En tiempos de crisis se devela todo lo que está guardado debajo del tapete o el cuarto de los trastos. Cartagena y su atipicidad política no es la excepción.
Saciamos que el Alcalde William Dau es un hombre sin pelos en la lengua y así como se la pinten así la colorea. Pero lo no esperado era que tuviese el arrojo de pasar por encima de su investidura para decirle en voz alta a la mayoría del Concejo, lo que sienten y piensan otro tanto de cartageneros( as) sobre estos señores que posan todo el tiempo de los más impolutos haciendo uso de una verborrea mediática que desvirtúa o deslegitima a quien se atreva a confrontarlos.
El Alcalde uso palabras de alto calibre, muy castizas, que todo el mundo las usas o ha usado en algún momento de efervescencia y calor en su vida así sea de dientes para adentro.
Resulta que por ser el Alcalde quien las uso, pues obviamente la hecatombe está a punto de suceder en la ciudad, bajo criterios objetivos con respecto a la norma que lo obliga a ser mesurado y prudente, y otras subjetivas, porque se sustentan en que ese es un indicador de ineptitud, incompetencia, vulgaridad, y cuanta cosa sea posible decir.
En este país hubo un Presidente que tiene en su haber una historia de más de 200 mil desaparecidos y todos decían que era muy carismático y cuando iba a regañar empezaba diciendo: Mijita.. Ese tipo de personalidades son muy peligrosas. Pero resulta que si bien es cierto el Alcalde no debió hablar así, también lo es ver la doble moral al mejor estilo de las sociedades mojigatas que violentan a sus congéneres sin que para ello utilicen una sola palabra fuera de tono.
No nos digamos mentiras, si son cuestionables las palabras que uso el Alcalde, pero el fondo está lleno de un contenido de veracidad e indignación por una corporación que sempiternamente ha hijueputeado a esta ciudad con la mejor ropa y las mejores palabras.
Aquí de fondo lo que hay es miedo real y concreto porque la deliciosa mermelada repartida en tarros y cucharaditas, no se ve aparecer por ningún lado. Ese es el miedo de los que salen a ponderar la palabra más allá del fondo y también están los que piden unidad para sacar adelante a Cartagena. Unidad para qué? Para ceder ante las pretensiones de los señores del cabildo y que todo se dé según las justas proporciones? Unidad para que el statu quo no se altere? Porque no exigirle a los Concejales que hagan un acto de contrición en publico por todas las decisiones y acciones que han afectado a la ciudad? O es que eso es mucho pedir cuando la evidencia sobra?
El otro miedo es asumir nuestra propia historia política y la responsabilidad que nos asiste frente al lastre de la misma. Somos responsables por acción u omisión, por comodidad de lo que nos sucede. Mucha gente nadando contra corriente y buscando una oportunidad para que la independencia política frente a las casas tradicionales y los financistas de la política definan nuestro rumbo, otros acomodados en su bienestar bien luchado y logrado, otros mirando la vida pasar impunemente como si no vivieran aquí, otros bregando por siquiera 20 mil pesos diarios y lejos de toda oportunidad de ejercer ciudadanía responsable. Y mientras tanto un pequeño grupo social y político ha desvalijado la ciudad. Así es muy difícil hablar de ciudad con todo el contenido social y político que el término implica. Eso no existe en Cartagena. Dejemos de hablar y amar con el deseo.
Nuestro mayor miedo es superar el atavismo que la colonia y el clientelismo nos ha dejado como consecuencia de una Historia que pocos conocen y tampoco se ocupan de ello desde la Educación Pública. Tenemos serias limitaciones para encontrar la ruta de la Libertad.
A lo mejor esta crisis nos sirva para en verdad pellizcarnos, hablar de lo que es y no de lo que parece. En últimas saber de qué estamos hechos y para qué es que servimos en esta ciudad.
Las sociedades que han tocado fondo son las que resurgen como el ave fénix pero la decisión es nuestra. No de quienes nos han hijueputeado históricamente.