Adiós Rusia 2018. Píldoras


Ya está, ya pasó. Nos guste o no el Mundial ha terminado y habrá que esperar cuatro años (y unos meses más) para el próximo. Ya pasaron unos días –los necesarios para superar la resaca del postmundial y prepararnos para volver a los partidos de nuestra liga­­– para que podamos hacer un balance de lo visto en este hermoso mes lleno de fútbol.

 

Selección Colombia

En general, he encontrado en la prensa dos posiciones sobre el papel de la Selección Colombia en Rusia. Una de ellas afirma que no jugamos bien, que el técnico no encontró el equipo y cambió la línea de volantes prácticamente en cada partido. Especialmente en el partido contra Inglaterra, dicen, fue miedoso y tacaño pues en los pocos minutos que intentó, el equipo demostró que hubiera podido hacer más y proponer juego. Otros, en cambio, dicen que en general el equipo tuvo mala suerte (por la expulsión temprana contra Japón, por las lesiones) y que el partido contra Inglaterra estuvo bien planteado pues los ingleses eran más que nosotros, tenían más nómina y era necesario primero neutralizarlos.

Confieso que me debato entre ambas posiciones. Claramente para la mayoría de los hinchas, a juzgar por el recibimiento en Bogotá, el equipo hizo un buen papel.

Me quedo con el partidazo contra Polonia (histórico, lo recordaremos siempre) y con el corazón de los jugadores que luego de la derrota en el primer partido lograron ganar los dos siguientes (algo que según los cuantiosos estadísticos sólo se ha logrado el 15% de las veces), más allá del mal partido contra los senegaleses.

Lo que sí parece ser evidente es que nos hizo mucha falta James. Habrá quienes digan que Colombia puede jugar mejor sin él y que el técnico es “jamesdependiente” pero fue claro que en el único partido que nuestro “diez” jugó, el equipo pudo ser ofensivo y aprovechar su camada de “jugones”.

Recibimos tres goles, dos de penal (ay Carlitos Sánchez) y uno de tiro de esquina. Nosotros marcamos tres de tiro de esquina, que se suman a los dos que marcamos en Brasil 2014 por esa vía. ¡Por fin estamos haciendo goles de pelota parada!

 

El VAR

Confieso que la mayoría de dudas que había manifestado frente el VAR fueron disipadas. Creo que no hay dudas de que fue un éxito. Disminuyó los errores graves en un porcentaje superior al 90%. Por supuesto que hubo algunas jugadas polémicas pero lo cierto es que hubo más justicia y menos polémica que en mundiales anteriores. Otra de los éxitos del VAR, que se comenzó a ver con mayor claridad en las fases decisivas del torneo, fue que los jugadores comenzaron a entender que todo lo que hicieran iba a ser visto por ese gran ojo al que nada se le escapa. Se dedicaron a jugar y dejaron de simular, de agarrar, de marrullar. Mi mayor temor, el que los árbitros se escudaran en el nuevo sistema para delegar su responsabilidad, fue disipado. Los árbitros pitaron lo que vieron.

 

El campeón

Francia fue justo campeón. Llegó como favorito y no defraudó. Sí, estaba lleno de “cracks” pero también supo jugar en equipo. Si había que tocar y meter al rival en su campo, lo hacía. Si había que dar la iniciativa al rival y contragolpear, también. Incluso si debía defender con los once en su campo, no tenía problema. Jugando con esa inteligencia derrotó a sus rivales, especialmente a Bélgica, el rival más duro que enfrentó en lo que fue una final adelantada.

 

Juego en equipo y “guardiolismo”

Una vez más en la historia del fútbol se demuestra lo que parece que se les olvida a muchos, a los adoradores de las estrellas: el fútbol es un deporte colectivo. Los que creyeron que dependiendo de las individualidades llegarían lejos, perdieron: Argentina, Portugal, ¿Colombia?. Quienes se apoyaron en lo colectivo se destacaron: Uruguay, Francia, Bélgica, Croacia, Rusia, México.

Otros intentaron jugar colectivamente pero fracasaron. Muchos periodistas hablaron pues del fin del guardiolismo, ese estilo de juego que consiste en la posesión del balón como arma fundamental, en la búsqueda de espacios con la pelota, en avanzar en bloque, en recuperar rápidamente en campo contrario. Algunos fracasaron por falta de contundencia (Alemania, España) y otros porque simplemente no tienen los jugadores para jugar de esa manera (Argentina)

Por lo visto, el juego directo fue mucho más eficiente. Se demostró que de nada sirve la posesión de balón por sí misma.

 

¿Decadencia del fútbol suramericano?

Otra de las conclusiones que circula en los medios después de la Copa del Mundo es que el fútbol suramericano está en decadencia frente al europeo. El hecho de que casi todos los europeos hayan avanzado a segunda fase y que los cuatro semifinalistas hayan sido equipos de ese continente parece prender las alarmas sobre la distancia cada vez mayor que toma su fútbol frente al suramericano…

Sinceramente, creo que se exagera. Hace apenas cuatro años, en 2014, los latinoamericanos hicieron un gran papel. Argentina llegó a la final; Brasil a semis; Colombia y Costa Rica a cuartos; Chile, México y Uruguay a octavos y sólo seis europeos pasaron a segunda fase. Es la tendencia histórica: cuando el Mundial es en Europa dominan los europeos. ¿Por qué será?

Es cierto que Suramérica no gana un mundial desde 2002 y un Mundial de Clubes desde 2012. Pero como dijo el maestro Tabárez en una rueda de prensa donde le preguntaron sobre este tema, de acuerdo a las enormes  y estructurales diferencias económicas históricas, lo increíble, lo milagroso, lo destacable es que nuestro fútbol haya estado siempre ahí, peleando los torneos, desafiando a los poderosos. Es es lo lindo de este deporte.

Ahora será cuestión de esperar cuatro años y cinco meses para el Mundial de Catar. Desde ya se vislumbra un mundial extraño, en un país que no es futbolero, sin ciudades; un mundial artificial, más propio del mundo fantástico de los videojuegos (estadios futuristas, con aire acondicionado, ubicados en medio del desierto) que del mundo terrenal.

 

Invito al lector a que debata las ideas expuestas acá y a que manifieste sus impresiones sobre la Copa del Mundo que acaba de pasar y así podamos extrañarla un poco menos.


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