Por Laura Sanmiguel Costa
Desde pequeñas, muchas mujeres sueñan con casarse, con encontrar ese hombre ideal que las hará felices, con vivir todo el romance y la pasión que muestran en las películas, no pueden evitar suspirar cada vez que en la televisión hay una escena de amor, anhelando desde su íntimo ser, vivir esas experiencias.
Por mucho tiempo, hombres y mujeres tienen encuentros amorosos en busca de esa persona idónea con quien serán felices, esa que compartirá todos sus gustos y aficiones.
Cuando se inicia una relación de noviazgo, por lo general hay idealización de la pareja, luego, se comienzan a notar las diferencias, y es en ese punto en el que la relación se fortalece o simplemente se acaba para dar inicio a una nueva búsqueda.
Sí la relación se fortalece es posible que pase a la siguiente etapa, el matrimonio, al inicio de éste se vive una luna de miel permanente, todo parece un sueño, luego, empieza la verdadera convivencia, ya no todo es color de rosa, salen a flote actitudes de la pareja que eran totalmente desconocidas, malos hábitos, costumbres heredadas del seno familiar, en fin, esto hace que uno de los dos se sienta frustrado, y piense que no se casó con la persona ideal, sentimiento que puede terminar en el peor de los casos en un divorcio.
Antes, el matrimonio se decía era para toda la vida, y en efecto, en la mayoría de casos se cumplía, las mujeres vivían toda la vida al lado de su esposo, sencillamente callaban y soportaban, en ese tiempo, una mujer dependía en todo sentido de su hombre, situación que las obligaba a permanecer a su lado, así que, si antes duraban los matrimonios no era por pura felicidad.
La cuestión es, ¿cómo saber cuál es la persona ideal?, ¿qué se debe hacer para tener un matrimonio realmente feliz?, empecemos aclarando que todos los seres humanos somos diferentes, por lo tanto, nunca habrá dos personas totalmente iguales, sí se puede encontrar a alguien que comparta cosas afines, pero nunca será en un 100%, por eso, debemos tolerar las diferencias y aprender de ellas, viendo eso como una ventaja y no como un problema.
No se debe llegar al matrimonio pensando que la otra persona te hará feliz, porque eso no pasará, sencillamente son dos seres humanos que juntos construirán su felicidad, apoyándose en toda circunstancia, a pesar de las dificultades que se puedan presentar en el camino.
Es posible tener un matrimonio feliz, si se entiende que el príncipe azul, no es tan azul, que es un ser humano con defectos y cualidades, que la mujer perfecta no existe, que debemos aprender a aceptar y valorar las diferencias. Comparte cada segundo con tu pareja, vive los instantes, que la última opción sea el divorcio, que al llegar a la vejez no te encuentres solo y frustrado. Las buenas batallas son las que se pelean con el corazón, ama y se feliz.