Si mañana fueran las presidenciales


Si mañana fueran las presidenciales, yo quizás votaría en blanco y me sentaría, como nunca y hasta dichosa, a ver cómo es que la casta política con su maquinaria de fervientes feligreses mueven su estrategias presentando nuevos candidatos, mientras el aparato electoral asume un reto nuevo para la reciente historia de nuestro país. 

Haciéndolo -marcando cuidadosamente mi voto en blanco- sentiría que le "salvo" la vida a Petro, no sólo de la ignominia de un asesinato que lo convierta en mártir, sino de las garras oprobiosas del heroísmo y el poder. Le ahorraría al país la vergüenza de elegir a un alfil de nuestro popular e inquieto (adjetivos por respeto a su edad y su familia) ex presidente, Álvaro Uribe Vélez, y evitaría el riesgo de convertir a Colombia en el hazmereír mundial, eligiendo al doctor Vargas Lleras o la dignísima dama de las mil posturas y militancias, doña Marta. Con mi voto en blanco, y en el uso cabal y pleno de mi derecho a elegir -incluso si desisto de los nominados- daría descanso a 'las polas' de mi querido Humberto de la calle para quien, seguramente, encontrarán un mejor lugar con la investidura digna de sus aportes y sabiduría. Con mi voto en blanco desestimaría a la doctora Viviane Morales y su cruzada cristiana, que de a ratos me pone nerviosa con tanto radicalismo aún cuando en mi familia tenga más de un cristiano con convicciones serias y, por consecuencia, respete la institución de la familia.

El voto en blanco es otra opción, y en el ejercicio de ser parte de la democracia lo contemplo seducida por sus alcances y envergadura, so pena del riesgo al que me expongo por sugerir, en pleno hervor electoral, tal oprobio. La mitad más uno, al igual que un candidato, elige la opción y representaría la inconformidad con el manejo, por demás, pueril, sensacionalista e irrespetuoso, que se le ha dado a estas elecciones.

Seguro siempre es así (Lamento si hiero susceptibilidades) pero se me olvida el berenjenal en el que se convierte el país, sobre todo ahora con el auge de las redes sociales y el mundo digital.

Si mañana fueran 'las presidenciales', quizás mi candidato elegido sería el voto en blanco. Pero mañana no son las elecciones presidenciales, y mi postura no representa a nadie más que a mí misma. En una democracia -aún en esta, con sus bemoles y desencantos- decidimos entre todos. 

¡A ver cómo lo asumimos!

Opinión.
Primera entrega.

Tania del Pilar.


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