Contamíname, mézclate conmigo,
Que bajo mi rama tendrás abrigo.
–Contamíname. Pedro Guerra.
¿Qué es la incomodidad? La palabra aduce al estar en una situación que genera molestia. En algún momento de la vida la hemos vivido sobretodo con aquellos elementos que transgreden nuestro espacio. Pero, ¿quiénes somos cuando esto ocurre?
Foto de Akiro Palacio (@akiropalacio) para la Iniciativa Corazón Hermano.
Tal vez defensivos, sin importar el precio, manteniendo a raya cualquier amenaza y puede que lo consideremos normal porque el instinto hace parte de nuestra imperfecta naturaleza humana. Sin embargo, hay situaciones que apelan a sacar algo más que también vive en nuestro interior.
Hoy, vemos al migrante venezolano como un invasor más que como un hermano. Como un mero prestador de servicio, más que como un servidor. Quiénes como sociedad somos con el que vende peto, la que arregla uñas, la que corta el pelo, los que con una banda musical amenizan la calle, con las familias que están sentadas en el borde de una calle pidiendo una ayuda. Incluso, con el que quizás por necesidad no encontró otra opción que dedicarse a la delincuencia.
Sin embargo, tal vez sea más fácil subirse a un podio moral y desde allí juzgar. Tal vez sea porque nuestra voz interna prefiere hacer más ruido para hacernos sordos a una realidad, no solo latente sino también urgente. Los tribuneros que pululan en nuestros días de redes sociales e inmediatez son voces educadas que, desafortunadamente, son los conductores de muchas voces que prefieren callar para lucir bien pero son afines a lo que ellos piensan. El caso más reciente es el de la periodista Claudia Palacios quien incluso ha escrito una nueva columna esta semana para explicar mejor la de la semana anterior sobre los embarazos de las migrantes venezolanas en Colombia. Si dices A y te entienden B, tal vez no te aseguraste de transmitir el mensaje correcto. Bueno, ya saben lo que dicen de las explicaciones no pedidas...
Este momento histórico está pidiendo algo más de nosotros como sociedad. Empatía, solidaridad, generosidad son valores casi perdidos y que están pidiendo a gritos ser usados. Escuchar una historia vale más que dar una moneda o entregar una ayuda. Entender el porqué los llevó a esta situación que nunca quisieron. Quizás lo hicieron por hambre, quizás porque fueron perseguidos, quizás... Quizás esa sea la llave de un problema que tiene mucha tela para cortar. Aunque, bien lo decía Ockham: en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable.
SORBO FINAL: Quiero agradecer al colectivo Lunes de Ciudad por la invitación que me hicieron para moderar el debate Redes de solidaridad: Más allá de la institucionalidad, sobre las fundaciones y redes de apoyo a los migrantes venezolanos. Gracias a los panelistas Lala Lovera de Comparte por Una Vida, Guillermo Toro de Plan Internacional, Álvaro Vegas, Héctor Petit y Rosargeth Petit de Fundación Un Solo Pueblo, por su disposición, amabilidad y escucha. Gracias a todos los que hicieron posible a la iniciativa Corazón Hermano que nos permitió llevar elementos de aseo a las madres venezolanas situadas en el Centro Histórico. Gracias por abrir su corazón porque sin ustedes jamás habría sido posible.
LA BORRA DEL CAFE: De todos los signos de puntuación quizás el punto y coma sea el menos popular. Pocos saben cómo usarlo pues la inmediatez de la coma permite seguir una idea sin pausa. El punto es mucho más tajante. Pero el punto y coma, decían los literatos, le da al texto una pausa más larga; para, respira y sigue. Así como cuando acaban las etapas de la vida. Punto y coma, pues nunca se va quien en el corazón se queda. Es mi mensaje para ti, Betty.