Marina Cartagenera

RECOBRANDO LA HISTORIA MARINERA


Recobrando la historia marinera

 

Por Claudia de la Espriella.

 

Suena muy disparatado decir que Cartagena vive de espaldas al mar. Sin embargo, es una realidad. Infortunadamente en Colombia, único país en Suramérica con costas tanto en el mar Caribe como en el Océano Pacífico y que tienen una extensión 2.900 kilómetros, no se tiene una industria pesquera significativa ni se cuenta con astilleros muy destacados en la región. Por otro lado, las investigaciones científicas, en el campo de la oceanografía, son muy deficientes y tampoco las autoridades le prestan especial atención a dichos estudios, para proceder en concordancia y darle la importancia necesaria.

Se sabe muy bien que, pocas décadas después de su fundación, esta ciudad fue considerado el fortín de la corona española en el Caribe, junto con la Habana y Veracruz. Su situación geográfica única, hicieron que los corsarios y piratas la considerarán la puerta de entrada a Sur América. Debido a esto se le fortificó e, igualmente, se convirtió en el puerto principal para el comercio de esclavos, aceite de oliva y víveres desde España, así como para llevar oro, plata, piedras, frutas y productos agrícolas al Viejo Mundo.

Durante los siglos coloniales, se construyeron casonas con miradores, para que los señores de dichas viviendas pudieran avistar a los barcos piratas entrando a la bahía y precaverse contra cualquier ataque. Igualmente se buscaba observar en la lejanía a los galeones ibéricos, para poder llegar rápido a la Plaza de la Aduana y comprar los mejores esclavos y las provisiones para comerciar y abastecer a su familia. El mar, como protagonista, era la vía de reconocerse frente al resto del mundo, tener una identidad propia y abrir las puertas al progreso tanto económico como filosófico y cultural.

Sin embargo, con el paso a la vida republicana la importancia de la ciudad se va perdiendo por ese absurdo centralismo, que ha descuidado todos los demás territorios del suelo colombiano. Una actitud muy difícil de entender máxime cuando se podría ser potencia cultural y pesquera en la región.

Aún así, la presencia marina siempre será referencia cultural  en Cartagena. A la mano tenemos acuarelas que evocan esa vida, poemas innumerables, canciones que le rinden culto a su tradición y belleza y que son testimonios vivos de esa comunión entrañable entre el Caribe y el corralito de piedra. Se narran historias de varios siglos, que se resisten a morir olvidados en la memoria de unos libros escritos guardados en las estanterías de las bibliotecas.

Gonzalo Zúñiga Ángel, arquitecto, pintor excelente e historiador es una de esas personas que, a lo largo de su trabajo cotidiano, como director del Museo Naval del Caribe, lleva a cabo acciones concretas y encomiables. Evidentemente su interés por difundir entre las nuevas generaciones toda esas vivencias y experiencias de la época colonial, se manifiesta mediante convocatorias semanales para enseñarles a los niños, por medio del lenguaje lúdico y otras actividades diseñadas para su edad. Igual se estimula su creatividad y, al mismo tiempo, se crea un sentido de pertenencia muy necesario para una ciudad cuyo principal atractivo turístico debe ser la cultura y la historia.

Es un hecho que acá se ha desarrollado, a partir de la mezcla triétnica, un producto novedoso y muy interesante. No hay que olvidar que dos grupos humanos: europeos peninsulares y africanos llegan mecidos por las olas y los vientos cálidos del Mar Caribe. El rescate de nuestro pasado, que se ha emprendido desde este recinto marinero está ayudando a llenar esos vacíos educativos, que desde las políticas de las instituciones gubernamentales no se cumplen, salvo muy contadas excepciones.

De otro lado, es preciso hablar de otros dos intelectuales que llevan años solidificando y difundiendo las características sociales y culturales de esta ciudad de nuestros afectos. Me refiero a María Pía Mogollón, Directora de la Sociedad de Mejoras Públicas y a Moisés Álvarez Marín, Director del Museo Histórico de Cartagena. El año pasado, en septiembre, cuando se celebró el Mes del Patrimonio, organizaron una serie de actividades, dirigidas a jóvenes y niños, con el fin de consolidar sus conocimientos en la historia de la ciudad.  Diversos colegios, participaron un grupo selecto de estudiantes en un concurso de conocimientos históricos. Los concursantes demostraron su pasión por las ciencias sociales y los aspectos importantes de la realidad que nos legaron los mayores. Muy encomiable es que dicho evento lo hubiera ganado, Roiner Rodríguez Venecia, de la Institución Educativa Jorge García Usta del barrio Ciudad Bicentenario. Este niño que está entrando en la pubertad y que esperamos que pueda cursar una carrera profesional afín con sus intereses, estudiando con dedicación y empeño, esos temas que nos dan una visión más amplia de la ciudad y emprenda un camino que lo lleve a enfrentar el futuro con tanta dedicación como hasta ahora para encontrar respuestas certeras frente a las dificultades.

El integrar a las nuevas generaciones a todos los campos del conocimiento en las ciencias sociales es un deber, que ayuda a consolidar los principios y valores que deben primar en la comunidad cartagenera. Hacerlo de la mano de los estudiosos es un proyecto a futuro que requiere de mucho esfuerzo y constancia.  En ese proceso, también debe contarse con iniciativas particulares como las que proponen Claudia Vidal o Pedro Claver Covo Torres que han venido contando, en un lenguaje atractivo para las nuevas generaciones, el legado de esta ciudad centenaria. Pero tiene que   quedar claro en la mente de los empresarios, asentados en la capital de Bolívar que dicha labor, No corresponde únicamente a las encomiables iniciativas de tres o cuatro directores de centros culturales, bibliotecas públicas o museos o personas amantes de la historia. Estos quijotes de la cultura siempre poseen mucha fuerza moral y dedicación para continuar dichos programas. Sin embargo, que su trabajo perdure en el tiempo, depende también del esfuerzo común. El Ministerio de Cultura pone algún dinero, no mucho, e igual sucede con las autoridades locales. Los grupos financieros, los gremios deben “meterse la mano al dril” como se dice coloquialmente. Así convertiremos a esta ciudad en un punto de referencia destacada en toda América y en el Mundo. Todos tenemos esa tarea pendiente.

Claudia de la Espriella.

Amigos del MAMC

Febrero 2022


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