No, no, Raulín


Esta vez Juan no se pudo llevar las sillas porque las de la discoteca El Escándalo pesan 'en pila'.

En esa discoteca cantó el sábado pasado el gran Henry Fiol, y "medio cantó" Raulín Rosendo. Juan dice que Raulín medio cantó porque el salsero dominicano le estiraba más el micrófono al público que a su propia boca.

Aunque la esposa de Juan le pidió que no se gastara la plata en otro concierto de salsa, por temor a que las cosas no salieran bien, como en el Son Caribe Fest (http://www.eluniversal.com.co/blogs/en-un-2x3/juan-es-victima-de-los-conciertos-bombas-en-cartagena) las boletas las compró a última hora.

Juan y su esposa llegaron casi que a la medianoche a la discoteca y allá compraron el par de boletas. Cada una en 120 mil pesos.

Se acababa de subir Henry Fiol, con un gran saco negro, camisa fucsia y sus canas muy bien peinadas hacia atrás, cantaba la Juma de Ayer... La salsa vieja que no escucharon en el Parque de la Marina, la estaban bailado muy entusiasmados Juan y su esposa, los dos enamorados, mientras tiraban pases, consumían la única marca de cerveza que ofrecían en la discoteca, por 10 mil pesos cada una.

Henry Fiol cantó, bailó, se tomó fotos con sus seguidores y salió ovacionado por su gran presentación.

El postre que esperaban Juan y su mujer era Raulín Rosendo, para coronar una noche que hacía mucho tiempo no vivían por la decepción de otros conciertos en la ciudad (www.eluniversal.com.co/blogs/lo-que-esta-bienesta-mal/te-dejaron-como-concierto-en-cartagena).

Lucho Jiménez, el reconocido bailarín y coreógrafo cartagenero, esa noche como todo un animador, se subió a la tarima para anunciar la llegada de Raulín. Lucho lo imitaba con su voz gruesa y tarareaba alguna de sus canciones. ¿Quién quiere escuchar a SÍ SÍ? tarareaba mientras la gente le respondía en coro: Raulín.

Otra gente que trabaja con el cantante, ayudaba a acomodar el micrófono y un atril, en el que organizaron cada uno de los papeles donde estaban las letras que iba a entonar Raulín.

“Frente a una copa, de vino...”, la gente estalló de emoción cuando Raulín, con su potente voz, gafas oscuras y un saco rojo, entonó las primeras 6 palabras de la canción que lleva el mismo nombre.

Todo pintaba tan bien que Juan fue por un par de cervezas más... “Se acabaron”, fue la respuesta que le dieron en el bar.
-¿Y no hay de otra marca?, preguntó, a lo que recibió un no rotundo como respuesta.

“Me da una pena tan grande, que me tengo que reír”, continúo Raulín, quien de ese pedazo de la canción hacia adelante, estiró el micrófono al público. “Al saber que me has dejado, no te pienses que lloré, unas copas he tomado y al espejo me miré. Y me he dicho para mí...”, según Juan, la gente cantó esa parte y casi todo el resto de la canción. Y así pasó con las demás.

Raulín no cantó una estrofa completa, por lo que algunos asistentes, entre esos Juan, empezaron a gritar: “Canta, canta”.

De vez en cuando volvía y se llevaba el micrófono a la boca: “Sí, sí, Raulín”, repetía.
Juan se estaba fastidiando, sin cervezas, 240 mil pesos en boletas, pero con su esposa al lado que lo calmaba.

“Pelea, pelea”, se escuchó de pronto en la discoteca. Lucho Jiménez le quitó el micrófono a Raulín y paró el “espectáculo” hasta que la policía retiró al hombre que formó el “bololó”. Entre rumores se escuchaba que “gente de la Alcaldía” empezó todo, pero eso Juan no lo pudo confirmar. Solamente vio cuando varios policías sacaron a un hombre de la discoteca donde la gente coreaba: “Sáquenlo, sáquenlo”.

Después de más de 5 minutos de bullicio y nada de canto, uno de los que acompañaban a Raulín cogió el micrófono y dijo: el concierto va a seguir.
La gente se quedó esperando en sus sillas; Juan y su esposa 'pasmaos', sin trago y sin baile esperaban a que todo volviera a la normalidad.

“Tengo a veces deseos de ser nuevamente un chiquillo, y en la hora que estoy afligido, volverte a oír”, sí sí, la gente se volvió a emocionar, algunos pensaban que esta vez Raulín venía con toda hasta que nuevamente estiró el micrófono a su fanaticada. Rosendo entonaba un par de estrofas y el público, el resto de la canción. Otra vez, la misma vaina.

La diferencia con la presentación esa noche frente a Henry Fiol fue abismal. “Así son los grandes cantantes, como Raulín, no necesitan cantar”, dijo un tipo ebrio que estaba al lado de Juan, solo y con una botella de whisky en la mano.

El concierto terminó de un momento a otro, la gente empezó a culpar a los que iniciaron la pelea. Otros, se quejaban contra el cantante. “Ese man no canta, más cantó Lucho Jiménez al principio”, decía otro.

Juan y su esposa salieron decepcionados, una vez más, un espectáculo en Cartagena que no termina como todos esperan.

Pdata: Por ahí Juan se enteró que la propietaria de un sitio de salsa en la ciudad, está pensando llevar a su discoteca a Raulín Rosendo, hasta le está haciendo publicidad por Facebook. Con todo respeto, Juan le aconseja que lo piense bien.

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