Lo que sí nos debe indignar


Hace pocos días Teresita Goyeneche denunció que un amigo de un amigo la acosó a través de sus redes sociales mandándole una foto de ella acompañada de varios mensajes obscenos, y usando los mismos canales que su acosador, muy valientemente decidió hacer pública la denuncia a través de Facebook, logrando tan sólo que esta red social le borrara la publicación por ir en contra de sus políticas de privacidad. Peor aún, pasó de ser víctima a ser victimaria ante las autoridades judiciales.

Este es solo uno de los tantos casos que a diario pasan en nuestra ciudad y en el país. Ya lo discutíamos en cierto taller sobre formas de discriminación al que me invitó Claudia Ayola y en el que también participó Ana María González: las mujeres día a día somos violentadas en nuestro ser y obligadas a agachar la cabeza y sentirnos avergonzadas de nuestro cuerpo y de la manera como decidimos vestirnos.

¿O no les ha pasado (les pregunto a las mujeres) que cuando saben que van a pasar por enfrente de uno o más hombres, se acomodan la blusa, el escote, se bajan la falda, o estiran la entre pierna del pantalón para que no se les "marque" nada que pueda generar un "piropo" que más bien es un insulto y una falta de respeto?

A mi sí me pasa. Me pasa a diario.

- ¿Uy mami todo eso es tuyo? - Uy gordi es que estás rica... y el infaltable: - Si así te ves en rayas como serás en bola.

(Mejor ni sigo porque sé que muchos de los que dicen ser mis amigos después me harán bulling repitiéndome esos mismos comentarios).

Y ahí es cuando uno agacha la cabeza, se amarga el día y le provoca decirle al tipo hasta del mal que se va a morir, se pregunta por qué no escogió otra ropa, o por qué no cogió una ruta diferente para caminar. Ahí es cuando nos aminoran nuestra dignidad sin que podamos hacer nada porque sencillamente esas prácticas son socialmente aceptadas, porque la que hizo mal fue uno vistiéndose así.

Incluso sin necesidad de recurrir a palabras soeces, el acoso y el morbo son evidentes: - Mi amor buenos días - frase obviamente acompañada por una acción de acercamiento para hablarte cerquita a tu cara o lo que es peor, con la intención de rozar su cuerpo con el tuyo.

Y pobre de tí donde no contestes los buenos días. Enseguida el reclamo se hace en voz alta diciéndote que eres una grosera que nisiquiera responde los buenos días. Y los ejemplos siguen, son muchísimos y se camuflan de diversas formas.

Teresita no estás sola, te acompañamos miles de mujeres que desafortunadamente también sufrimos a diario la violencia de género y el machismo tan arraigado en la sociedad. No estás sola porque aunque aún en pleno siglo XXI es inevitable que estas cosas pasen, actos de valentía como el tuyo logran la revolución de las pequeñas causas y hacen que por lo menos un hombre replantee su conducta hacia las mujeres, y así sea una mujer (que se que son muchas) generen conciencia frente a lo que valen, a la libertad que tienen sobre sus cuerpos, sobre la ropa que deciden ponerse, las amistades y los sitios que frecuentan.

Creéme que lo que hizo Facebook no borrará el escarnio público al que fue sometido este señor y él sabe que así es.

PD: A todas aquellas mujeres que hayan sido violentadas de alguna forma, las invito a usar la línea nacional 155 o concretamente en el caso de Cartagena, acudan al Centro de Orientación a la Mujer creado por la Corporación Universitaria Rafael Núñez y la Secretaría de Participación para que conozcan el camino jurídico a recorrer en estos casos.


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