Miles de turistas arriban todos los días a Cartagena para conocer uno de los destinos más atractivos del mundo, por sus calles coloniales, cargadas de historia y heroísmo.
Pero más allá de los adornos mágicos que una ciudad como Cartagena puede tener, porque sin duda es fantástica, está el paseo en coche, una tradición cultural que muchos consideran como una actividad excepcional, donde pueden recorrer las calles y avenidas de la capital bolivarense, mientras un guía (cochero) les va contando cada aspecto de la independencia de la ciudad que se remonta a 1811, y un frágil caballo va halando con su cuerpo hasta 400 kilos de peso o más, a veces sin haber comido o bebido agua lo suficiente, lo que se considera un maltrato y una violación clara a la ley 1774 del 2016 que estipula que “los animales recibirán protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente por los humanos”.
En varias oportunidades se han registrado en noticias las innumerables veces que caballos han caído desplomados en las calles bajo el implacable sol, con notables signos de desnutrición y agotamiento, creando episodios que hablan por sí solos de la falta de políticas institucionales, desvirtuando esta tradición centenaria de Cartagena.
Cerca de 60 coches circulan por la zona colonial y luego de la ardua jornada, una parte de los animales empleados en el recreo del turismo cartagenero se mantiene en corrales improvisados, en un rincón casi desapercibido ubicado en la zona de Chambacú.
Hace un tiempo, un grupo de animalistas logró que la Procuraduría Delegada de Asuntos Ambientales ordenara la suspensión de la actividad de los coches, hasta cuando se garantizaran normas de protección, alimentación e higiene de los establos de los caballos. Así mismo, otra arista del debate es protagonizada por los cocheros, quienes en varias oportunidades han manifestado que la desprotección social afecta tanto a los animales como a los humanos, pero que la prohibición de esta actividad no es la solución, debido a que es el sustento económico de sus familias, y no cuentan con sueldo fijo ni prestaciones sociales.
La Administración distrital puso en vigencia un decreto para regular la actividad y proteger a los equinos de abusos y maltratos e incluso controlar el nuevo horario de servicio de los paseos en coche, que comienzan a las 5:00 de la tarde hasta las 11:00 de la noche, así como la capacitación durante jornadas de sensibilización a algunos tenedores y propietarios de los equinos.
Hago un llamado a las autoridades locales que, a pesar de los esfuerzos por implementar algunas medidas, aún existen vacíos en los lineamientos, por ejemplo, en la adecuación de las pesebreras donde mantienen a los caballos, la movilidad y control en el Centro Histórico. Urge diseñar e implementar una política de fondo, institucional, reglamentada y socializada debidamente que formalice esta actividad turística, pero que además garantice el bienestar y la calidad de vida de los caballos.
Como sociedad tenemos una responsabilidad con los seres vivos que no tienen voz, pero que sienten y sufren como cualquiera de nosotros.
Recuerda: la ley 1774 del 2016 estipula que “los animales recibirán protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente por los humanos”.