UN LUNES HERMOSO DE AGOSTO.
Dos hombres han dado orden solemne y real de silenciar los fusiles. Cincuenta y tantos años después del ataque a Marquetalia se ha logrado un acuerdo de civilidad y humanismo entre dos combatientes: El Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC - Ejército Popular. Fueron cuatro años de paciente y ardua labor para lograr un entendimiento, fue necesario llegar con sinceridad y el firme deseo de acabar con la guerra. Llegaron a la sensatez que no había probabilidad de existir un ganador después de tanto tiempo de barbarie, envilecimiento y de estupideces que solo da la guerra fratricida.
Se han pactado unos acuerdos necesarios para la convivencia. Reforma Agraria. Inclusión social y oportunidad para los combatientes de las FARC. Apertura económica para los más necesitados y real participación democrática en el ejercicio del poder. Contención definitiva a la barbarie de grupos armados en contra de los activistas y defensores de los Derechos Humanos. Garantías para la los opositores políticos de cualquier vertiente política. Verdad, justicia, reparación y reconocimiento de todas las victimas del conflicto armado. Sometimiento al Tribunal de Paz para la reconstrucción de la memoria histórica del conflicto. Esta la vigilancia de los Estados y pueblos garantes de la comunidad Internacional. Ahora Viene la necesaria aprobación de los acuerdos por parte del pueblo Colombiano, por eso votare él Si en el Plebiscito.
El día presagiaba lluvia. Los vientos alisios se habían escapado por el agujero de ozono producto de la guerra del hombre a la naturaleza, han llegado triunfantes para elevar miles de cometas, de infinitos colores, pintadas de esperanza, fe y Tolerancia. Esos dos hombres, pese a todo, dejaron atrás a los chacales hipócritas y sanguinarios que han querido perpetuar la guerra a punta de falacias. Las estadísticas de muertos por la violencia de otros Gobiernos los abruman. Otros, agazapados en las mieles del poder, mascan los acuerdos de paz, pero no lo tragan, no se atreven a una abierta oposición porque sería un suicidio político, pero una vez atornillando en la Silla Presidencial a un opositor, publico o larvado, de los acuerdos de paz, daño estructural a lo pactado podrían realizar. No obstante, a pesar de sus mezquindades también hay paciencia y tolerancia para ellos.
El país poco a poco se aferra a su paz. Es su derecho. Es el más elemental instinto de conservación el que finalmente se impone. Luego vendrán las necesarias reformas, porque de que hay que cambiar cosas hay que cambiarlas, sobre acuerdos nacionales sin mentiras y con transparencia. Esos dos hombres van camino a la historia agarrados de la mano con una nación agradecida. Gracias señor Presidente, Juan Manuel Santos Calderon, Gracias Señor Timoleon Jimenez.