El común denominador de nuestros alcaldes ha sido gobernar de espaldas al pueblo, interesados únicamente en satisfacer sus necesidades particulares y a las maquinarias políticas que los respaldan económicamente. Esto ha generado una insatisfacción en la ciudadanía, que en este siglo ha pedido a gritos un gobierno que dirija su mirada hacia el pueblo, sin que ese grito haya sido escuchado.
Hace cuatro años, gran parte de la población cartagenera vio en Campo Elías Terán, como ahora en Manolo Duque, personas que hablaban a la manera del pueblo y que a diario usaban el micrófono para manifestarse acerca de sus necesidades. Desde los programas radiales que les hicieron famosos, Terán y Duque procuraban resolver algunas de las demandas más básicas de ese pueblo: regalar un mercado para el almuerzo, facilitar una cita médica, mediar ante las empresas de servicios públicos, regalar el pago de una factura.
El pueblo cartagenero ha considerado que esa micro gestión de la que hacían gala Terán y Duque en sus noticieros, se vería agrandada y se multiplicarían los beneficiados, si se les daba la oportunidad de administrar la ciudad entera. Esta estrategia del pueblo, de llevar a uno de los suyos al poder, funcionaría si las aspiraciones de estos líderes populares estuvieran libres del estímulo y el patrocinio de las mismas casas políticas que anteriormente llevaron al poder a dirigentes que gobernaron de espaldas a la gente.
Con Campo Elías Terán ocurrió que llegó a la alcaldía con un respaldo del pueblo que batió récords, pero que concluyó de manera trágica y que sumió a la ciudad en todo tipo de incertidumbres jurídicas; dio pie a múltiples reemplazos, elecciones atípicas y, en resumen, a un periodo al que no se le pudo sacar provecho, en el que se recrudecieron los problemas de Cartagena y en el que muy poco se pudo progresar en soluciones para las demandas macro y micro de la ciudad.
Lo cierto es que durante el poco tiempo que Campo Elías Terán ejerció su mandato, se le vio angustiado, agobiado por las exigencias de sus patrocinadores, obedeciendo órdenes provenientes de diestra y siniestra, como consecuencia de sus pocos o nulos conocimientos y experiencia en administración pública. El líder que el pueblo había creído encontrar, parecía tener como prioridad la satisfacción de los intereses de sus amigos políticos, olvidando sus promesas de campaña de trabajar por y para el pueblo.
Hoy el pueblo cartagenero ha elegido un nuevo alcalde que comparte con Campo Elías no sólo la trayectoria radial, sino también la clase de amigos políticos que rodearon la campaña del finado. En entrevista para El Universal, Manolo Duque afirma que no tiene favores políticos que pagar. Sin embargo, ayer, el portal Las2Orillas, referenciando a la revista Metro de Cartagena, publica: "tras bambalinas de la aspiración de Manolo no sólo estaba su primo el experto en licitar (José Julián Vázquez, inhabilitado para ejercer cargos públicos por líos jurídicos en la administración en la que estuvo trabajando), también el exsenador William Montes y Javier Cáceres Leal, condenados por parapolítica, pero ante todo el clan García Zuccardi.
La esperanza del pueblo que eligió a Manolo Duque es que no defraude la confianza que le ha sido depositada, que no repita los errores de Campo Elías Terán, y que no olvide lo que le dijo a El Universal en reciente entrevista, que él no era como Campo porque “creo que lo que él hizo fue rodearse mal, ese fue su gran error y yo aprendo de eso”.
El mayor vigía de la gestión de Manolo Duque a partir del próximo enero debe ser el pueblo que lo eligió, exigiéndole en todo momento que cumpla su lema de “primero la gente”, y verificando que como alcalde demuestre el ímpetu y la efectividad que demostraba al mando del noticiero de La Cariñosa, a pesar de algunas amistades inconvenientes que le rodean.