¡Señor jurado, sírvame un tinto!


La registraduría debería tener en su presupuesto para las elecciones presidenciales un inciso que rece “Tintos”. Al menos un tinto deberían ofrecerle al votante. 
 
Y no es que me las tire de sinvergüenza, aunque así pueda sonar. Lo que pasa es que así uno vaya al puesto de votación con el voto decidido, la duda puede asaltar al momento de enfrentarse -marcador en mano- con el tarjetón. Sobre todo ante lo desaliñadas, gañapitosas, curtidas, malhabladas, y sucias que han sido las campañas. Una persona que quiero mucho siempre me decía: “Ante la duda, abstente”. Y qué mejor remedio para la duda que pensar. Y para pensar, un tinto.
 
“¿Le ofrezco un tintico, señor?”, debería decir uno de esos nobles colombianos a los que les correspondió esa loable tarea de renunciar a un domingo de descanso por servir a la patria para que escoja a su gobernante. Un tintico corto que se convierta en ese tiempo de reposición sobre el cuál el voto signifique marcar ese gol de cabeza que ayude a ganar a esta democracia agobiada y doliente, si se me permite usar términos futbolísticos.
 
Un tinto que abra la mente y le permita cotejar lo sucedido en esta temporada electoral con la fotico 3x4 de su compatriota al que le deja la tarea de liderar esta nación. Parado ante el papelito, al ciudadano le toca decidir entre: un señor que representa cuatro años más de lo mismo, otro señor que representa cuatro años más de lo vivido hace doce años, un señor con cara de bonachón que se muestra como una alternativa diferente pese a haberse entregado al caballero que gobernó ocho años y quiere seguir gobernando en la sombra, una señora que fue ministra del mismo señor que fue presidente por dos mandatos y que no deja una sensación distinta a seguirle sirviendo y, una señora que representa la izquierda más desorientada que se recuerde y que hace poco dijo haber sido novia del requetemencionado señor que quiere seguir mandando en Colombia. Ah, y en un rinconcito, el votico en blanco que de ser mayoría forzará a jugar este mismo jueguito dirigido por los mismos que están impresos a su lado y que obligará al erario nacional a financiarlo. Todo un galimatías.
 
Así pues, fuera de comerciales donde unos se tiran a otros -una forma muy criolla de hacer política pues la culpa de todo siempre la tiene el otro-, ¿por qué no regalarle ese tiempito al sabor de un tinto a ese que estará sometido a tal paredón? Que no se preocupen los que están en la fila que para todos queda un poquito. Bueno, si no han empleado el dinero del presupuesto para tintos en otra cosa…
 
Ante este deseo tan macondiano, no queda otra que despertar. Mejor me tomo el tinto en mi casa y espero que me sacuda para ir a votar. Opte por hacerle caso a su conciencia y si no va, no lo culpo, porque mientras votar no sea obligatorio y con un panorama tan desalentador como el que vivímos hasta puede ser que la abstención no sea pecado.
 
 
SORBO FINAL: Si los noticieros, los comerciales, los tintos, los rezos, entre otros, no le ayudan a decidirse, ¿qué tal la tecnología? El proyecto Vote Móvil, a partir de un cuestionario basado en las distintas propuestas de los candidatos, le muestra con cuál de ellos presenta mayor afinidad. Merece la pena revisarlo, así sea una hora antes de salir a elegir. Está disponible en http://votomovil.co/

TAMBIEN TE PUEDE GUSTAR