En el segundo capítulo de la tercera temporada de la serie American Horror Story, la actriz Kathy Bates interpreta a Delphine Lalaurie, una mujer blanca, de la alta sociedad de la Nueva Orleans de 1830, que mantiene prisioneros y sometidos a macabras torturas a sus esclavos negros. Por cuenta de la venganza de una bruja negra, Delphine es condenada a la vida eterna, atrapada en un ataúd bajo tierra, sin que nadie escuche sus lamentos o gritos de auxilio. 180 años después, Delphine Lalaurie es desenterrada en nuestra época. Al sentarse por primera vez frente a un televisor, se horroriza incrédula ante esta imagen: Un hombre negro ocupa la presidencia de los Estados Unidos.
Delphine Lalaurie no entiende qué fue lo que cambió en el mundo durante su confinamiento bajo tierra, como para que un representante de la raza a la que ella tanto esclavizó y torturó, hoy día ocupe el cargo más alto del poder público en su país. La imagen del presidente Obama, ante sus ojos racistas y esclavistas, luce como una Historia de Horror Americano, más terrorífica que cualquier capítulo de esta serie.
Observando esta escena, de inmediato pensé en Donald Trump, un tipo que parece traído directamente desde el siglo XIX hasta nuestros días, a juzgar por su pensamiento racista y xenófobo hacia los inmigrantes que habitan Estados Unidos. Animadversión que, lamentablemente, comparte con una considerable porción de estadounidenses. Después de calificar como criminales y terroristas a los inmigrantes mexicanos, el magnate pasó del humilde doceavo lugar en las encuestas del partido republicano para las próximas elecciones presidenciales de su país, a la segunda opción de voto.
Pese a las críticas y a los líos comerciales, Donald está logrando su cometido, que su candidatura sea tomada en serio. Lejos de disculparse, Trump insiste. Ha propuesto construir un muro en la frontera sur de su país para evitar la entrada de inmigrantes “terroristas”, muro que según él debería costear el gobierno de México. Y aunque su discurso carece de sustento (según datos de la Universidad del Noroeste-Illinois, no hay correlación entre inmigrantes y el crimen violento), la xenofobia que Trump ha enarbolado desde su campaña le está dando réditos. El próximo 6 de agosto, el canal FOX llevará a cabo el primer debate con los aspirantes a la presidencia del partido republicano, al que sólo invitan al top diez en las encuestas. A Donal Trump, sus polémicas declaraciones le han asegurado un lugar en ese debate.
La nuestra es una realidad política y social sustancialmente distinta de la que se vivía en el siglo XIX, más incluyente, igualitaria, respetuosa y garante de los derechos de las personas. Somos la generación que vio a un país históricamente racista como Estados Unidos, llevar dos veces a un hombre negro a dirigir el ejecutivo. El mismo país que el pasado junio legalizara las uniones maritales entre parejas del mismo sexo en todo su territorio. Todo lo anterior se debe a la diversificación de las personas que detentan el poder. Sin embargo, vemos que aún hay gente con mentalidad arraigada en el siglo XIX, según la cual hay seres humanos de mayor o mejor categoría, según la cual una raza debe estar al mando y otra al servicio o, incluso, según la cual es necesario construir murallas que dividan naciones.
El pasado octubre, el programa Saturday Night Live presentó un sketch titulado “Blancos”, en el que se hacía referencia a que en los Estados Unidos, si bien los blancos han sido presidentes y senadores por siglos, hoy debían aceptar que estarían en el poder máximo 40 años más. La pieza de humor remata con el comentario: “Después de eso, es todo suyo, mexicanos”. El video, que fuera eliminado de Youtube y otros portales, luego de que la comunidad blanca americana lo considerara ofensivo, patea un callo bastante sensible en la realidad política de ese país: Las minorías mandan.
¿Logrará el discurso manipulador y oportunista de Donald Trump sentarlo en la silla principal de la Casa Blanca? La sola idea es más aterradora que cualquier capítulo de American Horror Story. El progreso en términos de libertad e igualdad al que ha llegado Estados Unidos debe invitarlos a seguir avanzando en una dirección política que les demuestre a personas como Trump o como Delphine Lalaurie, que por más asustador que les parezca, el clasismo, machismo, la homofobia, el racismo y la xenofobia, no tienen cabida en este siglo.