Fahrenheit 451


Por: Janeis Morales

Integrante del Club de Lectura de Ábaco.

Reseña:

“Fahrenheit 451 es la temperatura a la que el papel se enciende y arde. Guy Montag es un bombero, y el trabajo de un bombero es quemar libros, que están prohibidos porque son causa de discordia y sufrimiento. El Sabueso Mecánico del Departamento de Incendios, armado con una letal inyección hipodérmica, escoltado por helicópteros, está preparado para rastrear a los disidentes que aún conservan y leen libros. La visión de Bradbury es asombrosamente profética: las pantallas de televisión que ocupan paredes y exhiben folletines interactivos; avenidas donde los coches corren a 150 kilómetros por hora persiguiendo a peatones; una población que no escucha otra cosa que una insípida corriente de música y noticias transmitidas por unos diminutos auriculares insertados en las orejas. Como 1984 de George Orwell, como Un mundo feliz, de Aldous Huxley, Fahrenheit 451 describe una civilización occidental esclavizada por los medios, los tranquilizantes y el conformismo.”

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Aquí comparto mis impresiones sobre la película.

Fahrenheit 451: La Película

–¿Qué me dice este autor, ¿qué me susurra entre líneas Ray Bradbury?–. Esa es la pregunta que resuena en mi mente al ver la adaptación cinematográfica de Fahrenheit 451.

Para mí, la película que está basada en la obra de Bradbury nos muestra un mundo aparentemente distópico que, sin embargo, resulta completamente aplicable a la realidad actual. Nos plantea una crítica incisiva al sistema social, una invitación a cuestionar nuestras creencias, pensamientos y emociones.

Esta crítica al sistema que propone Bradbury es un llamado a reflexionar profundamente sobre lo que pensamos y sentimos, y –por qué no– a cuestionarnos incluso aquello en lo que creemos. Un claro ejemplo de ello se encuentra en la escena en la que Linda, la esposa del protagonista Guy Montag, toma su medicación para evadir la emoción incómoda que le provoca un comentario de su esposo.

–No eres la única Linda que han llamado en el país para participar en el programa de “La Familia”–, le dice Montag, dejándola con una sensación de insignificancia que socava la imagen de fantástica que había construido para sí misma.

Esta escena refleja fielmente la conducta humana frente a las emociones que nos incomodan. Porque muchas veces, en lugar de trabajar o escuchar esas emociones, elegimos –como Linda– medicarnos para aliviar el dolor sin enfrentarlo. Bradbury acierta en su crítica al sistema, al sugerir que todos nos comportamos como borregos y que solo cuando decidimos actuar conforme a lo que realmente queremos, y no a lo que se debe o se espera de nosotros, podemos iniciar un camino de descubrimiento.
 

–Porque lo que lees, nadie te lo puede quitar, absolutamente nadie–.

Es una obra pensada tanto para las generaciones de adolescentes como para cualquiera que esté ávido de encontrar una lectura que lo lleve a cuestionarse, a desarrollar el análisis y el pensamiento crítico. Es una invitación a abrir los ojos y a darnos cuenta de la realidad que nos rodea.

Bradbury también nos ofrece una perspectiva que va más allá de las palabras impresas. Esto se percibe al proponernos el cuestionarnos sobre ¿qué son realmente los libros?, permitiéndonos entender que estos son mucho más que palabras en una hoja de papel. Porque los libros son personas, son experiencias, son un mundo entero percibido por sus autores.

Los libros son el universo que abre puertas a otras realidades.

“Los libros nos permiten entrelazar pensamientos, momentos y realidades, que, al tejerlos juntos, podemos construir nuevos universos”.

No importa qué circunstancias, tiempos o eventos acontezcan, ni siquiera si todos los libros fueran quemados, porque una vez que un ser humano ha leído un libro, este conocimiento trasciende y se convierte en un tesoro invaluable.


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