Por: Ignacio Vélez Pareja
"El tuerto" López- Día 3
Escogí tres temas del Tuerto López:
1. Varillazo
Es el texto del poema ilustrado con una acuarela de Javier Covo Torres. En Cartagena se usaba la palabra varillazo cuando uno quería decir que se iba lanzar a hacer algo osado, arriesgado. Este es un poema donde le pide prestado un dinero a Don Daniel Lemaitre, el de los Corralitos de Piedra y de La Ñapa. En este caso, la osadía fue pedirle prestado a Don Daniel, a quien dedica el poema, y como respaldo le ofrecía un anillo con una piedra preciosa engastada.
2. Rafael Pinzón Riveros
El poema acompañado con un texto de Ricardo Chica Geliz, experto en cine de su libro “Te invito a vespertina” y la carátula su libro.
3. Nick de Zubiría
El texto del poema va con una foto de Nick de Zubiría y la nota de Don Daniel Lemaitre en La Ñapa sobre el personaje.
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RAFAEL PINZON RIVEROS
(Natural de Hollywood)
"Diminuto y locuaz" como el partido
de Carlos E. Restrepo, bien pudiera
ser el últimó gnomo aquí escondido,
sin gorro puntiagudo y sin chivera...
Minúsculo, simpático y garrido,
plantó un cinematógrafo a la espera
de hacer plata y quedarse mal ferido...
Y en su enorme obsesión peliculera,
siempre anda por la calle a todo trapo...
y cuando va de prisa por la calle,
con la intranquilidad de un delincuente
y toda la inquietud de un gusarapo,
da la impresión, según Jacob Delvalle,
¡de una sílaba que huye de la gente!
1936
Cuenta Pinzón Riveros en su testimonio que para 1930 el Teatro Variedades, ubicado en la antigua capilla de Santa Cruz, había caído en desuso y era un depósito de basuras. Pinzón consiguió que la familia Porto le cediera el teatro y lo puso a funcionar. El atractivo público que inventó y promocionó Pinzón fue el de "sincronización de películas":
"¿En qué consistía la sincronización?
Tenía yo una gran colección de discos y yo mismo hacía la programación y ponía las piezas según los episodios de las películas. En ésa época solía suceder que la banda de músicos podía estar tocando un danzón caliente mientras se moría alguien en la pantalla. Yo cambié el sistema poniendo en casos semejantes un disco de música fúnebre. En la película 'Pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo', cuando Pedro estaba negando a Jesús, puse un sonoro canto de gallo que tenía grabado. El público aplaudió a más no poder y mi sistema de 'sincronización' quedó consagrado, con lo que me ahorraba treinta pesos que me cobraban los músicos" (1967)
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NICK DE ZUBIRIA
Músico y vate
No existe otro muchacho más sencillo
y más alegre, alegremente inquieto,
capaz de digerir hasta un ladrillo
y de bailar ceñido a un esqueleto...
Compone de un tirón un buen pasillo
y una oda virginal... y en el aprieto
de que puedan llevarle a un estanquillo,
jura que sólo toma leche y peto...
Músico y vate de genial presea,
bien se puede pasar con él un rato
sabroso de lirismo y sinfonía,
si no llega a meterse la Asamblea con el contrato, sí, ¡con el contrato mondo y lirondo de la Lotería!...
1936
NICK ZUBIRIA
Había cortado esta serie de "Corralitos" para arreglar mi maleta de viajero, pero acabo de escuchar por la Radio el homenaje rendido a la memoria de Nicolás de Zubiría, y todavía con una lágrima en mis ojos, quiero, antes de partir, dejarla caer en estas cuartillas como recuerdo para el amigo desapa- recido, y para felicitar luego a los promotores de aquel acto, cuya exquisita espiritualidad ha debido sumir muchos corazo- nes en melancólicas añoranzas.
Si el discurso de apertura por Manuel Benito Revollo fue delicadísima oración plena de poesía y sentimiento, las voces a duo, de Lucía Tono de Martínez y Josefinita de Gómez Naar parecían esfumar la silueta de Socorro Gómez, la bella y joven viuda de Nick, fiel traductora de su música y de su sentimiento, haciéndole aparecer a él ante el teclado, volteando la cabeza como solía hacerlo para mirar a quienes a su lado gozábamos sus momentos musicales.
Si justas y sentidas fueron las palabras de Fulminante para recordar las actuaciones del lamentado amigo, como algo de positivo valor y brillantez en nuestro mundo social, deliciosa y agridulce fue la crónica musical retrospectiva de Núñez Bossio, quien con el apunte de unos cuantos compases nos hizo revivir épocas deliciosas del Corralito de Piedra, cuando antes que todo, la espiritualidad rebosaba las copas de la juventud y la genialidad de Nicolás las llenaba con inolvidables melodías.
Porque Nick era el artista de la alegría, siempre dispuesto a llenar con ella los momentos de su vida, de la vida fugaz, para la que nunca tuvo conceptos desgraciados porque como artista mantenía su alma plena de ideales y no podía rozar sus pequeñeces.
La Radio ha poblado esta noche los ámbitos de Cartagena, de esa Cartagena tan querida por Nick, con las sentidas canciones que ella le inspirara.
Mi recuerdo, como la araña que se descolgaba hasta el piano cuando tocaba aquel otro Nicolás de Zubiría, su abuelo, ha bajado también por el hilo de la reminiscencias para oírle tocar como él sabía hacerlo, y sobre las teclas del piano de cola vagaban aún los últimos acordes cuando, en la puerta del gran salón vacío, la voz de Tito de Zubiría comenzó a recitar pausadamente una elegía, lo más bello que haya salido de su pluma.
Por la magia de sus palabras el desaparecido ha vuelto a sentarse al piano. La gran araña de cristal se ha iluminado. En las amplias butacas del estrado toda la familia escucha en recogido silencioLas viejas tías llevan sus pañuelos a los ojos. Por la casona señorial, ráfagas de brisa norteña atraviesan tra- yendo aromas de jazmín y haciendo balancear un mecedor vacío.
Mientras tanto, gozo asomado a este cuadro de dulces recuerdos y aquella lágrima que sentía rodar por mis mejillas viene por fin a caer y enturbiar las últimas palabras de este mi apunte emocionado.
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