Si algo demostró la Selección Colombia que dirige José Néstor Pékerman es la capacidad para levantarse de los momentos difíciles. Lo hizo recientemente en el duelo ante Polonia, en el que se jugaba las opciones de seguir con vida en Rusia 2018 y tendrá que hacerlo ante Senegal para conseguir su cupo en octavos de final de la Copa del Mundo.
Todavía recuerdo aquella primera demostración del combinado patrio bajo la batuta del entrenador argentino. Era el 7 de septiembre de 2012 y el equipo llegaba con dudas a la séptima fecha, en la que recibía al campeón de América de entonces, Uruguay, que además había sido cuarto en el Mundial de Sudáfrica 2010.
Colombia no lograba definir su identidad y había caído en la fecha anterior, el 10 de junio de ese año, ante Ecuador, con Pékerman en el banquillo.
Para entonces, los más optimistas solo se atrevían a apostar por un empate ante la buena Uruguay en Barranquilla. Ahora puede parecer raro el pesimismo, pero tras perderse los mundiales de 2002, 2006 y 2010, las emociones que despertaba la Selección eran distintas a las actuales.
Ese fue el primer partido al que asistí en Barranquilla. La magia de poder ver a la Selección en vivo se veía opacada por las voces que llegaban a través de un radio recién comprado y que vaticinaban un panorama oscuro para lo que se venía en las Eliminatorias a Brasil 2014.
Pero esas voces, las de los analistas más veteranos, se equivocaron. Colombia no solo superó a Uruguay ese día bajo el sol insoportable de las 3:30 de la tarde, sino que exhibió uno de los mejores partidos de la era Pékerman, que empezó en serio desde entonces. Fue una goleada memorable con goles del ‘Tigre’ Falcao García, Teófilo Gutiérrez (doblete) y Camilo Zúñiga, que cerró con una finta individual aquella fiesta.
Toda Colombia celebró el triunfo, pero pocos osaron ilusionarse. Muchos golpes al corazón nos había dado la Selección en los años recientes y el próximo rival era un Chile que avanzaba como líder.
Pero entonces volvió a aparecer una rebeldía que no conocíamos. Chile ganaba 1-0 con gol de Matías Fernández cuando el joven James Rodríguez cobró un tiro libre de larga distancia que superó al portero Claudio Bravo. Luego, Falcao García y Teófilo Gutiérrez terminaron de darle vuelta al marcador para que Colombia conquistara una de sus victorias más importantes de esa Eliminatoria. El cambio en los ánimos fue evidente desde ese día. Nuestro fútbol ya no era el mismo. Habían jugadores que ganaban reputación mundial y la mente colectiva de los seleccionados se sincronizaba en un objetivo claro y posible.
Vinieron más triunfos, como el 2-0 a Paraguay, o goleadas como el 6-0 a Bolivia, hasta que los colombianos nos dimos la licencia de soñar con volver a un Mundial. Y así llegamos a una de las últimas fechas, en la que el plantel demostró finalmente el cambio de mentalidad que había dado.
Chile se imponía 3-0 en Barranquilla al término del primer tiempo y se escapaba la posibilidad de asegurar el cupo al Mundial tras 16 años de ausencia.
Y entonces apareció de nuevo la resiliencia del plantel. En 45 minutos Colombia logró la hazaña, empató el partido con goles de Teófilo y un doblete de Falcao, y se clasificó a Brasil, en el que alcanzó los cuartos de final por primera vez en la historia del balompié nacional.
Tras ese Mundial, Colombia sintió dar un paso adelante y se propuso conquistar una de las dos Copa América que se disputarían en los años siguientes. Pero el equipo mostró un desgaste en su estructura y Pékerman apostó por hacer el relevo en varias posiciones. Fue como empezar de cero y eso se evidenció durante las Eliminatorias, en las que el equipo no pudo afianzar la seguridad que tuvo en el camino a Brasil.
Muchos dudaron de Pékerman por no encontrar el equipo ideal, pero el plantel no perdió algo que ya había ganado con el argentino: la rebeldía para reponerse a los malos momentos. Colombia perdió partidos en casa y esos puntos los repuso por fuera. Y así se clasificó a Rusia.
Antes de la cita mundial probó una vez más su resiliencia ante Francia, uno de los llamados a figurar en el país auroasiático. Los galos se imponían 2-0 y al final los cafeteros ganaron 3-2 en una evocación del 3-3 con chile. Fue un aviso del potencial del combinado patrio.
Pero el certamen arrancó de la peor manera. En el debut ante Japón perdió a Carlos Sánchez, una de sus piezas angulares, por expulsión y los asiáticos se impusieron 2-1.
Fue un traspié inesperado en un país acostumbrado al optimismo excesivo o al negativismo rotundo. Volvieron las dudas y los ataques a jugadores y al cuerpo técnico. El fantasma de USA 1994 volvió a la mente de los que vivieron aquellas épocas y hasta un desafortunado meme en redes sociales nos recordó la tragedia de Andrés Escobar. ¿A caso no hemos abandonado esos fantasmas de nuestra historia?
El juego ante Polonia arrancó con un nerviosismo fatal en los millones de aficionados colombianos. Pero los jugadores criollos demostraron una vez más esa capacidad para reponerse de los malos momentos y brillar cuando pocos creen en ellos. Ante los europeos hicieron uno de sus mejores partidos y se impusieron 3-0 para continuar en carrera en el Grupo H.
Mañana jueves 28 de junio el combinado patrio tendrá una nueva final frente a Senegal. Será una nueva oportunidad para enseñar que el mayor valor de este plantel es su determinación para sobrevivir a momentos de extrema presión y que el legado de Pékerman cuando deje a la Selección será un nuevo estado mental, el de la resiliencia.