“El Tuerto” y el año nuevo


Hoy día 9, desde mi base Cartagena realizo el lanzamiento de 3 poemas relativamente desconocidos AÑO NUEVO -CROMO -Y ERES TRAIDORA de Luis Carlos López  mas  conocido como “el Tuerto López”
Al final de los poemas encontraran un articulo de John Montaño publicado en El tiempo el 27 de julio de 2015 que hace referencia a sitios y personajes muy queridos y allegados a nuestro Club de Lectura 

“A propósito del Año Nuevo, una fiesta tradicional muy arraigada en el país, escribe el Tuerto López”:

El Año Nuevo
  Happy new year 
“Gadeon”

Todo es lo mismo: ayer
pasó, como ahora,
la mujer
que vende a gritos queso y pan. La casa
vecina, un caserón 
tan ruinoso que no resiste un tajo
ni un ligero empujón,
no se ha venido abajo…
La calleja
tal cual. Y en el agudo
triángulo de una teja,
mudo y senil asoma el sol. ¿Qué hacer
para ir tras el imán
del optimismo en un amanecer 
que huele a queso y pan?

C R O M O

En el recogimiento campesino,
que viola el sollozar de las campanas,
giran, como sin ganas,
las enormes antenas de un molino.

Amanece. —Por el confín cetrino
atisba el sol de invierno. Se oye un trino
que semeja peinar ternuras canas,
y se escucha el dialecto de las ranas...

La campiña, de un pálido aceituna,
tiene hipocondría, una
dulce hipocondría que parece mía.

Y el viejo Osiris sobre el lienzo plomo
saca el paisaje lentamente, como
quien va sacando una calcomanía...

"LUIS CARLOS "EL TUERTO" LÓPEZ (POEMAS)
Y Eres Traidora

Nadie ni remotamente se imagina
tu matinal rubor, ese rubor
disuelto en pinceladas de anilina,
producto de farmacia y tocador.

Deleitas el olfato con tu fina fragancia,
noble y arrogante flor de papiro.
Sutil treta supina
de gitano prestidigitador.

Pesar que asoma en ti,
pesar que vuela lejos,
con la jocunda francachela
de tu risa de hueco cascabel.

Y aunque finges reír
con el que llora penas del corazón,
eres traidora
como la cerradura de un hotel."

En busca de recuperar la casa del 'Tuerto' López

Por: JOHN MONTAÑO

27 de julio 2015 , 09:10 p. m.

Un turista rubio de unos dos metros de altura cruza con timidez la puerta de vidrio de la librería Ábaco, ubicada en la esquina norte de la calle de La Iglesia en Cartagena. Con un castellano accidentado, pide que le recomienden libros sobre la ciudad.
María Elsa Gutiérrez, propietaria de ese templo del libro en que se ha convertido Ábaco para los cartageneros, le pasa una montaña de textos coronada por la última antología publicada de la poesía de Luis Carlos 'el Tuerto' López, cuyo prólogo fue escrito por el periodista Juan Gossaín. “Si alguien quiere conocer Cartagena y sus raíces, tiene que leer la poesía del 'Tuerto' López, el gran poeta costeño de finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Un hombre que retrató con detalle los personajes de la ciudad y el color del Caribe con su magia, pero también con sus amaños”, dice María Elsa.
Ella, junto a un grupo de lectores consumados, entre quienes están los periodistas Daniel Samper, Enrique Santos, Mauricio Gómez, Juan Gossaín y Leonel Giraldo, se ha propuesto recuperar y convertir en museo la vieja casona donde nació y vivió la mayor parte de su vida el poeta cartagenero, una casa en el centro histórico y que a la vez fue su mayor frustración: porque nunca la pudo comprar.
La casona de dos plantas, ubicada de la calle del Tablón, a una cuadra de la Torre del Reloj, está hoy dividida en tres negocios: una licorera, que se ha vuelto lugar de encuentro de aficionados al fútbol quienes, cada vez que juega la Selección Colombia, con cerveza en mano, se toman la acera para celebrar; un almacén de artesanías, y una casa de cambio que pareciera no abrir jamás. El segundo piso, por su parte, está clausurado y fue tapizado con un puñado de tablas tristes. Un vetusto farol, ese sí muy cartagenero, alumbra en las noches una desdeñada placa de piedra donde está tallado el soneto –tal vez la composición más universal de López– que el poeta le dedicó a su hogar:

‘A mi casa’
¡Pobre casa de mis antepasados!
Si pudiera comprarte,
si pudiera restaurar tus balcones y tejados,
y por el caracol de tu escalera
subir a tus salones empolvados
para, en tu soledad, casona austera,
revivir episodios olvidados,
teniendo en tu zaguán loro y portera...
Pero tú, caserón en esqueleto,
refugio de vampiros y lagartos,
donde penetra el sol hecho una brasa,
¡qué sabes de las cuitas de un biznieto,
de un biznieto aburrido y sin dos cuartos,
que no puede comprarte, pobre casa!

En la vieja casa de fachada amarilla han funcionado por más de medio siglo cantinas, ferreterías, droguerías y pequeños supermercados. Ahora, sin embargo, el grupo de admiradores del artista quiere que 'el Tuerto' López tenga su templo, así como lo tienen José Asunción Silva y Julio Flórez.
“La casa del poeta Julio Flórez fue recuperada en Usiacurí (Atlántico) y hoy es un proyecto autosostenible y orgullo de la región; y esa población tiene menos potencial turístico que Cartagena, así que estamos seguros de que es factible recuperar la casa de López”, señala el periodista Leonel Giraldo, uno de los abanderados del proyecto.
Fue en el club de lectura de los miércoles en la librería Ábaco, que también es lugar de visita elegido por muchos turistas lectores, donde nació la idea de rescatar la vieja edificación.
“Invitamos a nuestro encuentro literario al periodista bogotano Leonel Giraldo y se tocó el tema del poeta y la poca memoria que se conserva en la ciudad sobre su obra. A la semana siguiente, Giraldo volvió con una carta dirigida al presidente Juan Manuel Santos en la que pedía su apoyo. Todos firmamos sin dudarlo”, recuerda María Elsa Gutiérrez.
El Tuerto que mejor vio la ciudad
Luis Carlos Bernabé del Monte Carmelo López Escauriaza (1879-1950), conocido en la literatura universal como 'el Tuerto' López, retrató en sus versos, con detalle y humor, a la sociedad cartagenera de la primera mitad del siglo XX.
El mote de 'Tuerto' le vino de un estrabismo que sufrió desde la infancia, pero que no fue impedimento para que, desde sus años de juventud, escribiera sus primeros poemas en la revista literaria Rojo y Azul, que dirigió en 1897.
Inició estudios de medicina e intentó unirse a las guerrillas de Uribe Uribe con la explosión de la Guerra de los Mil Días, pero fue puesto preso por el ejército conservador, que le impuso la ciudad por cárcel. Una condena que el poeta asumió con mucho placer, pues quiso a Cartagena a tal punto que le dedicó innumerables versos.
Al igual que Gabriel García Márquez, López se nutrió con lecturas de los más grandes autores de la literatura, pero fue su universo interno –ese que lo habitaba desde la infancia y que estaba adornado por calles empedradas, casas coloniales y un Caribe alegre, efervescente y lleno de leyendas– donde 'el Tuerto' López encontró su propia voz, costumbrista, llena de humor y de erotismo.
Así lo confirma el periodista Juan Gossaín en el prólogo del libro Poesía Completa de Luis Carlos López: “Cuando García Márquez todavía andaba gateando en el dormitorio de su abuela, y faltaban veinte años para que escribiera la primera página de su vida, ya 'el Tuerto' López había descubierto, en los mismos escenarios donde la brisa salitrosa carcome a la gente, que a nivel del mar la desmesura tiene su sitio propio y un valor formidable en la tarea literaria”.

En Provincia
las mozas y mozos
se alejan
por las retorcidas
callejas.
Salen
de la iglesia
senil. Y mañana
quedará la aldea
como tal: los gatos
durmiendo la siesta
sobre
las aceras.

“La poesía de Luis Carlos López es una fotografía de la crisis y la decadencia de la ciudad; con humor y sarcasmo logró caricaturizar a los cartageneros y su conciencia; ese efecto sincero, abierto y descarnado de sus poemas causó rechazo entre la gente local”, señala el historiador Moisés Álvarez, director del museo de Historia de Cartagena, quien subraya que la obra de Luis Carlos López refleja un cambio de época: la crisis de Cartagena en la segunda mitad del siglo XIX y los primeros visos de progreso en la primera mitad del XX.
“Él vivió el pico de la crisis a finales de siglo, pero también los años de recuperación y progreso. Por ejemplo, el establecimiento del ferrocarril Cartagena-Calamar, el centenario de Cartagena y las posteriores trasformaciones de los años 20 y 30. Esos cambios también fueron un insumo importante para su obra poética”, agrega Álvarez.
Más caricaturas que fotos, publicadas en la prensa nacional de la época, muestran a López como un hombre elegante, vestido siempre de blanco, que fumaba con una larga boquilla; en otras se le ve con el cigarrillo asegurado con una tenaza de alambre.
“'El Tuerto' López era un personaje apasionante, dotado de un humor fantástico y de un agudo sentido social que, aunque tímido, fue capaz de renovar la poesía latinoamericana”, dice la cartagenera, Carmencita Delgado del Rizo, quien conserva en su apartamento de Bocagrande una exquisita biblioteca sobre López. Delgado dirigió hace quince años la desaparecida Fundación Luis Carlos López, donde se hicieron los primeros, pero frustrados, trámites para recuperar la casa del poeta.
La poesía de este hombre, que fue el mayor de once hermanos, ha sido estudiada en muchos países del mundo y es objeto de innumerables ensayos, varios de los cuales son guardados celosamente por Carmencita. Entre 1908 y 1910, escribió sus tres más representativos libros: De mi villorrio, Posturas difíciles y Varios a varios.
Pocas esquinas de Cartagena guardan todavía la memoria del Tuerto López. Los zapatos viejos, la escultura en bronce del maestro Héctor Lombana, es quizá la más buscada por los visitantes. Pese a que la mayoría de calles de la ciudad colonial fueron homenajeadas con un soneto de su autoría, hoy los habitantes de la calle de Los Tumba muertos, vecina de la concurridísima plaza San Diego, son los únicos que conservan una placa digna y bien cuidada con la poesía del autor.
Gossaín ofrece en su prólogo la mejor definición del poeta: “El hombre que convirtió en poesía la vida cotidiana”; y agrega entre otras descripciones del personaje y su obra: “Es la insurrección. Es la mirada estremecedora de un hombre que se ha rebelado contra los síntomas de la decadencia sin alzar la voz. No grita: susurra entre las sombras de la cocina, donde su mujer prepara el guisado del almuerzo, al tiempo que garabatea sonetos”.
Sus dos refugios de bohemia, ya desaparecidos en la moderna Cartagena, fueron el Bodegón y Casanalpe. Hasta su muerte, en 1950, sus letras guardaron silencio y él se refugió en su ciudad natal. Su Cartagena del alma. Su musa de piedra.
JOHN MONTAÑO
Corresponsal de EL TIEMPO
27 de julio de 2015


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