Diomedes y el cuidado con la opinión de corraleja


A pocos días desde su estreno en el canal RCN, la telenovela “Diomedes, el Cacique de la Junta”, ha logrado el primer lugar de sintonía, llegando incluso a doblar en puntos de rating a otras producciones del mismo canal y de la competencia. La serie se ha ganado la atención del público, a pesar de la polémica que precedió su salida al aire, en la que desde distintas columnas de opinión y en redes sociales se criticó el hecho de “diomedizarse” y se manifestó que la vida de un hombre con los defectos de Diomedes Díaz no merecía ser llevada a la pantalla chica.

Lo que más me llamó la atención de dicha polémica fue, en primer lugar, que la producción recibiera tanta crítica negativa sin haber salido al aire, lo cual solamente podía calificarse como hablar sin saber. De otra parte, me impresionó el papel de “guardianes de la moral” que muchas personas asumieron para decir que un hombre como El Cacique, con sus líos de drogas, indisciplina y con sus enredos legales, constituía un mal ejemplo para la sociedad. Muchos afirmaron que al elaborar su vida como un producto de ficción, de alguna manera se le rendía homenaje a sus cuestionables procederes.

Esa actitud de hablar sin saber y de condenar a la ligera, es un rasgo que se vuelve cada vez más común en la manera en que se esgrimen las opiniones en las tribunas virtuales.  Las reacciones apresuradas (muchas veces violentas), la poca disposición para el diálogo y la constante disputa por tener la razón, son pan diario en la mayoría de foros, conductas que activan varias alarmas en cuanto al tipo de persona en la que nos estamos convirtiendo en internet.

A la hora de abordar temas que van desde el estreno de una novela acerca de la vida de Diomedes, hasta los ataques a la revista Charlie Hebdo, las redes sociales se han convertido en espacios donde prima la descalificación mutua, la contradicción, la disputa por la razón y la expresión del disenso a través del insulto. Las redes sociales nos dieron a todos la palabra, pero ahora resulta que cada uno quiere ser quien emita el último dicho.  La indignación se ha convertido en el filtro predilecto, aparentemente sólo hay tolerancia entre quienes piensan de igual forma y entre contradictores reina el intercambio de ofensas. Los lugares de reunión virtual, si bien democratizan el reconocimiento público individual, al mismo tiempo, a pesar de convocarnos, han complicado la convivencia de las ideas y han dotado al acto de opinar de un componente salvaje. El anterior, un escenario lleno de manías que, como sociedad civilizada, deberíamos tener cuidado de no reproducir.

En el caso de la telenovela Diomedes, era indispensable aguardar al menos a ver sus primeros capítulos para juzgar si con ella se pretendía ejemplificar la vida del cantante o si se le retrataría con todos sus altos y bemoles. A partir de los episodios que se han trasmitido, creo que es a ese retrato compuesto a lo que se dedica la serie.

Una telenovela no es necesariamente un tributo, en últimas, es un producto de ficción con fines comerciales que responde a unas exigencias estéticas, no morales. Se elige la vida de un personaje tan variopinto como Diomedes, porque es una apuesta segura de rating. Ahora que la serie está al aire es cuando pueden elevarse todas las críticas, no antes. Hablar sin conocer, criticar por criticar, indignarse porque es la moda, convierte al acto de opinar en una corraleja.


TAMBIEN TE PUEDE GUSTAR