¿Dónde comienza y termina el dolor en este país del sagrado corazón?
Ojalá supiéramos
Ojalá extirparlo fuera tan sencillo
como arrancar la maleza de un jardín
sin tirar de las raíces de otras plantas
Cómo explicarle a un capitalino que solo hay buena yuca
ñame blando
que, para peligro, el hambre
que, para llanto, el de las madres,
sucursal de María en el calvario,
la misma a la que le rezamos con tanta devoción,
el mismo corazón en llamas
desde hace veinte,
cinco, doscientos años
el mismo desangre y la misma deuda
desde que se rompió un florero,
y ya para qué
La misma lógica de artesano, criollo y heredero,
el mismo dios que no se parece a Dios
persiguiendo tambores, mujeres y mestizos por igual,
pero "ya el cordero manso" y la misma duda de quién tiene la culpa:
y hace cuánto
y hasta cuándo y porqué
Todo este dolor de agravio y desmán, ¿con qué se cura?
De lo que llamamos hoy país queda apenas el intento:
De lo que llamamos hoy país queda apenas el intento:
un 'príncipe de Dinamarca' gatillo fácil
un centenar de Polinices sin Antígona
otro número en ascenso de Perséfones
retenidas por siempre en el Hades,
para siempre en contra de su voluntad
Un puñado de poetas con este nudo en la garganta
por una historia que malversa los activos de la memoria
en este país que
más bien parece
de Rosario Tijeras, reguetón y Salsipuedes.