Recientemente, mientras preparaba una deliciosa avena para mi madre, me encontré reflexionando sobre el equilibrio entre la innovación y las tradiciones.
Mi mamá, una apasionada de las costumbres de nuestra tierra, me visitó y me pidió que le preparara su bebida colombiana favorita: avena. Durante la preparación, me observaba de cerca, cuestionando cada paso: “Yo no hago la avena así. Yo le pongo esto de otra manera”. Ella quería que siguiera su receta al pie de la letra.
Le pedí que me permitiera intentar con mi propia versión, prometiéndole que, si no le gustaba, la haría como ella siempre la ha preparado. Para sorpresa de ambas, no solo le gustó, sino que terminó tomando dos vasos al instante.
Esta experiencia me recordó cómo, en las organizaciones, a menudo nos resistimos a cambiar formas y procesos establecidos. Es natural que, cuanto más tiempo llevamos haciendo algo, más apegados estamos a nuestras maneras de hacer las cosas, sin darnos cuenta de que nuevas metodologías pueden ofrecernos resultados sorprendentes y efectivos.
El cambio puede ser difícil, especialmente en empresas con profundas raíces tradicionales, pero también puede abrir puertas a mejoras significativas y a la innovación. Al igual que mi madre disfrutó de una nueva versión de su bebida favorita, las organizaciones pueden beneficiarse enormemente cuando permitimos y fomentamos la experimentación y la adaptación.
A veces, un pequeño ajuste puede ser la clave para un gran avance. ¿Hay nuevas recetas esperando ser probadas en tu equipo? Cuéntame en los comentarios.
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Fotografía tomada de Pinterest (Tara´s Multicultural Table)