Planes de desarrollo ¿Una construcción colectiva?


Cuando Manuel Vicente Duque desarrolló su programa de gobierno, parecía tener claro que uno de los grandes problemas que afronta nuestra ciudad es que ha crecido sin tener en cuenta la opinión de los jóvenes.

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Sin embargo, con cada acción del gobierno de “Primero La Gente” se evidencia que los jóvenes, o cualquier grupo poblacional en realidad, están lejos de ser el centro de la administración distrital.

Y es que aunque resulte incoherente que desde la alcaldía se deslegitimen las luchas de los movimientos sociales, sean inoperantes por desconocimiento de la ley, o peor aún, no brinden mecanismos efectivos de participación ciudadana, la cosa empeora si a esa maquiavélica fórmula se le añade un toquesito de engaño y cinismo, haciendo creer a la ciudadanía que se es consciente de esas falencias y que se trabajará por cumplir con sus obligaciones constitucionales.

De allí se puede deducir el por qué muchas veces la gente es apática ante los diferentes procesos políticos que se generan en la ciudad.

Los jóvenes tienen unas realidades bien complejas de estigmatización y exclusión. Nada más pensar en quienes conforman las pandillas y quienes engrosan las cifras de embarazos no deseados. Es que esta juventud de ahora…

Estos jóvenes, han salido de su zona de confort y se han organizado en diferentes movimientos sociales con horizontes muy definidos, y se preocupan por construir lo que para ellos constituye una sociedad mejor.

Y es allí donde estos jóvenes, quienes tienen una visión dinámica y progresista, chocan con las instituciones y los funcionarios con poco nivel de compromiso cargados de burocracia y clientelismo.

Pero aterricemos a acciones puntuales: en el mes de enero, la administración del alcalde Manuel Vicente Duque incentivó a los diferentes grupos poblaciones, (afros, jóvenes, discapacitados, víctimas del conflicto armado, población LGBTI, mujeres, infancia y adolescencia), todos por separados porque a los gobiernos les aterra pensar que hayan mujeres negras víctimas del conflicto armado, o que hayan jóvenes LGBTI en condición de discapacidad, (y miles de combinaciones más) a que participaran en la construcción del Plan de Desarrollo Primero La Gente.

Al llamado asistieron diferentes agremiaciones que representan a estas poblaciones, y en los espacios y fechas acordadas, diferentes organizaciones de jóvenes agrupados en la Mesa Alternativa de Juventudes de Cartagena, plantearon sus propuestas de lo que ellos consideran debe tenerse en cuenta para abordar las problemáticas que aquejan a esta población, que supera los 265 mil en nuestra ciudad.

En el camino se encontraron con varias sorpresas. Una de ellas es que la convocatoria no era exclusiva para jóvenes, es más, ni siquiera era para los jóvenes, sino para unos señores representantes de diferentes organizaciones, que debían pensar en lo que querían o se debía hacer por los jóvenes.

Es decir: para pensar a los jóvenes se convocó a quienes lo fueron hace 20 años.

Pero una vez estando allí, los miembros de la Mesa Alternativa de Juventudes en Cartagena buscaron tener la palabra y aportar en el diagnóstico que se requería para analizar el complejo tema de los jóvenes.

Las propuestas reunidas por los jóvenes, no se alejan a lo que cualquier mandatario debería hacer si quiere que la ciudad supere los niveles de miseria, desigualdad e inequidad.

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Pasaron los días, las semanas y los meses. Finalmente llegó el momento de mostrar el Plan de Desarrollo “construido por todos” ante el Concejo Distrital para su aprobación.
De lo que se enteraron los jóvenes, al asistir a las diferentes audiencias públicas realizadas por el Concejo, es que nada, nada de lo que ellos propusieron estaba consignado en las diferentes mesas de trabajo fue incorporado en el documento final.

Señores funcionarios de la Alcaldía Distrital, (incluido el señor Alcalde Manuel Vicente Duque): ¿era necesario poner a la gente a soñar con una ciudad mejor, a pensar una Cartagena desde sus ciudadanos, si finalmente se iba a presentar un Plan de Desarrollo que seguramente ustedes ya tenían redactado desde el inicio del mandato?

Algunos me dirán que sí, que es necesario para poder llenar los indicadores de participación ciudadana para la rendición de cuentas.

La pregunta entonces cambiaría. ¿No les da pena poner a las organizaciones sociales y comunitarias, que muchas veces no cuenta con los recursos financieros para que sus diferentes miembros se desplacen, a pensar y repensar la ciudad para que ustedes sencillamente omitan todos sus aportes?

Esto no se trata de plata. Sabemos que Cartagena tiene un déficit gigante de la administración pasada (por los créditos que el Honorable Concejo le aprobó a Dionisio Vélez para que iniciara unas obras mal hechas), pero también sabemos que quienes pueden decir qué necesitan para el desarrollo de sus comunidades es la misma gente. La gente no está siendo lo primero en su gobierno señor Alcalde.

Desconocer la ley no exime su cumplimiento

Las organizaciones juveniles vienen luchando desde hace varios años para que en Cartagena se de cumplimiento a la Ley 1622 o Ley de Juventudes, la cual obliga al Estado (representado también en sus entes territoriales) a garantizar los mecanismos de
participación de los jóvenes e incentivar su incidencia en los asuntos del gobierno.

Hasta hace pocos días, los jóvenes han recibido la atención por parte de la Secretaría de Participación y Desarrollo Social para iniciar en la estructuración de una organización amplia que reúna a todas las demás. Ojalá y sí se cumplan con estos procesos, que cada día los jóvenes reclaman más.

No deberían estar solos

En diferentes oportunidades, a través de oficios, los jóvenes han manifestado su inquietud frente a la paquidermia del Estado para garantizarles el acceso a los diferentes espacios democráticos. Sin embargo, entidades como la Personería Distrital han guardado absoluto silencio. Entonces ¿a quién se espera que recurran estos muchachos?

Una última cosa: increíble que en el Concejo Distrital haya varios concejales que no superan los 25 años, que no tengan la visión para abanderar esta lucha de los jóvenes, que por lo menos, les representará votos en sus próximas campañas. Ni delfines alcanzan a ser.


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