Más monedas, no tan triunfales
Si bien Vernon fue un culipronto al anunciar a Londres la toma de Cartagena de Indias, sus compatriotas no lo fueron menos al ordenar acuñar las monedas en homenaje a una toma que nunca se dio gracias a la valentía y estrategia de los defensores, que sacaron el máximo provecho de las defensas artificiales y naturales de la Reina del Caribe. En su favor, de los ingleses de la Metrópolis, debo decir que ellos tenían confianza en la palabra de Vernon que ya los había alegrado con la toma de Portobelo en el istmo de Panamá.
Las monedas tenían, en la cara, la imagen de Don Blas hincando la rodilla y entregando a Vernon su espada en señal de derrota y sumisión, con la leyenda: “El orgullo español humillado por Vernon”; y, en el sello, la flota inglesa atacando la ciudad bajo la leyenda: “Los héroes ingleses se tomaron Cartagena – abril de 1741.”
Monedas acuñadas en 1741 celebrando la toma de Cartagena por Vernon
El soberano inglés de entonces, Jorge II, que era un hombre de malas pulgas, tan pronto se enteró de que la toma de Cartagena nunca se dio mandó recoger todas las monedas acuñadas para fundirlas y prohibió, bajo pena de cárcel o de multas, poseerlas, con lo que elevó su valor haciendo de ellas ítems de colección. También se prohibió que se hablara o escribiera algo sobre las benditas monedas. Sus esfuerzos fueron fútiles, como lo demuestran las muchas monedas que llegaron a nuestra época. El año pasado Aviatur, la empresa colombiana más importante en turismo, las reprodujo como regalo de fin de año para clientes y empleados. Y recientemente la familia Tovar donó al MUHCA una de esas famosas monedas.
Dos tumbas: una regia, la otra desconocida
La vida no siempre premia al vencedor y castiga al vencido. En el caso del sitio que nos ocupa, Blas de Lezo murió pocas semanas después del final de la batalla por Cartagena debido a complicaciones causadas por una herida recibida en combate. Para su infortunio, entre el final de la batalla y su muerte, el Virrey Eslava se dedicó a denigrar de él y a acusarlo ante la Corona española de insubordinación, negligencia y mala gestión de recursos y defensa, lo que incidió en que el héroe recibiera un entierro de quinta al fallecer. Hoy, cerca del tricentenario de su muerte, nadie ha podido establecer donde en Cartagena de Indias se encuentran los huesos del gran marino y militar.
La tumba del Almirante Eduard Vernon en la Abadía de Westminster
Entre tanto, todos podemos pasar por Westminster Abbey, la abadía londinense donde están enterrados reyes, nobles y héroes británicos, para ver la bella tumba donde reposan los huesos de Vernon, el perdedor. Esa diferencia entre Blas de Lezo y Vernon después de muertos, es la diferencia entre una sociedad que premia el esfuerzo y el trabajo y otra que castiga el triunfo y los logros.
Treinta y un Mount Vernons en USA
Finalizada la batalla los sobrevivientes americanos de la expedición británica retornaron a las colonias inglesas de Norteamérica. Entre esos que retornaron se encontraba su comandante, Lawrence Washington, hermano medio de George el primer presidente de la Unión Americana. Cuando Lawrence regresó a su plantación en Virginia le cambió el nombre original, Little Hunting Creek, por Mount Vernon en homenaje a su jefe, el almirante inglés.
Cada vez que alguien visita o nombra a Mount Vernon, está recordando al inglés que cayó derrotado ante el Castillo de San Felipe. El sitio está abierto 365 días al año y ha recibido desde 1860 más de 96 millones de visitas. Además de este sitio histórico en Virginia, existen otras 30 poblaciones a lo largo de los EE.UU. bautizadas con el nombre de Mount Vernon. No he encontrado ninguna población en Colombia o en España que lleve el nombre de Blas de Lezo.
¿Por qué no hablamos inglés?
A comienzos de la década de los 50 del siglo pasado, el historiador inglés Arnold Toynbee emprendió junto a su mujer un viaje alrededor del mundo. Una de sus paradas fue en Cartagena, donde pidió a sus anfitriones llevarlo al Castillo de San Felipe. Una vez frente a la magnífica fortaleza pronunció, señalándola, las siguientes palabras: “Por tu culpa, Suramérica no habla inglés”.
Una placa que nunca debió ser
Varias décadas después de Toynbee, ya con el Castillo de San Felipe completamente restaurado gracias al tesón y la labor entre 1928 y 1958 de Carlos Crismatt, un gran cartagenero, otro inglés, el entonces Príncipe Carlos, lo visitó junto a su señora, Camila Parker. Las autoridades de la ciudad sin pensarlo mucho, cosa que les ocurre con frecuencia, decidieron no solo homenajear al Príncipe, lo que estuvo bien, sino incluir en la ceremonia una placa en homenaje a los británicos que habían intentado tomarse la ciudad en 1741, lo que estuvo mal.
El Alcalde de Cartagena y su señora junto a la placa famosa y al Príncipe Carlos y Camila
La ceremonia de ese 1 de noviembre transcurrió sin novedades hasta que desvelaron la placa en honor a Vernon y a los ingleses caídos durante el sitio de 1741. La reacción de los asistentes fue de estupor, pero en la noche, después de la partida de Camila y Carlos, un ciudadano indignado con el homenaje a los sitiadores, que había sido colocado justo al lado de la estatua del corajudo Blas de Lezo, cogió a mazazos la placa con una mona. Frente a este hecho, que representaba el sentir de la comunidad cartagenera, las autoridades decidieron remover lo que quedaba de la placa a los británicos, dejando la estatua de Blas de Lezo sin la compañía de sus viejos enemigos.