Estimado profesor, no lo conozco y usted tampoco me conoce (o al menos eso creo). Acabo de leer su artículo titulado “Udeceísta: Te espero en clase”, y usaré una expresión que usted usó, aunque lo haré en un sentido diferente: Para decirlo sin vueltas, no estoy de acuerdo con su artículo.
Sin embargo, no es mi intención criticar su postura respecto al paro estudiantil. Al final de cuentas cada quien decide en qué charco bañarse. Usted tiene toda la libertad de despreciar la lucha estudiantil y halagar la figura del Rector. Ahora pensará, si no voy a criticarlo por su posición respecto al paro, entonces, ¿qué es lo que vengo a criticarle? Se trata de una afirmación que usted hace al final de su texto, una afirmación que tiene pretensiones filosóficas pero que por desgracia se queda corta. Tal párrafo ha generado en mí tanta indignación que debo esforzarme por recurrir a un lenguaje formal para evitar aflorar la rabia que usted me ha causado.
Como es propio de los filósofos, le responderé justificándome en un pensador muy importante en la filosofía, para algunos puede ser un cliché, pero se trata del inevitable Descartes.
Usted, en su artículo, dice:
“Hablando de contribuciones, les pido toda su atención, porque lo que sigue no es un asunto menor. Es absolutamente inaceptable el bajísimo nivel de redacción visto a lo largo de todo el debate estudiantil en comunicados, en pronunciamientos, en redes sociales. Caen tanto estudiantes como profesores, más los primeros. A mi juicio: si no sabes escribir, tampoco sabes pensar. Ni en sentido conceptual, ni en sentido estratégico. Les ruego el favor, les suplico que superen ese vergonzoso problema generalizado. Dos cosas. Uno. Hagan un esfuerzo por leer todos los días, fuera de lo que les toca estudiar en la universidad. Por lo menos intenten llegar a diez libros completos en un año.”
Ahora yo le pido toda su atención. Fíjese en la afirmación problemática: “si no sabes escribir, tampoco sabes pensar”. Luego usted menciona que los estudiantes deben hacer un esfuerzo por leer, pero parece que usted se saltó un texto fundamental que todos, no sólo los filósofos, deben leer. Se trata del Discurso del Método. Si no lo leyó, aquí le traigo algunas citas. “El buen sentido [Descartes se refiere a la sabiduría, pero podemos traducir también razón] es la cosa mejor repartida del mundo, puesto que cada uno piensa estar tan bien provisto de él que, incluso aquellos que son más difíciles de contentar en otra cosa cualquiera, no acostumbran a desear más del que tienen” (1974, p. 59). En este sentido, Descartes nos muestra que todos los hombres poseen un buen sentido (razón o sentido común), y en esto él será bastante insistente. Ahora, podríamos preguntarnos, si todos los hombres tienen razón, ¿qué hace que algunos sean mejores que otros en los asuntos académicos? Aunque Descartes no usó en estricto sentido la palabra mejor o peor respecto a las habilidades intelectuales, el caballero francés afirma que “la diversidad de nuestras opiniones no procede del hecho de que unos sean más razonables que otros, sino tan sólo del hecho de que conducimos nuestros pensamientos por vías diversas y no consideramos las mismas cosas” (p. 59).
Respecto a las deficiencias ortográficas y gramaticales que usted califica como manifestación de la ausencia del pensamiento, Descartes dice que “los hombres que tienen el razonamiento más poderoso y digieren mejor sus pensamientos para hacerlos claros e inteligibles, pueden conseguir mejor la persuasión de lo que se proponen, aun cuando no hablen más que bajo bretón y no hayan aprendido nunca retórica” (p. 68). Hay otra forma de decir esto (y es algo que podemos ver en nuestro país si viajamos a los pueblos y visitamos campesinos), para que no vaya a creer que me las estoy tirando de intelectual. Resulta que muchos campesinos y personas que no han tenido la oportunidad ni siquiera de aprender a leer, terminan desarrollando una sabiduría mucho más hermosa y digna que la de los doctos que se jactan de títulos y puestos… ¡Aunque no sepan escribir!
Pero esto podría conmocionarlo, así que vamos a volver a Descartes y las citaciones formales. No sea que por recurrir a ejemplos cotidianos y por fuera del ambiente académico, venga usted a calificarme de inculto o falto de educación.
Descartes decidió alejarse de las comunidades académicas donde fue formado, en su texto se justifica diciendo:
“Porque me parecía que podía encontrar mucha más verdad en los razonamientos que cada uno hace a propósito de los asuntos que le importan, en los cuales no tardará la realidad en castigarle si ha juzgado erróneamente, que no en los que hace un hombre de letras en su gabinete acerca de especulaciones que no producen efecto alguno, y que no tienen para él otra consecuencia que la de hacerle, tal vez, sentirse más envanecido cuanto más alejadas estén del sentido común, puesto que habrá tenido que emplear tanto más ingenio y artificio para tratar de volverlas verosímiles” (pp. 73 – 74).
Para tratar de resumir un poco el recorrido a través de Descartes, respecto al pensamiento, en sus Meditaciones Metafísicas, el filósofo francés afirma que existen dos sustancias, la Res Extensa y la Res Cogitans (podríamos hablar de una tercera sustancia, la divina, pero algunos expertos las resumen en dos puesto que la divina vendría siendo Res Cogitans pero en un nivel de perfección mucho más alto al del hombre). Por lo tanto, la Res Extensa corresponde a todo lo físico, lo material, y la Res Cogitans se refiere al pensamiento (alma, espíritu o entendimiento). Descartes afirma que sólo los hombres (letrados o no letrados) poseen simultáneamente Res Extensa y Res Cogitans, dejando a un lado a los animales, quienes son sólo Res Extensa, es decir, no piensan (y Descartes no es muy específico respecto a las sensaciones, pero podemos decir que los animales tampoco sienten. ¡Ojo! Esto es según Descartes). Si los hombres, todos, letrados y no letrados, poseen Res Cogitans, es decir, pensamiento, ¿cómo se le ocurre a usted afirmar que alguien que no sabe escribir no sabe pensar? ¿Dónde leyó eso o en qué autor se fundamenta? Pero creo que lo que usted manifiesta puede llegar a ser algo peor que simplemente decir “si no sabes escribir, tampoco sabes pensar”, porque usted señala eso de “no saber escribir” como un “no saber escribir bien”, puesto que se trata de una escritura con errores ortográficos y gramaticales. Podríamos reformular su afirmación de la siguiente manera: “si no sabes escribir bien, entonces no sabes pensar”. Aunque esta oración simple sea lógicamente válida, en ningún momento se afirma la verdad de sus enunciados.
Habría que distinguir entonces entre lo que es “escribir bien” y “escribir mal”. Sin hacer mucho escándalo, es evidente que escribir con errores de ortografía puede caer bajo la denominación de “mala escritura”, pero resulta que personajes letrados, expertos en técnicas de redacción y retórica, no producen textos interesantes y dignos de su lectura, porque a pesar de carecer de errores ortográficos, no logran conmover o impactar las almas de sus lectores.
Si la presente disertación fundamentada en Descartes no le parece suficiente, podríamos contactar al mismo Rector Parra, quien al ser profesional de la medicina (aunque no sea su campo de especialización) podría decirnos que todo ser humano, incluso aquellos que padecen de enfermedades mentales o que han nacido con ciertas condiciones como los autistas o niños con Síndrome de Down (incluso los que presentan retrasos mentales agudos), poseen una facultad que podemos llamar pensamiento, a pesar de sus dificultades en la comunicación y estructuración de razonamientos. Empero, estamos hablando de estudiantes universitarios, de gente que está recibiendo una formación académica profesional y puedo comprender su indignación frente a la presencia de errores de ortografía en estudiantes universitarios, cabe resaltar que hay muchos que van a la Universidad a pasear, pero ese no es el punto en este texto.
¿Tengo que recordarle que la educación (lo que involucra a un gran parte de los docentes) en el país no es muy buena que digamos? Y el problema es mucho más profundo, más allá de los malos salarios a los profesores. Es evidente que muchos profesores no investigan, no leen y no producen. En la gran mayoría de los colegios no se enseña a escribir y leer adecuadamente, dando como resultado estudiantes universitarios que carecen de las habilidades intelectuales fundamentales para desarrollar trabajos académicos de alto nivel, porque como lo interesante es sacar un buen ICFES, se deja a un lado cuestiones de fondo como escribir y leer. Pero, ¿para qué estamos los docentes? Hace pocos meses fui estudiante universitario de pregrado, hacía parte de ese colectivo que usted califica como personas que no saben pensar, y acabo de iniciar como docente de bachillerato y todos mis estudiantes cometen errores de ortografía, la gran mayoría no sabe cómo formular un párrafo decente, pero para eso estoy ahí (o al menos eso creo), para enseñarles cómo escribir, tal vez no bien, pero si de una manera que permita una comunicación clara y precisa, porque es que eso de escribir bien va más allá de saber formular una oración y saber dónde van las tildes.
Deslegitimar la lucha estudiantil no sólo a través de halagos al rector de la institución, sino por medio de un insulto tan desagradable como decir “si no sabes escribir, no sabes pensar”, manifiesta la existencia de personas (así como dijo un colega al que estimo mucho) que por creer que saben escribir bien, entonces piensan.
Bibliografía:
DESCARTES, R. (1974). El Discurso del Método. Editorial Bruguera: Barcelona.