Comienza un nuevo ciclo, al menos bancario, fiscal, lo que quieran; un nuevo aire se inaugura en este viaje de la vida.
Con el fin del dosmilquince y la llegada rotunda de este que entra, me aventé a regresar a esos lugares que germinaron, como tierra fertil ,mi deseo de caminar. Heme aquí de nuevo, caminando al saqsaywaman, donde antes todos los habitantes del cCusco imperial y todo este gran imperio, en busca de respuestas y perspectivas para mi nueva hoja de ruta. La trsiteza de tener que pagar por disfrutar de un lugar sagrado para nuestra historia se ve amilanada por la belleza inexorable del paisaje y su eco. Qué más puedo pedir, me digo en ese momento, agradecida hasta el tuétano por poder disfrutar el espacio donde cada junio se celebra un nuevo año para los Incas. Y aunque el cristo blanco gigantesco y carismático me resulte agradable no logra embelesarme tanto como ese rejunte exquisito de piedras, en la cima del Apu. "Que me agarre escribiendo!" Pensé, luego de intensa caminata de regreso al lugar que me recibo.
Mil canciones tarareo en mi cabeza y hasta canto mientras transito a brinquitos las callesitas empedradas de este cusco infinito en caminos...un laberinto en el que vale la pena perderse. Allí, en el paso acompasado de mi día, mi mente también viaja por su cuenta y vielve a momentos, actos, decisiknes y se apea justo allí, en la escena de una acera al sur de un chile lindo, con un carro roto, poco y nada en el bolsillo y la mirada tan perdida como el sosiego. Nos sentimos desamparadoa, al menos fue mi caso. Pero el mundo siempre sabe cómo volverse a poner en su centro y fue inmediatamente después que un millar de rostros salierona nuestro encuentro; sin conocernos, de la verdadera nada, a auxiliarnos. El recuerdo todavía me quebranta de alegría y regocijo al recordar las dádivas y el ánimo, al ver, como si se tratara de ahora, los vidrios de la farola derecha y recogerlos mecanicamente. Desppués de todo nunca nada está perdido. Lo rexuerdo hoy; a ese Chile lindo y también poderoso, victima necesario de su propia historia pero bueno en esencia, de verdad. Gracias al incidente que, de soslayo, acabo de relatar, sin entrar en detalles que ya no viene al caso, supe que mi viaje realmente había comenzado; que un camino lleno de revisión, aprendizaje y reencuentro se inauguraba, como ahora este nuevo año, una nueva historia que daría vuelco a mi vida. A la de ambos, en ese momento.
El pasado está, y la única razón para que lo recapitulemos es buscando la retroalimentación de donde podamos extraer las lecciones que, bien aprendidas, quedan tatuadas y difícilmente pueden obviarse. Supe desde entonces que la historia de los hombres necesitaba ser reeditada en mi cabeza. Todo esto, en búsqueda de más elementos para comprender de manera más global nuestra naturaleza humana. Una empresa ambiciosa que podría tomarnos toda la vida.
Así que he vuelto aquí, al Cusco imperial, con forma de Puma, conquistado hasta la saciedad por un único Dios que, a diferencia de su cosmovisión, recrea la idea del infierno y condena la muerte del animal como ofrenda. Los vestigios del imperio que no conocí, hoy remueven mis más sensibles fibras como antes, cuando caminé en compañia de mi amor sus montañas. Sé que mi sangre se bifurca entre la cadencia del caribe y la fortaleza de lo andino; sé también que mi lugar está donde llego y allí me debo, sé que el mundo es más grande ahora que estoy por cerrar Suramérica, que otras historias reclaman mi presencia para ser contadas.
Así que hoy evoco el pasado con la alegre melancolía de la tranquilidad, segura que mi paso por la vida comienza a tomar la forma de mis deseos.
Nos veo ahora allí, en una ciudad pequeña ciudad entre las cordilleras de los andes y Nahuel Buta, que lleva el nombre de Victoria, en plena flor de la Araucanía, cuna de guerreros mapuches que se resisten a negociar sus creencias y la tierra que eligieron para asentarse, sufriendo las consecuencias del mundo contemporaneo, esa nueva forma de diezmar lo que no encaja. Allí aprendí junto a Gastón y de la mano de Ale, Gia, la coli, el gran Alfonso y todos los personajes que ahora se me escapan pero que llevo tejidos en el alma, las lecciones más grandes sobre conmiseración, conciencia y solidaridad. Qué suerte hemos tenido al conocerlos.
Feliz año nuevo, lectores del Universal, amigos y familia. Hoy es como cualquier día en dónde queremos hacer de nuestra vida poesía; fundámonos hoy en un deseo colectivo de bienestar.
Que me agarre escribiendo!