Por Cheryl Morris*
“Sentimos que estos días de movilización (…) son un punto de inflexión histórica (…)
(…) Pensamos que esta preciada oportunidad (…) debe servir (…) para despertar conciencias (…) generar procesos (…)
(…) Pensamos que paso a paso (…) vamos recuperando nuestros tejidos comunes, nuestras capacidades de habla y de escucha, de lucha y de cuidado mutuo (…)
(…) y convocamos a espacios otros, autónomos y creativos, donde nos encontremos todas aquellas que les resuene lo dicho (…)”.
Así inicia y concluye el comunicado de la plataforma de organizaciones sociales Tejidos Colectivos de Santa Marta, publicado en redes con ocasión de la inédita movilización social (MS) suscitada en esta ciudad por el actual Paro Nacional en Colombia.
Sé que a muchas personas nos resuena lo dicho y en medio de la intranquilidad por las muertes y la violencia ocurridas en el marco del paro, queremos pensar y actuar desde la esperanza, aprovechando el momento. Por eso nos preguntamos: ¿cómo hacer para que la MS no se disperse ni escalen las acciones violentas y, por el contrario, produzca ciudadanías sólidas?
Pensando en esto, se preguntó a diferentes colectivos de varias ciudades del país, por los repertorios de acción colectiva, su sentido y su importancia para propiciar una MS que trascienda la coyuntura del paro y fortalezca la democracia.
Esas voces nos hablan de múltiples, masivas y variadas formas pacíficas y creativas de amplificar la voz, la mayoría de ellas con expresiones artísticas, tomándose el espacio público, en cofradía, embelleciéndolo y habitándolo, como debería ser siempre. Algunas derribaron y renombraron monumentos, como lo hicieron jóvenes e indígenas en Bogotá, Ibagué, Neiva y Cali. También hubo acciones de trasfondo espiritual, como las velatones, organizadas no solo por estudiantes sino por comunidades negras en Cartagena y municipios cercanos, que sirvieron de catarsis para el dolor, la angustia y el estrés generado por las noticias de cada joven asesinado, desaparecido o torturado.
Otras acciones que mencionan son las pedagógicas, como sancochos en barrios y asambleas, que para ellos significan un espacio para desaprender mentalidades ancladas en nuestra sociedad actual, fundadas en el individualismo. Además, permiten experimentar el sentido de la colectividad y bienestar común. También jornadas ambientales en playas, como lo hicieron en Santa Marta.
Y las más polémica, la primera línea y los bloqueos de Cali y otras ciudades como Bogotá, a quienes se les han sumado las madres de primera línea de Cali, Bogotá y Pasto, así como los profesores y sacerdotes, como la línea ecuménica de Cali. Éstos, han compartido su experiencia con vídeos en vivo a los que se conectan miles de personas, que en tiempo real están conociendo lo que sucede en el país, acción que implica un uso de redes sociales que no tiene precedentes.
En lo que cuentan, también resaltan la movilización de barras futboleras a las afueras del Romelio Martínez de Barranquilla, que junto a la resistencia de otros hinchas del país, produjo la cancelación de la copa América en Colombia.
Muchas de estas acciones nacieron como expresión de una población que vive en el “inframundo” de las ciudades, como ellos mismos lo denominaron. Seres humanos que ya no tiene miedo, como en María La Baja —Bolívar o Ariguaní— Magdalena, municipios afectados profundamente por la guerra y paramilitarismo, que a pesar de recibir amenazas que buscan frenar la MS, salen a marchar expresando su valentía con arengas y pancartas.
Para quienes cuentan estas experiencias, lo más importante y asombroso de todo, es que estas acciones han unido a quienes nunca antes lo habían estado, o a quienes, en algunos casos, eran antagonistas. Por ejemplo, hinchadas de diferentes equipos de fútbol, o skaters y kankuamos, en Valledupar. También docentes, sindicalistas, jóvenes y adultos, grupos feministas y LGBTI. Indígenas, campesinas y afros rurales, en conjunto con población joven urbana. Combos de bmx, rocker@s, raper@s, también se han movilizado. Se han conformado grupos de cuidado en salud y alimentación en Medellín y en otras ciudades.
Muchos de ellos no sienten que el comité nacional del paro les represente y aseguran que son todas las diferentes acciones colectivas de base, las que han posibilitado algunas victorias, con las que no se conforman, porque aún tienen muchas expectativas de transformación. Por eso, siguen llamando a otros espacios de deliberación, apoyándose sobre todo en redes sociales y WhatsApp, teniendo en cuenta que en los medios masivos comerciales no han tenido eco, sino que por el contrario, son señalados, estigmatizados o invisibilizados.
El llamado, entonces, para desescalar la violencia e impedir que la MS se disperse es, a corto plazo, insistir en las formas más creativas, artísticas y originales de movilización, con poder para unir a la población. Además, a mediano y largo plazo, como lo proponen en todas las ciudades, seguir profundizando acciones en los barrios; ampliando la participación informada y cualificada de los sectores populares, a través de asambleas permanentes y mesas de jóvenes. Promover espacios de diálogos públicos, populares, colectivos, a donde llegue la academia y en los que se discuta sobre las agendas y objetivos comunes, pero también sobre sus disensos; donde se construyan proyectos de democracia incluyente, aportando a descentralizar y dinamizar los espacios de poder y toma de decisiones nacionales y locales. Verdaderas ágoras populares."... espacios otros, autónomos y creativos…", como lo expresa Tejidos Colectivos.
Este nuevo repertorio de acción colectiva ayudaría a consolidar esta unión espontánea a la que asistimos en este momento histórico, tan necesaria para la urgencia de ciudadanías fuertes, que consoliden una verdadera democracia en Colombia.
* Investigadora de Dejusticia.