Un año más para conmemorar el día de la No Violencia contra la mujer. Un día que no debería ser uno al año para que no nos haga daño. Un día que podría ser el pan de cada día y finalmente acercarnos a una sociedad que se respeta y reconoce los derechos de todos por igual porque es condición inherente al desarrollo de la humanidad. Esa es la utopía.
Las conquistas en materia de legislación y positivización de los derechos de las mujeres en Colombia, hablan de una sociedad que legisla acorde con el marco normativo mundial imperante. Pero la política publica para la promoción, defensa y protección de los derechos de nosotras, solo dice que una cosa es pensar, otra escribir, y una muy distinta hacer.
Todas las violencias posibles se pueden ver y evidenciar en la vida de las mujeres sin distingo de raza y condición socio económica. Todas sufren por igual, pero no todas actúan en consecuencia cuando viven en carne propia algún tipo de violencia.
A más de la violencia física, psicológica, política, sexual, con todas sus variantes; las mujeres estamos expuestas también a una violencia que las condena a vivir sin autonomía: violencia económica expresada con discursos ambiguos que de fondo solo pretender esclavizarla y limitarle sus oportunidades para crecer como persona.
Algunas de las formas en que se expresa esta violencia las vemos así:
- Mujeres que no pueden guardar sus ingresos económicos, o si lo llegasen a hacer la pareja decide para que se usan sin tener en cuenta la opinión de ella.
- El siriri histórico de: Las mujeres deben estar en el hogar. No deben ir a trabajar fuera de la misma. Su lugar es la casa. Mujeres que dependen de un hombre hasta para comprar las toallas higiénicas y sin derecho a decidir, en muchos casos la marca que más le gusta, porque es un asunto de dinero no de respeto, salud o confort.
- Mujeres que viviendo en pareja les condicionan la distribución de los gastos de tal suerte que no hay posibilidad de un rubro o porcentaje para gastos personales, pero el señor si puede destinar de ese presupuesto, dinero para gastar en salidas con amigos o las famosas cervecitas del fin de semana.
- Mujeres que teniendo autonomía económica se ven obligadas a rendir cuentas de sus ingresos económicos y están sus parejas al pie de ellas cuando reclaman su salario o alguna bonificación. No hay derecho al sigilo de la información salarial.
A esas manifestaciones les debemos sumar la violencia patrimonial que no le permite a las mujeres disponer de los bienes o inmuebles que compro con su dinero y la relación de pareja termina, se le ocultan o quitan documentos de propiedad sobre bienes adquiridos en común con su pareja, se dispone en notarias y demás de los bienes que se compraron juntos y en el peor de los casos obligarla a escriturar un bien inmueble en favor de su pareja.
La violencia económica y patrimonial le resta a la mujer, como todas las demás formas de agresión, la dignidad y autonomía para construir un proyecto de vida acorde con sus expectativas.
Quienes son responsables que esto ocurra sempiternamente? Una cultura histórica y legislación que solo en el siglo XX le reconoció a la mujer derechos patrimoniales constitucionalmente.
Una sociedad que no cree en la mujer como sujeto de derechos económicos y la asume como una inválida o limitada intelectual para atender aquello que se relaciona con su bienestar social y patrimonial.
Hombres educados e influenciados por los imaginarios sociales del machismo, sin respeto alguno por las mujeres y convencidos que las misma son solo la famosa “costilla “que les pertenece en todos los sentidos. No las quieren. No las respetan. Las usan.
Mujeres que saben o entienden quienes son, pero no se reconocen como sujetos de derechos. Manipulables desde otras esferas personales y subyugadas ante lógicas de poder masculino.
Qué hacer? Educación con perspectiva de género- Formación y Acción Solidaria de género. Política Pública para generar cumplimiento y defensa de los derechos económicos y patrimoniales de las mujeres en todos los ámbitos de su vida. Política pub lica para formar, organizar, aportarle solidariamente recursos económicos y acompañamiento técnico a las mujeres que decidan emprender proyectos para sostenibilidad económica desde la perspectiva de género y en armonía con el cuidado del medio ambiente.
Mucho es el camino por recorrer. Mucho hay por hacer y todo es posible cuando la voluntad política convoca y se compromete más allá de un discurso utilitarista o de coyuntura.
“Mujer tu trabajo en casa y fuera de ella: Vale.”
“Mujer conoce y exige que respeten tus derechos económicos”