"Este asno miserable,
mancillado y lacerado con el palo,
es más santo que Sócrates
y más grande que Platón"
Víctor HUGO
Conocí a Nicolas Roman a principio de los años 90s, cuando se convocó a una reunión extraordinaria en la casa de Regina Morales, en el Pie de la Popa, para organizar una Asociación Protectora de Animales. En ese momento ya él y su entonces compañera Ines Agresot, sostenían una solitaria, enconada, heroíca lucha en pro de la defensa de los equinos: asnos y caballos torturados por las pandillas juveniles cartageneras ante la total indiferencia de las autoridades y la ciudadanía.
Como se sabe, desde hace décadas los equinos son utilizados como carne de práctica por los aspirantes a asesinos, en su aprendizaje de como apuñalar y mutilar seres humanos.
Cuando Nicolás tomó la palabra en la reunión contando las atrocidades que veía, impotente, sus ojos se llenaban de lagrimas, su relato nos hizo a todos un nudo en la garganta.
Durante años Inés y Nicolás llegaron a los sitios más peligrosos e inexpugnables de la ciudad, arriesgando su propia integridad física, tratando de salvar burros torturados en condiciones deplorables. A veces, lo único que podían hacer era salvarlo de su tortura solo para aplicarle la eutanasia y detener su sufrimiento.
Además de este trabajo voluntario, Nicolas lideró el Club Cultural Vlad, el Cine Club de la Universidad de Cartagena, y posteriormente el Cine Club de la Alianza Colombo Francesa.
Abogado titulado de la Universidad de Cartagena, quízo utilizar su conocimiento de las leyes para ayudar a los animales. Descubrió que las leyes para protegerlos ya están listas hace décadas en Colombia, que solo hacía falta ponerlas en practica y hacerlas cumplir.
En esta tarea y como un cruzado interpuso innumerables acciones de cumplimiento, acciones populares, tutelas, demandas de inconstitucionalidad, denunció el uso de Estricnina por parte del Departamento de Salud para ejecutar a los perros. Como se sabe, la estrictina causa una muerte en extremo cruel y dolorosa, ya que contrae los músculos toraxicos y mata por asfixia.
Reiteradamente denunció durante años el total incumplimiento del Distrito de Cartagena en lo que le compete a las normas de gestión y protección de animales.
En compañía de la Dra. María Georgina Lenis, impulsó la creación de la Junta Defensora de Animales de manera coercitiva, ya que la Alcaldía se negaba a conformarla (fruto de una acción de cumplimiento). Recuerdo que en ese momento le llegó la papa caliente de la orden del Consejo de Estado a la alcaldesa Gina Benedetti. Con bombos y platillos salió en El Universal el anunció de la Asociación Defensora de Animales Distrital, se mostró un flamante afiche de lujo a los medios de comunicación... y no paso nada más.
Sobre los asnos, fueron dos décadas de trabajo y pocos resultados... los funcionarios "estiman" que hay otras prioridades al igual que los periodistas y medios de comunicación.
Puedo pensar que esa negligencia “podría ser” porque los asnos, gatos y perros no venden el voto y no dan pauta publicitaria, parecería entonces que a pesar de ser seres sensibles protegidos por la ley y con derecho a la vida y al respeto, pueden ser masacrados sin piedad sin que la inmensa mayoria mueva un dedo para impedirlo.
La obsesión de Nicolás con el tema de de los equinos masacrados a mansalva por las pandillas sin que hasta la fecha exista siquiera una denuncia formal y mucho menos una condena legal, le llevó a plantearse la posibilidad de hacer un documental sobre el tema, lo investigó durante años, primero rastreó el papel simbológico de los asnos en todas las culturas antiguas, trató de explicarse a si mismo el porque un ser tan bello, tan noble y dulce es tan despreciado por la sociedad.
“Fué a la edad de siete años – cuenta en su web site - que ví por primera vez a un burro que era golpeado sin clemencia con un madero lleno de clavos. Yo me acuerdo muy bien de esa escena, porque el pobre animal intentaba en vano levantarse sin conseguirlo.
Un lustro más tarde, los asnos aparecieron de nuevo en mi vida, pero de una manera totalmente diferente. En aquella época, esos animales -principalmente las burras- eran el objeto de apasionantes conversaciones entre los adolescentes de mi colegio, porque sus experiencias sexuales del fin de semana giraban en torno a ellas.
Debo confesar que aunque no compartía esas conductas, la verdad es que me eran un poco indiferentes, sobre todo teniendo en cuenta mi inmadurez de entonces. Después de esa etapa, otra imagen se añadió a las precedentes, pero ésta cambió radicalmente mi percepción sobre los équidos: era la de un asno que fue apuñalado en plena vía pública por un grupo de pandilleros, que hacían de su cuerpo indefenso objeto de práctica, era apuñaleado de diversas maneras con el fin de entrenarse en el manejo de armas blancas.
Aquel burro herido me miró con sus ojos llenos de lágrimas, mientras rebuznaba y me mostraba sus heridas con el hocico. Para mí es imposible plasmar sobre el papel todos los sentimientos de rabia y dolor que inundaron mi alma en dicho momento; pero en todo caso, este encuentro generó la idea de realizar el largometraje.
Sin pérdida de tiempo, yo me sumergí en una investigación, en principio sencilla, pero que resultó mucho más confusa de lo que me había imaginado, y que actualmente cuenta con más de diez años de labor. Al comienzo, cuando elaboré el primer borrador del guión, descubrí que no existía ningún estudio sobre esas prácticas criminales y que nadie estaba interesado en adelantar tal trabajo.
Entonces, poco a poco, compilé los móviles de las acciones delincuenciales de que eran víctimas esos animales e intenté comprender las causas que permitían a una sociedad negar sus principios éticos cuando se trata de especies inferiores.
Desgraciadamente, ni la investigación ni el acceso a los jóvenes delincuentes fueron fáciles, ya que las mafias de los barrios prohibieron hablar del tema.
Para resumir, los motivos eran desconocidos, el asunto no le interesaba a nadie y mi vida estuvo en peligro, porque mis interrogantes causaron incomodidad en el seno de las pandillas.
Lógicamente, el mencionado período involucró enormes esfuerzos personales y económicos para revelar el universo sociológico que los caracterizaba.
Sin embargo, aunque el enfoque teórico estaba claro, no ocurrió lo mismo con el rodaje, porque yo no pude filmar o fotografiar los asnos guardando una posición distante y académica. A mi juicio, era antiético poner en marcha una cámara y luego irse sin hacer nada para cambiar la realidad que evidentemente rechazaba”.
Es decir, para Nicolás es imposible filmar como un animal inocente es torturado con sevicia, poner a andar la cámara y no intervenir para evitarlo.
En este momento, el documental Carne de Practica es un proyecto cuyo guión esta listo y en busqueda de financiación.
Hace algunos años, Nicolás realizó en Francia un hermoso documental titulado Compañero desleal, en el que muestra como hace 100.000 años los perros actuales eran lobos que fueron domesticados por el hombre, es decir, los convertimos en animales domésticos dependientes, que no saben cazar ni valerse por si mismos, y lo hicimos para joderlos, para abandonarlos a su suerte. Este documental se exhibió con exito en diversos festivales de Cánada y Francia.
Para mayor información sobre el proyecto carne de practica podeís mirar en
http://www.carne-practica.net
Eva Durán
reikyangeles@aol.com