Transformación para Cartagena


Nos encontramos en una coyuntura decisiva para la vida de la ciudad, cuando en vísperas de un nuevo gobierno local y en el marco de las transformaciones políticas y sociales convulsas procuradas desde el Palacio de Nariño, Cartagena se embarca en lo que se espera sea un remezón institucional, guiado por nuevos enfoques y una amplia disponibilidad presupuestal.

Este proceso se desenvuelve en un contexto en el que todos los indicadores y encuestas reflejan una marcada desconfianza de la ciudadanía hacia las instituciones distritales. Esto no solo representa un desafío, sino también una oportunidad para emprender las transformaciones institucionales que se han diagnosticado como necesarias en numerosas ocasiones en el pasado. Este paso se considera esencial para recuperar el rumbo en el gobierno local, proporcionando las herramientas y espacios necesarios para intervenir en los sectores más desfavorecidos y ofrecer soluciones y estrategias que impulsen el progreso social y económico de la ciudad de manera transversal.

En este proceso transformador, hay varias aristas que es necesario destacar. John Stuart Mill (1878), dijo: “Recordemos, en primer lugar, que las instituciones políticas (aunque esta proposición parezca a veces ignorarse) son obra de los hombres, que deben su origen y toda su existencia a la voluntad humana. Los hombres no las han encontrado formadas de improviso”. Esta breve premisa lleva a una conclusión evidente: toda transformación en las instituciones requiere un proceso que involucra decisiones humanas, ya sean individuales o comunitarias, y que culmina en un resultado tangible. En este sentido, las claves para obtener un resultado óptimo para la ciudad residen en la naturaleza de este proceso interactivo, los actores participantes, las agendas impulsadas y los intereses y recursos relativos puestos en acción.

Según los institucionalistas, existen dos grupos de teorías explicativas del cambio o elección institucional: las teorías cooperativas, que sostienen que la transformación se basa en las pretensiones de las partes u organizaciones que participan en la elección, buscando un beneficio compartido y la posibilidad de cooperación social; y las teorías distributivas, que explican la elección institucional desde la perspectiva de los potenciales beneficios para quienes las llevan a cabo, es decir, la forma en que las instituciones servirán para el mantenimiento del poder por parte de quienes ya lo ostentan.

Sin lugar a dudas, Cartagena necesita un proceso en el cual las partes involucradas lleguen al mejor consenso posible en torno a las revoluciones institucionales necesarias ante la precariedad existente. Se vislumbra como fundamental un modelo cooperativo que fomente el diálogo social y ciudadano, incluyendo a los más desfavorecidos y a todos los sectores de la ciudad, despojados del individualismo y la atomización mezquina para el beneficio común.

En esta ruta transformadora están los cimientos de la reconstrucción de la confianza ciudadana y el fortalecimiento del tejido social, trascendente para todos los proyectos de ciudad. Está en manos de las autoridades y las organizaciones tal deber con Cartagena.

 

Daniel Fernando Bertel Rodríguez

Aliado Académico Laboratorio de Cultura Ciudadana- LAB3C

labculturaciudadana@unicartagena.edu.co


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