La base de cualquier estrategia de comunicación es la escucha activa. No es más. Sin embargo, es tan difícil que quienes logran hacerlo y entender muy bien cómo se mueve el termómetro de la audiencia en cuanto a intereses y pasiones son los que están logrando conectar y generar capital reputacional.
Escuchar, porque de manera auténtica se valora lo que el otro tiene para decir, porque se reconoce que siempre habrá una tercera posibilidad, porque el mundo se construye de manera colaborativa. Repetir hasta el cansancio la importancia de escuchar ya no debería ocupar nuestro tiempo y energía, pero hasta tanto no avancemos en este primer paso, será más difícil llegar a la meta esperada.
Qué sería de Cartagena, poniendo en práctica una escucha 360°, seguramente la visión estratégica de cómo resolver problemas de ciudad sería más acertada, podríamos dar pasos certeros hacia el entendimiento y conexión con el otro, hasta el punto de lograr transformaciones en los comportamientos y hábitos que necesitamos que cambien. La verdadera revolución en la comunicación no reside en la cantidad de mensajes que emitimos, muchos de ellos ignorando lo que las audiencias dicen y sienten, sino en la profundidad con la que escuchamos y respondemos ante las emociones y expectativas de las audiencias.
En tiempos de infoxicación y de la llamada economía de la atención, volver a la esencia de la comunicación nos ayuda a comprender cómo orientar nuestros propósitos. No es usar más y más tecnología, es aprender que somos seres humanos tratando de comunicarnos y conectarnos con humanos, y eso reviste un nivel más profundo en el planteamiento de cualquier estrategia desde el ámbito empresarial o de medios de comunicación.
Bien señala el profesor Ricardo Chica, “ante el impacto de las nuevas tecnologías, los comunicadores deben dominar el sentido estratégico del lenguaje. Antes de adoptar nuevas tecnologías, es crucial priorizar la pedagogía para que herramientas como la IA se enfoquen en la economía de la atención”, reflexión con la que me identifico plenamente.
¿Comunicación para qué, tecnología para qué? Para escuchar y posibilitar las conversaciones. El llamado es para las organizaciones, pues estamos en un momento clave en el que promover conversaciones con las audiencias, no enfocando todos los esfuerzos solo en informar de manera unidireccional los mensajes que responden a los intereses particulares de las empresas, será crucial en la construcción de relaciones auténticas y por supuesto, en la sostenibilidad del negocio.
En un mundo saturado de ruido, la capacidad de escuchar activamente se convierte en el superpoder que transforma relaciones superficiales en conexiones genuinas.
* Comunicadora Social, MBA, estratega de comunicación, reputación y marca.
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