Hablemos un poco de misoginia interiorizada.
Según el sociólogo Allan G. Johnson es “la actitud cultural de odio hacia las mujeres por el hecho de ser mujeres”. Esto conlleva desconfianza y un sistema de creencias con prejuicios arraigados contra lo femenino. De este modo, la misoginia interiorizada se definiría como la creencia involuntaria, por parte de mujeres o niñas, de que los estereotipos y mitos dañinos en torno a su condición, generados en una sociedad sexista como la nuestra, son verdaderos. Misoginia interiorizada: ¿Somos nuestro peor enemigo? Por: Adriana Andolini 8 de Marzo,2016
Teniendo ya la definición, confieso que he dado vueltas y vueltas para hacer esta nota porque en verdad me resulta un tanto incomodo tocar un tema que también me atañe, pero bueno al mal paso andarle rápido como decían nuestras abuelas.
Entre mujeres que transitamos el mundo del feminismo con aciertos y desaciertos tenemos claro que nuestra sociedad es patriarcal, por tanto la misma incita a que entre nosotras haya rivalidades para con ello desvirtuar, desestabilizar la lucha y el empoderamiento de la mujer en la sociedad. Cada vez que se abona a las rivalidades entre mujeres en cualquier espacio donde se está presente, se oxigena el machismo y eso trae como consecuencia daño en el manejo asertivo de las emociones.
No es verdad que entre mujeres es natural la rivalidad malsana, si es certero que si no estamos unas con otras enlazadas para hacer frente a esta perversa manipulación será muy difícil tener más mujeres con suficiente respaldo de sus congéneres para enfrentar y sacar adelante todas las iniciativas sociales, culturales, económicas y políticas con la palabra, intereses y necesidades propias.
En Cartagena que es el ámbito desde donde veo este tema, urge desactivar la misoginia interiorizada porque de manera concreta: No tenemos que ser amigas para dar la pelea contra el sistema patriarcal, pero si nos necesitamos a la hora de sacar adelante todas las iniciativas en pro del buen vivir en esta heroica ciudad.
Digo esto para mostrar una profunda decepción cuando en redes veo como mujeres muy reconocidas en la ciudad por su liderazgo social, político, se dedican de manera sistemática a denigrar del buen nombre y la dignidad de otras tantas que tratan de abrirse paso con sus habilidades y competencias en el complejo mundo de la política; y sin embargo las mismas están expuestas de manera inmisericorde a la burla y humillación por su condición social, económica, étnica, etc. Eso no es de Dios como dicen en la calle. La excusa no puede ser que estamos peleando el escenario político. No, así no es. En política como en el amor, no todo vale.
En la misoginia interiorizada aprendemos a detestar a otras mujeres por diversas razones, lo cual nos responsabiliza a todas de lo que pensamos y hacemos con ello porque es y será siempre una estrategia del patriarcado. En política es la bajeza más grande a la que se puede llegar y con ello el fresquito para los machos es muy sabroso. Confirman que la estrategia funciona siempre.
Recordemos que todo lo aprendido es susceptible de desaprenderse, pero esta tarea es muy personal donde hay que mirar en perspectiva lo que significa ser mujer y nuestro papel en la sociedad. Querernos, aceptarnos tal como somos, fomentar la seguridad frente a nuestras competencias puede y debe ser lo más revolucionario que podríamos hacer como género. Urge vernos y asumirnos como los tres mosqueteros: Uno para todos y todos para uno, dicho en femenino: Una para todas y todas para una.
Como yo sé lo complejo del asunto y de eso tan bueno no dan tanto , entonces dejo por aquí esta sabia frase de la vida diaria: Hay cosas que se piensan pero no se dicen.