Resulta muy interesante, y muy deprimente a la vez, oír y leer las discusiones ideológicas que se dan entre las izquierdas y las derechas de este país y de este mundo. Cada uno de los contendientes ha construido a su alrededor, piedra a piedra, un castillo donde se pueda sentir especialmente confortable y seguro, con espejos que están continuamente dándole la razón e incitándolo a que no abandone su fortaleza cuyos muros rechazan cualquier argumento de los de la otra orilla.
Esa división entre derecha e izquierda no es propiedad exclusiva de la política. En la naturaleza existe de múltiples maneras y formas: el cerebro izquierdo y el cerebro derecho; la mano derecha y la mano izquierda; el pie izquierdo y el derecho; el ojo derecho y el ojo izquierdo, etc. Una división que en la naturaleza existe para balancear y complementar, razón por la que la naturaleza no ha construido muros que separen un cerebro del otro, una mano de la otra, un pie del otro, un ojo del otro. Por el contrario, cuando por un accidente se pierde una mano, un pie o un ojo, para no hablar de un hemisferio cerebral, nos sentimos incompletos, inseguros, menos hábiles.
No hay duda que los homo sapiens, al igual que otros animales, podemos vivir sin un ojo, sin un pie, sin una mano o, incluso, sin una parte del cerebro, pero no es la mejor forma de vivir. Para corregir esas carencias, las ciencias médicas y biológicas desarrollan artefactos mecánicos y electrónicos que sustituyan el órgano faltante de manera que se recuperen el balance y la complementariedad.
Un proceso completamente diferente se da a nivel ideológico donde la izquierda y la derecha se creen autosuficientes, al extremo de que estiman que no sólo no necesitan del otro, sino que, además, realizan grandes esfuerzos para destruirlo. Al igual que el ser humano, los países pueden vivir con una sola ideología: la URSS lo hizo de 1917 a 1990, destruyendo millones de opositores, reales o imaginados; la Alemania Nazi, que iba a durar mil años, lo hizo de 1933 a 1945 llevando al mundo a una guerra global; la Cuba de Fidel lleva sobreviviendo 65 años, pasando de una crisis a la siguiente sin resolver sus problemas, para poner solo algunos ejemplos de los más conocidos y extremos. Algunos países han logrado progresar con regímenes de izquierda (China) o de derecha (Singapur), pero para hacerlo han tenido que abandonar en ciertos temas sus castillos ideológicos para incorporar lo mejor de las ideologías contrarias.
En Colombia esos castillos tan firmes y rocosos como inútiles, nos han servido para aislarnos entre nosotros mismos, impidiendo diálogos que lleven a acuerdos nacionales que, más allá de las ideologías, tengan en cuenta el progreso y la felicidad de los ciudadanos.