Si hay algo que resulta inevitable a estas alturas es odiar a Electricaribe. Se pueden hacer ejercicios de meditación, de mantener el buen ánimo en la penumbra, de atraer las buenas energías, y el resultado siempre será el mismo: esas energías se van como se va la energía eléctrica en los barrios de Cartagena.
Durante los 24 días que se disputó la Copa América -del 14 de junio al 7 de julio- no recuerdo una noche en la que algún sector de la ciudad no se quedara a oscuras entre las 10:00 y 10:30 de la noche. A esa hora solía salir del periódico mientras en Brasil se jugaba el certamen de selecciones. El trayecto hasta San José de los Campanos implica atravesar por completo la avenida Pedro de Heredia y la multitud de barrios a sus costados. Un día eran los del Pie de la Popa, otro los de Los Cuatro Vientos, a veces en Bazurto, por el Recreo, San Fernando y, muchas veces, Los Campanos.
Esos sin contar la cantidad de reportes que durante ese tiempo llegaron a través de las redes sociales al periódico para denunciar cortes en muchos otros sectores alejados de la avenida.
El problema con Electricaribe es crónico y parece lejos de solucionarse a pesar de las múltiples voces que se levantan, muchas de ellas de alcaldes y gobernadores, en su contra.
Es cierto que hay complicaciones por una infraestructura que se quedó anacrónica, que el incumplimiento y malos hábitos de los usuarios llevaron –y llevan- a que la empresa reduzca su capacidad de ofrecer un buen servicio, pero lo que ocurre en Cartagena roza los límites de la burla a los habitantes.
Solo eso podría explicar la triste y lamentable puntualidad con la que suele interrumpirse el servicio en periodos de tiempo que se antojan aleatorios. Mientras se insiste en negar que hay momentos de racionamiento, hay lugares en los que la electricidad se suspende en horarios consistentes. Durante unos días el corte es a las 2:00 o 3:00 de la tarde. Durante otros, a las 5:00 o 6:00 p.m.
Los peores y más comunes, por lo menos en San José de los Campanos, son aquellos en los que los cortes se realizan entre las 10:00 p.m y la media noche. Son horas que deberían destinarse al descanso y que se convierten en el martirio de tener que lidiar con las temperaturas inclementes de la noche cartagenera.
Son situaciones que socavan los ánimos de los barrios. Hace apenas unas semanas en varios trayectos de la calle 30, que comunica con la vía a Turbaco, y en la carrera 100 de Los Campanos, la comunidad pasó a vías de hechos con quema de llantas y bloqueos que obligaron a actuar a Bomberos y otras autoridades.
Y es que la puntualidad de los cortes impide creer en los argumentos que da la empresa cada vez que se justifica ante las denuncias. Que hubo un daño en un circuito, que falló un transformador y otras eventualidades que no resuelven la inquietud de que suelan ocurrir a la misma hora cada día.
Ya es una costumbre que uno de los primeros mensajes que se lean al abrir redes como Facebook, Twitter o Whatsapp al empezar una mañana sea el de una queja de algún amigo o contacto enojado por un corte de energía que le arruinó la noche.
Ese es el motivo de este escrito –que redacto con el poco de batería que todavía queda, en la tercera noche consecutiva en que se va la luz a la misma hora-, darle voz en el blog a aquellos que, como yo y muchos de los que seguro lean esta entrada, sufren de alguna forma por los reiterados cortes.
Qué importa que al final todo siga igual. Electricaribe seguirá quitando el servicio a la hora que se le antoje, mis amigos continuarán con sus quejas en las redes y yo perseguiré esas buenas energías que, por supuesto, no son las eléctricas.