James, Shakira, Israel, Palestina, Santos, Maduro, a un clic de la confusión


Que si James Rodríguez anotó el mejor gol del mundial, que si fue fichado por el Real Madrid, que si de su camiseta se vendieron 350.000 unidades en dos días. Que si Shakira se convirtió en la personalidad con más seguidores en Facebook tras alcanzar los cien millones, que si está embarazada por segunda vez, que si la revista Men´s Health la catalogó como la mujer más sexy del mundo. Que si Israel atacó de nuevo en Gaza, que si el Consejo de Seguridad de la ONU se reunió de emergencia para pedir "un cese al fuego inmediato, humanitario e incondicional", que si en los ataques con cohetes y morteros desde Gaza han perecido al menos 1.030 palestinos y 43 soldados israelíes. Que si el presidente Santos se reunirá con Nicolás Maduro en Cartagena este viernes, que si Maduro señala que Uribe estuvo detrás de la detención del general Hugo Carvajal.

Que si ocurrió esto, que si pasó lo otro y muchas, muchas cosas más. Que si todo ello, así sea deportes, farándula, política o realidad nacional, es presentado como si fuera la misma cosa, con igual relevancia y despliegue, en una tormenta de información diaria en la que nos hemos habituado a navegar, sin un chance para preguntar cuál de esos asuntos de verdad interesa, cuál debería ser presentado en un contexto más amplio, y si en algún momento tendremos una pausa para tratar de entender qué rayos es lo que pasa. 

Sin embargo, esa pausa parece imposible en un mundo donde los medios de comunicación sucumbieron a las dinámicas pasajeras y veloces de internet, convirtiendo las noticias en memes, tuits  y videos virales de YouTube, que al final del día no explican nada.

La información es el nuevo becerro dorado, los noticieros, los periódicos, las revistas, lo saben. La información, no las noticias, son su negocio y en éste la verdad no cotiza en la bolsa tan bien como la viralidad; y la viralidad, contrario a la verdad, lo único que agrega es más violencia a la violencia que ya supone el contenido de esa información, por ejemplo, lo que ocurre en Gaza, y a la manera cómo ésta es presentada, es decir, a través de cápsulas que nos bombardean a la hora del noticiero y cada segundo en redes sociales. Entonces tienes a los periódicos haciendo resúmenes de “los mejores memes de tal cosa” o a los noticieros presentando el video viral más tonto de YouTube como si fuera la gran noticia. Y es ahí donde la audiencia queda sumergida, a la distancia de un clic, entre la nada y la confusión.

Confundir para reinar resulta el gran valor de nuestra era, donde el ánimo humano que predomina es el del lucro. Lo que no es rentable no existe y para ser rentable hay que ser viral. Entonces los noticieros y medios en general registran “la realidad”, sabiendo que veraz e interesante no siempre riman, y que si toca escoger, primará lo interesante sobre lo cierto. Como cuando desde el periódico más serio para abajo se reportó falsamente que el jugador de Costa de Marfil, Serey Die, lloró al final del partido contra Colombia en el mundial porque su padre había fallecido. 

Sólo existe lo que es noticia, pero sólo existe la noticia que genera atención,  por eso los medios reducen la realidad a contenidos multiplicables que alimenten el morbo de la masa, es decir, el glamur, la codicia, el placer o el entretenimiento. Ahí es donde entran en el mismo saco James Rodríguez, Shakira, el presidente Santos o las víctimas en Gaza. Lo importante no es que ellos ocurran, sino que ocurran de manera multiplicada, hacer de ellos una hipérbole que de pie a contenidos cada vez más insulsos, una y otra vez, que se repitan y repliquen el mayor número de veces, hasta que ya no importen, hasta que hastíen y, de inmediato y sin el menor remordimiento, pasar a lo siguiente.

Surge la pregunta, ¿en un panorama tan desalentador, existe alguna esperanza? Sí, la esperanza es la cultura, es decir, las artes, la música, la literatura; pero no las 50 sombras de Grey, sino obras reposadas, maduradas, slow. La cultura es el antídoto para contrarrestar la indiferencia, para contextualizar lo que nos pasa, es un agarradero en medio de la tormenta, una pausa para dilucidar al menos algo entre tanto cabo suelto. 

Para beneficiarse de la cultura es necesario hacerse al margen de la corriente principal y consultar fuentes alternativas. Ahí están los documentales, el cine independiente, los libros, las investigaciones, las revistas y programas de radio que funcionan sin publicidad, inscritos en otra manera de presentar la información. Los necesitamos para conocer la otra parte del cuento, o conocerlo de otra manera, con calma. Sólo así podremos, como audiencia, ver la imagen completa de la realidad y no esa postal fragmentada que sólo genera confusión.

Coda: En Cartagena, desde hace varios años, existe Cabeza de Gato, una revista cultural, independiente, impresa, que promueve el quehacer gráfico y literario cartagenero y de otras latitudes. Una publicación que tengo la gran fortuna de dirigir y cuya pretensión, por su contenido, por su visión de Cartagena y otros temas, es servir como agarradero en mitad de la tormenta informática. A partir de hoy sale a la venta su nueva edición, la número siete, la primera a full color, con diseño mejorado, humor, opinión, crónica, ficción, cuento y poesía. Les invito a que la adquieran (está disponible en librería Ábaco), le den una buena lectura y apoyando esta alternativa, se tomen una pausa rebelde para enfrentar la confusión.


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