Bronceado


El bronceado ocurre como un mecanismo de defensa de la piel ante la exposición al sol, especialmente a los rayos ultravioleta B, o a cámaras bronceadoras, ante lo cual se incrementa la producción de melanina, pigmento que da el color natural a la piel. Por muchos años se consideró como un símbolo de status, salud y belleza, un color propio de quienes tenían recursos para ir de vacaciones a la orilla del mar. Paradójicamente siglos atrás era considerado en países de Asia, especialmente en Japón, como rasgo de pobreza y suciedad, propia de la clase baja y campesinos. Hoy los asiáticos siguen prefiriendo un color pálido en la piel.

En los años 30 y 40 del siglo 20, inició el boom del bronceado, gracias a que personajes íconos del momento, mostraban su piel dorada, después de unas vacaciones. El sol no es siempre nuestro enemigo, de hecho, recibir sol entre que aparece y las 10 am, es beneficioso para que ocurra en la piel la síntesis de vitamina D, indispensable para que el calcio se fije a los huesos y así evitar la osteoporosis. Exponerse al sol desde las 10 am hasta las 3 pm, especialmente sin protector solar, predispone a envejecimiento prematuro de la piel, formación de manchas y en el peor de los casos a la aparición de cáncer cutáneo.

Empezando el siglo XX, aparecieron las primeras cámaras bronceadoras porque el afán de seguir la tendencia de la moda, no siempre esperaba unas vacacionesal sol, y con estas cámaras podía conseguirse bronceado de manera rápida. Importantes agremiaciones de Dermatólogos, y la misma Organización Mundial para la Salud (OMS) desde hace varios años han dado la voz de alerta de la mayor incidencia de cáncer para quienes se exponen a cámaras bronceadoras, especialmente en personas jóvenes de piel clara. No necesariamente unas esporádicas sesiones de cámaras bronceadoras pueden inducir cáncer, el mayor riesgo es, que en muchos centros donde ofrecen estos servicios, no hay personas con la suficiente preparación y cuidado para recomendar tiempo y tipo de radiación según el tono de piel, además con frecuencia no ofrecen filtros solares ni anteojos de protección.

Luego de difundirse los potenciales peligros de exponerse excesiva y frecuentemente al sol o a cámaras bronceadoras, se inicia el boom de los llamados “autobronceadores”, donde el ingrediente principal es la dihidroacetona (DHA), que puede producirse en laboratorio u obtenerse de plantas como caña de azúcar o remolacha. Hasta el momento son considerados muy seguros, ya que no penetran a la circulación y solo se unen a las proteínas de la epidermis. Vienen en varias concentraciones de acuerdo a la intensidad de bronceado que se desea. Hay que tener cuidado de aplicarlo cuidadosamente para que el color luzca uniforme. Su duración aproximada es de 5 a 10 días y se elimina por la exfoliación natural de la piel, sumado al baño y la sudoración.

Si bien es cierto que el uso de protectores solares previene de los rayos solares nocivos, debe tenerse en cuenta, renovarlos constantemente durante la exposición y también luego de los métodos artificiales de bronceado. La mejor forma de broncearse saludablemente es después de las 3 de la tarde, y mejor aún si se hace caminando a través el sitio soleado obteniéndose así un tono aunque menos bronceado, uniforme, con menos riesgos a la salud y mayor duración


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