Mauppassant y la creación artística; resonancias entre poesía y novela
Cuando guy de Mauppasant, en el prólogo a Pedro y Juan, enuncia los lugares del crítico en la novela separándolo del lector cotidiano, enuncia también una ética de la lectura y estimula la observación del espacio para la creación artística, el temperamento de su sujeto: el artista.
Está ética está enmarcada en hacerle justicia a la libertad de la creación: un oxímoron que pervive en la historia de la literatura y las artes, en general: sin hábitat, la vida de la artista peligra; sus motivos, sus razones y silencios también se conjugan en su obra, por más imperceptibles que resulten. Si es una bocanada de intimidad que se vuelca, el crítico puede transformarlo en una bocanada de oxígeno cuando lee con su cuerpo la obra.
La obra, insisto, dialoga con el cuerpo, con todos los cuerpos. La novela busca hacerlo con nuestras historias personales de vida; cuando la novelista conquista las palabras exactas, la resonancia de lo narrado nos acompaña en la vida, muchas veces, para siempre.
La literatura es ponerle nombre a la existencia, actualizar las palabras para mantenerla erguida. Lo que se recuerda de una novela queda alojado en un lugar específico del cuerpo, y muchas veces late en lugares diferentes del cerebro, esto es, en diferentes formas de comprensión.
A esos lugares nos llevan los novelistas, lazarillos en el espacio de su universo creado.
¿Quién soy yo para colonizar esos espacios? Ni siquiera Virgilio, que conocía a pie juntillas el infierno, se atreve a intervenir en las inquietudes de Dante; lo custodia por los abismos y se asegura de entregarlo a las puertas del cielo, al encuentro con Beatriz o la teología.
Para esclarecer la ética de la lectura que intento teorizar, traigo a colación algunos fragmentos de las canciones de Fabián Tous Yemail[1], artista cartagenero; la aparente dislocación del lenguaje desemboca en escenarios totalmente legibles, comprensibles por intelectuales y desprevenidos. Este diálogo apócrifo entre el artista clandestino de mi natal Cartagena y Mauppasant pone en evidencia la necesidad de darle lugar al corazón en el espacio de la artista o el artista, y así, salvar a la mirada del crítico de su actitud mutiladora:
(…) En eso consiste la libertad, en mirar el horizonte inmenso,
no empeñados en definir
poniendo nombres
a todas las guerras
a todos los miedos (…)
Fabián Tous Yemail. La libertad.
Ahora bien, cuando Mauppasant “cruza la vereda” entra al espacio de la creación y dictamina una deontología desde allí, la situación cambia de perspectiva. Celebramos que los sentidos de las imágenes y el mensaje de las cavilaciones de la novelista se encausan, como un río, en su obra, la novela.
Cuando ocurre, esto es, cuando la tecnología de la escritura logra asir el lenguaje, estamos frente a una obra que se mantiene viva en lo torrentoso del tiempo. Se puede decir que se convierte en una interlocutora del tiempo: la novela se erige entre lo caduco -que es todo, absolutamente todo en la experiencia vital individual y colectiva- para recordarnos su mensaje muy seguramente ligado a esa misma vida -ya tan nombrada- y sus avatares. En la presunta lógica de esta metáfora, la novela desemboca en el mar, solo así regresará una y otra vez a dialogar con otras artistas. Solo así se concreta su inmortalización.
En ese sentido, la novela conserva vasos comunicantes con la poesía: ambas, dos armas cargadas de futuro.[2]
La novela, como la poesía, está en las calles; a diferencia de la segunda, la aventura narrativa tiene o se debe a más espacio, más palabra, más imagen; crea pensamiento porque lo recicla: [3]después de dialogar con la literatura y el recuerdo, la artista regresa a su intimidad y dialoga consigo misma. Ese camino - a veces arbitrario, oblicuo o hasta lineal- ese diálogo de muchos días y décadas se entrega a quien lee y a sus críticas. Un remitente sin rostro.
Liberado el corazón o publicada la obra, tal como lo prescribe Mauppassant, la artista optará por una coraza para sí misma o la agonía provocada por la incomprensión; será vasalla en su propia obra o se dejará a ambas, a sí misma y a su obra, en la libertad de tomar caminos distintos. Cuando mucho, paralelos, cercanos.
Nota al margen: este documento fue creado hace algunos años, tiene algunos ajuste menores de digitación y es parte del material que comparto como creación propia en mi taller de Escritura.
Citas numeradas
[1] A Tous se considera un artista puro en Cartagena; su música y su escritura dialoga con las experiencias locales vitales. Hay muy pocos estudios sobre su trabajo con el lenguaje en la música, este sería una primera exposición, apenas un esbozo.
[2] La poesía es un arma cargada de futuro, canción de Paco Ibáñez.
[3] García Lorca se refiere de esta manera a la poesía y he querido equipararlo a la creación de la novela: "La poesía es algo que anda por las calles. Que se mueve, que pasa a nuestro lado. Todas las cosas tienen su misterio, y la poesía es el misterio que tienen todas las cosas. Se pasa junto a un hombre, se mira a una mujer, se adivina la marcha oblicua de un perro, y en cada uno de estos objetos humanos está la poesía. Por eso yo no concibo la poesía como una abstracción, sino como una cosa real, existente, que ha pasado junto a mí. Todas las personas de mis poemas han sido. Lo principal es dar con la llave de la poesía."
Fragmento de una entrevista de Felipe Morales a Federico García Lorca. 1936.