Los niños en la ciudad


Una pregunta obligatoria para cualquier colectivo con acción o interacción social es, sin duda, qué tipo de ciudadano estamos formando y qué tipo de sociedad queremos ser; en nuestro caso, cómo nos imaginamos al ciudadano cartagenero en diez años. En ese contexto, también somos conscientes de un postulado lógico y es que el niño de hoy será el adulto del mañana: el maestro, juez, policía, alcalde, empresario, abogado, mecánico, trabajador, padre, tío, hijo del porvenir; y allí es donde semejante responsabilidad habría de generarnos preocupación. 

 

La formación humana comprende un cuidadoso y complejo proceso que va desde la infancia hasta la edad adulta, ya que no solo se refiere a los saberes teóricos que enseña la escuela, sino a la adquisición y reacomodación  de creencias, actitudes, valores e ideologías que extraemos de nuestro núcleo familiar y de los espacios que compartimos con los demás, especialmente en los primeros años de vida, lo que a la postre nos convertirá en un adulto socialmente funcional, en tanto que por medio de la socialización o interacción con otras personas es que internalizamos los valores, las creencias, y normas sociales, culturales y muchas veces legales que orientan nuestro contexto. 

 

Este proceso es fundamental en la niñez, en donde se refuerza la “forma de comportarnos” ante los demás seres humanos, permitiendo que el niño incorpore la diferencia entre comportamientos y valores aceptables e inaceptables socialmente, reforzando para la vida adulta la solidaridad, el respeto, la escucha, la tolerancia, la confianza e identificando también los antivalores como la intolerancia, la envidia y la desconfianza. 

 

En la formación del ser humano confluyen responsabilidades de padres, familiares y cuidadores; así como de profesores, la comunidad y el Estado, el cual debe proveer bienes y servicios como la educación, la salud, el deporte, la recreación, la cultura y el equipamiento urbano con calidad, oportunidad y pertinencia.

 

Según datos de CCV 2023, en el 52% de los hogares en Cartagena hay menores de edad, los cuales están potencialmente vinculados con el sistema educativo y los establecimientos para la atención a primera infancia, siendo la localidad 2 donde hay mayor proporción de hogares con menores de edad. Lo anterior implica un necesario acompañamiento nutricional y de alimentación, que en la realidad muestra resultados muy desalentadores. Otro aspecto a destacar es que el porcentaje de encuestados que consideran que los habitantes de Cartagena se comportan muy mal respecto al respeto a los niños, las mujeres y los adultos mayores, percepción que aumentó con respecto al año 2022.

 

Estos datos aumentan nuestra preocupación: ¿Estamos preparando a nuestros niños y niñas para que sean ciudadanos socialmente funcionales? ¿Tenemos claros los valores que representa nuestra ciudadanía? ¿Nos estamos preocupando por enviar desde la institucionalidad, la sociedad civil, las universidades, las comunidades, mensajes que fortalezcan en nuestros niños una visión de ciudadanía global frente a los retos que demandan las nuevas interacciones sociales? ¿Somos conscientes de la contundencia de las acciones que implican procurar el cuidado y desarrollo integral de nuestros niños?

 

Elfa Luz Mejía Mercado

labculturaciudadana@unicartagena.edu.co  


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