Soñar con ciudades


A veces creemos que las ciudades son producto de generación espontánea o del azar que ordena las acciones múltiples de sus habitantes. Pudiera ser así cuando no hay fuerzas planificadoras mantenidas en el tiempo, lo que genera un caos que conduce al abismo, que alcanza cotas de devastación como las que vive Puerto Príncipe, para tomar un ejemplo de nuestro continente.

Sin embargo, las ciudades deben ser el producto de una acción colectiva y reflexiva sobre su devenir, sus retos y su visión compartida. A veces, como sucedió en Brasilia, son la decisión de un gobernante y de las maquetas de diseño de Lúcio Costa y Oscar Niemeyer; o como sucede en China, son una opción política de largo plazo que construye ciudades desde cero, donde la última ciudad en diseño es Xiongan, a 100 kilómetros de Pekín, pensada como una solución a la congestión de la capital. También pudiera ser para emular a Corea del Sur, donde Songdo es una ciudad inteligente construida y fabricada antes de ser habitada, que hoy es un fenómeno urbanístico de estudio en el mundo. Igualmente, en Arabia Saudita se está construyendo la futurista y controversial, The Line.

Sin desplazarnos de nuestro entorno, lo que sucede en la zona norte de Cartagena y a lo largo de la autopista que conecta con Barranquilla es un fenómeno urbanístico imparable que viene generando un proceso de conurbación entre las dos capitales y sus municipios intermedios, que se afianzará cuando se construya el aeropuerto regional de Bayunca. En nuestra jurisdicción territorial, a los conjuntos de vivienda suburbana y de hoteles se suma el proyecto de Serena del Mar, que ha sido diseñado como una nueva ciudad que se va construyendo por secciones o módulos, en un entramado urbanístico previamente definido por expertos urbanistas en diversas disciplinas.

Pensar la ciudad y pensarnos como ciudadanos nos exige vernos en estos procesos constantes de transformación de la acción de habitar un territorio compartido. Lo nuevo no significa negar o abandonar lo antiguo, máxime cuando la identidad de nuestra urbe se encuentra cimentada en gran parte en su patrimonio material, o expresado en términos más actuales, en sus bienes de interés cultural, protegidos por instrumentos normativos internacionales y nacionales. Pero también es indispensable valorar la totalidad de la trama urbana, que requiere un profundo ejercicio de renovación creativa en espacios públicos, parques de escala zonal, vías, equipamientos, cobertura arbórea, conectividad de transporte, saneamiento, uso sostenible de los cuerpos de agua y un largo etcétera de pendientes, que conduzcan a mejorar la cotidianidad de la experiencia urbana de los cartageneros. 

Cuando consideramos que desde cero se puede hacer una ciudad nos abrimos a un paradigma mental que nos hace ver como posible la transformación de nuestra Cartagena de Indias, próxima a cumplir sus primeros 500 años.   

Gloria Inés Yepes Madrid.

Aliada Laboratorio de Cultura Ciudadana- LAB3C.


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