En la vida hay enseñanzas que no requieren de mayores proposiciones que las que se deducen del sentido lógico de esta, tal parecería que el diario vivir se nos presentara con factores que podríamos llamar insulseces o estupideces, los que podrían ser mayores a los que pensaríamos creer y hasta aceptar, por ello, la lectura desprevenida o no, de lo que aquí se pueda escribir y argumentar, aparte de tener su propia carga de insensatez, quizás, dada la terquedad con la cual podríamos presentar nuestros puntos de vista sobre temas culturales, filosóficos, jurídicos, políticos y hasta de trivialidades, pienso, quizás en sana vanidad, ayudarnos a tener otra perspectiva con la cual enfrentar ese desasosiego colectivo, el cual en forma preocupante se nos viene presentando en la formas más absurdas de acciones, reacciones de violencia premeditada e histérica. No quiero posar de erudito en nada, más ignorante no me puedo reconocer, pero parto que en una escala más amplia la encontramos en nuestro acontecer social, por ello, frente al maremágnum inevitable de lo irremediable, al momento de hacer valoraciones o de contrición personal, puedo morir un poco más tranquilo, porque algo di para aminorar las cosas. Definitivamente mi pesimismo es irremediable pero reconfortante.