebida, generalmente en el desayuno); agua de pie (agua corriente, como la de las fuentes y manantiales); agua de remedio (coloq. Ec. Infusión de hierbas u otros vegetales de carácter medicinal): agua de Seltz (agua carbónica); agua de socorro (rel. bautismo de socorro); agua del palo (desus. Cocimiento de guayacán o palo santo que se utilizaba para tratar ciertas enfermedades venéreas); agua delgada (agua que contiene una cantidad muy pequeña de sales); agua dulce (agua de la superficie terrestre, y especialmente la potable, por contraposición a la del mar); agua dura (agua que contiene sales en abundancia, lo cual impide la formación de espuma en contacto con el jabón); agua fenicada (disolución acuosa de fenol al 5 %, empleada como desinfectante); agua ferruginosa (agua rica en hierro); agua florida (agua de Florida); agua fuerte (aguafuerte (‖ disolución). Era u. t. c. m. grabado al agua fuerte); agua gasificada (agua carbónica artificial); agua gorda (agua dura); agua jane (De Agua Jane®, marca reg. Ur. Lejía doméstica); agua normal (por oposición a la pesada); agua lluvia (agua que cae de las nubes); agua lustral (agua con que se rociaban las víctimas y otras cosas en los sacrificios gentílicos); agua ligera (agua normal, por oposición a la pesada); agua mansa (agua que corre tranquila y apaciblemente. U. t. en sent. Fig); agua mineral (agua de manantial que lleva en disolución sustancias minerales y que puede tener valor medicinal); (agua de manantial envasada para consumo humano); agua mineromedicinal (agua mineral que se usa para el tratamiento de alguna dolencia); agua muerta (agua estancada y sin corriente. Agua que entra en el buque como recalándose o por intervalos); agua nieve (V. aguanieve); agua oxigenada (Disolución acuosa de peróxido de hidrógeno, muy usada como desinfectante); agua pasada (Cosa que pertenece al pasado y ya ha perdido su oportunidad, interés o importancia. Olvida esa ofensa, que ya es agua pasada); agua pesada (agua que tiene el isótopo pesado del hidrógeno, el deuterio, en lugar de hidrógeno normal); agua regia (Mezcla de tres volúmenes de ácido clorhídrico con uno de ácido nítrico, ambos concentrados, que ataca a casi todos los metales, incluso al platino y al oro); agua residual (agua que procede de viviendas, poblaciones o zonas industriales y arrastra suciedad y detritus. U. m. en pl.); agua roja (desus. agua caliente); agua rosada (agua perfumada); agua sal (V. aguasal); agua salobre (agua cuya proporción de sales la hace impropia para la bebida y otros usos.); agua termal (agua que en todo tiempo brota del manantial a temperatura superior a la media ambiental, y a la que en muchos casos se atribuyen virtudes terapéuticas. U. m. en pl.); agua tofana (arsénico en disolución que se usaba como veneno); agua tónica (Bebida gaseosa, de sabor ligeramente amargo, aromatizada con quinina); agua vidriada (Cineg. Especie de moquillo que suelen padecer los halcones y otras aves de rapiña); agua viento (V. aguaviento); agua viva (agua que mana y corre naturalmente. Mar. agua que entra en el buque con fuerza y sin intermisión. Arg. y Ur. Aguaviva); aguas albañales (Cuba. aguas residuales); aguas blancas (Ven. aguas aptas para el consumo); aguas continentales (aguas que se encuentran en tierra firme, por oposición a las marinas); aguas de creciente (Mar. Flujo del mar); aguas de dominio privado (aguas de pozos o fuentes particulares. Aguas que nacen dentro de un predio mientras discurren por él); aguas de dominio público (En España, aguas continentales superficiales, como ríos, fuentes, lagos, etc., y las subterráneas renovables. Aguas que brotan con ocasión de obras públicas. Aguas de dominio privado al salir del predio en que nacen); aguas de menguante (Mar. Reflujo del mar); aguas del pantoque (Mar. En el sentido horizontal, aguas que median entre las de proa y popa; y en el vertical, las inferiores a los llenos de proa); aguas del timón (Mar. Corriente que, producida por la marcha del buque, viene desde proa a chocar con la pala del timón); aguas firmes (aguas de pozo o manantial perenne); aguas grises (aguas residuales que provienen del uso doméstico, como el lavado personal, de utensilios o de la ropa); aguas internacionales (zona marítima exterior a las aguas jurisdiccionales de un Estado); aguas jurisdiccionales; (zona marítima adyacente a la costa, que llega hasta doce millas marinas y en la que los Estados ejercen la plenitud de su soberanía, zona marítima exclusiva); aguas llenas; (Mar. pleamar); aguas madres; (Quím. aguas que quedan tras la cristalización de una solución salina); aguas mayores; (Excremento humano. Mar. Las más grandes mareas de los equinoccios); aguas menores; (Orina humana. Mar. Mareas diarias o comunes); aguas muertas; (Mar. Mareas menores, en los cuartos de la luna); aguas negras; (aguas residuales contaminadas con excrementos humanos); aguas servidas; (Arg., Bol., Pan., Par., Perú y Ur. aguas residuales; aguas subálveas; (aguas que se buscan y alumbran en las márgenes o debajo de cauces empobrecidos o secos; aguas territoriales; (aguas jurisdiccionales); aguas vertientes; (guas que bajan de las montañas o sierras. Aguas que vierten los tejados. Aguas que proceden de alturas o terrenos elevados); aguas vivas; (Crecientes del mar hacia el tiempo de los equinoccios o en el novilunio y el plenilunio), y otras acepciones.
9.
Esto del agua también nos permite evocar a las enfermeras que se acercan al lecho del enfermo sediento de vida. Las enfermeras cuelgan de un soporte el frasco pletórico de agua cristalina y nos conectan una manguera a las mangueras de las venas. Los médicos y las enfermeras saben que el líquido amniótico es el mar germinal de la maternidad en el vientre cósmico. Venimos de la coyunda sexual de las aguas y, después como criaturas intrauterinas, navegamos en el agua, hasta el día en que estalla la fuente, el flujo parturiento. Y, como coincidencia afortunada, el parto sin dolor supone que el agua como criatura orgánica nace dentro de un recipiente de agua, el lugar de vuelta a los orígenes.
Otros prodigios del agua consisten en que ella es capaz de lavarnos y curarnos las heridas del cuerpo y las del alma. Se trata de los poderes curativos y nutritivos del agua. El agua bendita es distinta al agua maldita. El agua, entonces, es vida. El agua libre, como decía el poeta Jorge Luis Borges, nos mueve a evocar con él, la gracia por los dones. Y uno la ve libre en las corrientes subterráneas, libre en el mar, luego el mar es libre. Aunque el poeta Luis Carlos López lo ve como un ser encadenado: “…el eterno delincuente”. El agua es libre desde el momento en que se despega de la fuente o de la nube, libre en el río, en la corriente subterránea y en la corriente de superficie.
Al estimar el agua como uno de los dones de Dios en la naturaleza, es preciso proclamar su libertad y defender su libertad. Deseamos que el agua sea libre de impurezas. Alto a la conducta criminal de algunos hombres que envenenan las líquidas esencias el agua. Los códigos penales castigan el crimen contra el agua, cometido por los acuicidas; tutelan el agua como un bien sagrado, como un prerrequisito de vida en la vida de los sistemas biosociales. Los códigos ecológicos la protegen como recurso natural, como bien de reserva que sustenta y sostiene la biodiversidad en nuestro planeta.
En el mundo de hoy, el agua, por culpa del atropello irracional del hombre, se convierte, (siendo la causa de la vida), en la causa fatal de muchas muertes. Las aguas impotables, las aguas residuales, las aguas lixiviadas, las aguas pútridas, las negras o pervertidas por los desechos y las miasmas, son serias amenazas para la calidad de vida de la vida humana, de las aves, los peces, los animales terrestres y las plantas. Qué pena nos da mencionar aquí a las aguas mortales y mortíferas.
Cuando la ciencia nos recomienda la necesidad de tomar ocho litros de agua al día es porque tiene que claro ella es el fundamento de la vida. Y ocho litros no son muchos si los comparamos con el 1.454.327 m3, el volumen total de la hidrosfera. Pero, ¿qué pasaría si todos los habitantes del planeta tomaran la cantidad aconsejada por día? Los matemáticos tienen la palabra. Que hablen los números como habla el agua y como canta el agua. Por eso proclamamos que en el milagro del agua germina el milagro de la vida.
La angustia del agua nos está demostrando que muchos cuerpos de aguas están siendo agredidos de muertes. “Todo lo que le pase a la tierra le pasará al hombre”, reza en la bella carta de los indios pieles rojas de Norteamérica, considerada un manifiesto ecológico, y dirigida a George Washington. Para que la vida humana no se degrade y no perezca en el cataclismo de la autodestrucción es preciso profundizar la reflexión sobre las serias amenazas. Si el efecto invernadero comenzara a intensificar ya mismo sus consecuencias, la ciudad de Cartagena de Indias, perecería ahogada por causa del rompimiento del equilibrio de los sistemas hídricos marinos. El aumento de nivel de la superficie marina nos ahogaría. Ojalá que esto nunca llegue a ocurrir. Pues de llegar a ocurrir, creo que sería necesaria, si queremos seguir con vida, la obligación de prepararnos para convertirnos en una ciudad submarina.
El respeto al equilibrio de los ecosistemas, a todos se nos impone cumplirlo, como demanda cósmica y vitalista. Por la vía de una alta ética de la ciencia defensora de la vida, que no puede ser otra que la bioética humanista en alianza con la ecosofía y la teología. El científico y la sociedad global de hoy tienen una incalculable responsabilidad para con la preservación de la vida en el planeta. Si los actuales instrumentos de producción industrial no son remplazados por tecnologías verdes, o controlados en sus efectos nocivos, los desequilibrios van a pulular.
Va a llover mucho. Va a llorar mucho la Creación. Y no olvidemos que los extremos se tocan. Tal vez diremos que está rabiando Dios contra la locura del hombre. Tengo el temor de que se cumpla la profecía poética del poeta español, Jorge Manrique, quien aseguró, de manera hidráulica y en acuífero verso, que “nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir”. Ojo con el mar de la muerte. ¿Algo tendrá que ver el desquiciamiento que padecemos con el mar Muerto? Para la gloria de Dios, se nos informa que el mar Muerto está resucitando. Esto me llama mucho la atención, en otra dimensión del ser y de la existencia. Quiero estar lejos de presagios insufribles y premoniciones fatalistas; confío en que con el tiempo no diremos con amargura: “acuérdate hombre que tierra eres y en tierra te habrás de convertir”, porque nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir”; confío en que, más pronto que tarde, diremos: nuestras vidas son los ríos van a dar a la mar que es la vida del vivir.
10.
En pie de lucha, con los guantes puestos, con la lanza en ristre, vamos a poner en alto la cultura de la democracia, aliada a la Carta de la Tierra, al Manifiesto de Sevilla, a los Derechos Humanos y a los Derechos Ecológicos. Vamos a la defensa de nuestra única Tierra, por una nueva tierra, y por un nuevo orden económico internacional y multipolar, donde impere la paz y respeto mutuo entre las culturas de los pueblos. Confiemos en que los nuevos liderazgos que nacen en el mar de las actuales generaciones, sabrán responder a las urgencias de la criatura más bella del Universo: el Agua. Son las urgencias de salvación, restauración, que nos plantean las actuales circunstancias críticas y apocalípticas en que se encuentra naufragando la dañada, la dañina, pero amada Humanidad.
Amorosamente, créanme que yo si sé por dónde le entra el agua al coco, a mi media naranja, a la patilla, al pepinillo y al melón.
Cartagena de Indias 1990-2022