¿Se acuerdan del Reloj Floral? Antes de que hubiera un Reloj Solar en el parque diagonal al Castillo de San Felipe, hubo un reloj con doce grandes jardineras a modo de pétalos horarios, donde giraban tres largas manecillas negras que indicaban la hora, entre el verdor de la hierba y la vivacidad de las flores.
Está bien, lo acepto, verdor y vivacidad nunca fueron las cualidades con las que comúnmente pudiera describirse la vegetación del aparato; también acepto que lo más frecuente era que sus manecillas no se movieran ni con la brisa. Sin embargo, en su momento, el Reloj Floral defendió el privilegio de ser la figura central de aquel parque, dada su vistosidad y cierto grado de imponencia.
De repente, en uno de esos arranques con complejo “progresista” que tanto caracterizan a nuestros dirigentes, ya no recuerdo a qué alcalde se le ocurrió la gran idea de sustituir el reloj de las flores tras remodelar el parque. Pese a estar bien posicionado en la ciudad como uno de sus emblemas, el gran reloj florero cedió su espacio a un Reloj Solar. Y bueno, basta echarle un vistazo al tal Reloj Solar, para entender lo decepcionante que fue observar, en el centro del nuevo parque, a ese gris y mal esculpido montículo de cemento que ni en los días más despejados le ha dado la hora a nadie.
Si menciono este asunto del Reloj Solar ahora es porque al fijarme hace poco en ese remedo de bolardo, en su falta de gracia, en su inutilidad, confirmo con tristeza y tal vez rabia, que ese reloj es un símbolo de cómo se hacen las cosas en Cartagena. Se invierte en remodelaciones y restauraciones que, en la mayoría de los casos, no nos benefician como colectivo. Ahí están el Parque Espíritu del Manglar o el de la Comida Caribe como claros ejemplos de falta de planeación. Obras ideadas por alcaldes que, lamentablemente, no atinaron a un mínimo de progreso estructural.
La historia la repite el Alcalde Dionisio Vélez, quien hace días rindió cuenta de su primer año de mandato. Los resultados que muestra no son contundentes con relación a ninguno de los problemas de la ciudad. Ni siquiera respecto de la que se suponía era su promesa bandera, “ahora sí” marcharía Transcaribe. Según sus propias proyecciones, esto no sucederá en menos de un año, uno más que se suma a los ocho que lleva Cartagena padeciendo esa obra.
Advierto entonces lo mucho en común que tienen el Alcalde y el Reloj Solar. Ambos carecen de visión, su sentido de innovación es nulo. Ocupan una posición privilegiada en la ciudad pero no la aprovechan. A los dos les ha faltado luz para funcionar. Del Reloj Solar no espero nada, pero si pudiera pedirle algo al Alcalde, sería que invirtiera el tiempo de mandato que le resta para concretar una obra (estructural o administrativa) que solucione, al menos en parte, uno de los graves problemas de la ciudad. No todos los problemas, sólo uno es lo que pido. Y es que, cabe anotar, hasta el antiguo Reloj Floral, aun cuando estaba detenido, servía para marcar la hora correcta dos veces al día.