Pablo Armero: El caldo y las tajadas


Colombia sufrió lo indecible para ganarle 1-0 a Bolivia por la eliminatoria suramericana para el Mundial de Rusia 2018. En lo personal me indigna que una nómina como la de nuestra selección tenga que padecer ante un rival que se metió atrás todo el partido sin descaro. Pero este escrito no va a ser la crónica del partido…

Desde la convocatoria para los juegos contra los del altiplano y contra Ecuador, la polémica se ciñó sobre el horizonte de la selección nacional de fútbol: El DT de Colombia, José Pékerman, decidió incluir a Pablo Armero en la nómina de 23 jugadores para afrontar esta serie de partidos.

Armero, ex jugador del América de Cali, Palmeiras, Milan y otros clubes, se hizo tristemente célebre por haber golpeado a su esposa en un hotel de Miami mientras la pareja pasaba vacaciones. Las autoridades de Estados Unidos arrestaron al jugador y le impusieron una fianza de 1500 dólares para salir de prisión.

La periodista Andrea Guerrero, en el programa Saque Largo del canal Win Sports, manifestó sentirse agredida como mujer por el llamado del tumaqueño a hacer parte de la tricolor pues, argumenta, que este país no puede ser tan doble moral.

El destino, cruel escritor de guiones, quiso que Armero fuera uno de los jugadores más determinantes en la victoria colombiana, y como la historia la escriben los vencedores la periodista fue lanzada a los lobos en las redes sociales con el hashtag #PabloArmeroEsUnGuerrero.

En Colombia además de ser expertos en doble moral -tienes razón, Andrea-, también lo somos en mezclar el caldo con las tajadas. Una actuación deportiva no borra lo realizado en la vida personal y mucho menos cuando se es un personaje público. Armero ya había manifestado, en entrevista con el canal NTN24 la noche antes del partido, que en su vida personal nadie se puede meter.

Cuestioné la convocatoria de Armero deportivamente pues no es lo mismo ser un jugador de un club de primera línea a jugar un equipo de mitad de tabla. También lo hice porque en anteriores oportunidades, el nariñense tuvo un rol más de animador que de jugador. Pero los hechos son los hechos y el lateral aprovechó la chance que le dió el técnico y destacó.

Sin embargo, entiendo y hasta cierto punto comparto el punto de vista de la periodista Guerrero porque el llamado a la selección es algo honroso. Desde el inimaginable quinto puesto en el pasado Mundial, nuestro equipo nacional de fútbol es uno de nuestros valores más preciados de la colombianidad.

Para no ir muy lejos, todo el país se aglomeró a favor del despido de Hernán Darío Gómez como entrenador nacional por haber golpeado a su amante a la salida de un restaurante. Hecho que a la postre derivó en la contratación de José Pékerman y el inicio de su glorioso ciclo. Lejos de los ismos que tanto nos invaden al punto de volvernos extremistas, una sociedad que quiere levantar la bandera de la violencia de género no podría quedarse callado ante la acción de Armero, si antes lo hizo contra la del Bolillo.

Pero, ¿cuánto debe durar el castigo público? Si todas las personas tienen derecho a equivocarse y a resarcirse, ¿es realmente justo condenar eternamente a un personaje público que se equivocó, y que además lo admitió, hasta el punto de convertirlo en un paria de la sociedad?
Al mismo ‘Bolillo’ Gómez le dieron la oportunidad de dirigir la selección de Panamá y fue capaz de llevarla a unas semifinales de la Copa Oro y estuvo a punto de clasificarla al Mundial de Brasil. ¿Pueden los triunfos personales limpiar la imagen de un error como el cometido por el estratega paisa? ¿Debe olvidarse la infracción moral que se le impuso Armero por actuaciones como la del partido del jueves?

Tal vez este debate no se habría iniciado si don José no lo hubiera llamado. Entiendo que el argentino es muy de convocar jugadores que ya conoce y que ya hayan sido parte de su ciclo. En mi opinión, habían más y mejores opciones para ocupar la posición de lateral izquierdo que el calidoso Miñia. Pero siendo el timonel, él decidió obviar el pasado personal por su presente futbolístico. El problema es que queda en el ambiente la sensación que cualquiera que sea llamado a la selección colombiana de fútbol tiene carta blanca para hacer y deshacer siempre que sea excepcional en lo futbolístico. A Asprilla le perdonamos lo problemático si marcaba golecitos. A Dayro Moreno le perdonamos el exceso de trago si anotaba partido tras partido. Casos hay muchos y, mezclando el caldo con las tajadas, la situación ya trasciende el plano deportivo al ético. Pedimos profesionales íntegros, pero comemos callao si la embarran porque nos generan réditos. ¿Así es la cosa? No se, Ernesto… No se.

SORBO FINAL: Raimundo Ángulo quiso imponer unas festividades ‘marzovembrinas’ a Cartagena y en los desfiles se le vio más solo que la una. Me pregunto si a alguien se le habrá ocurrido iniciar una acción popular contra el Concurso Nacional de Belleza por haber cerrado una vía altamente transitada para un desfile que no fue concurrido. ¿Valió la pena tanto esfuerzo para hacer ver a Cartagena por algo que no es? Raimundo, noviembre sí es Cartagena. Marzo, no.


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