Envejeciendo con dignidad, pero cuidando la piel.


Una pregunta muy frecuente en la consulta médica dermatológica, en centros de estética y en la vida cotidiana, es el momento en el cual deben iniciarse los “cuidados antiedad”. Los cuidados para mejorar las consecuencias del paso de los años y la prevención de enfermedades cutáneas potencialmente mortales, deben iniciarse en la infancia, época de la vida en que paradójicamente nadie piensa que envejecerá. Para empezar con estas recomendaciones- reflexiones, empecemos diciendo que el solo hecho de tener una adecuada protección solar, no solo es el inicio de esos cuidados, sino también la más importante medida de prevención contra del envejecimiento prematuro y peor aún, el cáncer de piel; sin embargo, cualquier momento de la vida es propicio, aunque entre más tarde se inicien los cuidados, menos evidentes y satisfactorios serán los resultados.

Los cuidados en la piel del rostro deben iniciarse desde temprana edad, pues el rostro es el área que se encuentra más expuesta a las agresiones medioambientales. Los cuidados de la piel son asunto de toda la vida si se desea conservar una apariencia agradable y sin predisposición a cáncer, manchas y arrugas prematuras. Independientemente de los años que se tenga, cada edad tiene su rutina indicada. Si nos referimos a prevención de arrugas prematuras, el momento ideal de inicio de los cuidados correspondientes, es aproximadamente a partir de los 20 años, cuando la piel mantiene su máxima elasticidad, humectación, capacidad y plena capacidad en la producción de colágeno.

A partir de los 30 años empieza a evidenciarse los primeros signos de envejecimiento, como finas arrugas alrededor de los ojos, en la frente y la boca. Igualmente la piel del rostro puede presentar áreas de decoloración o pigmentación, las cuales son más visibles en aquellas personas que no han observado una adecuada protección solar. La limpieza, incluyendo- cuando sea del caso- el adecuado desmaquillado diario, es fundamental. . A esta edad la clave para atenuar los inevitables efectos del paso de los años, es la correcta hidratación. Nunca debe usarse el mismo producto hidratante por más de cinco años, pues las necesidades de la piel van cambiando. A la hidratación puede adicionarse productos antiedad, incluyendo contorno de ojos, cuello y escote, además de la ingestión de antioxidantes y una alimentación balanceada.

A los cuarenta, la piel evidencia la pérdida de agua, y la disminución en la producción de fibras de colágeno, elastina y reticulina, hacen que la piel se vea menos firme y empiece a notarse flácida, además de tornarse más frágil. Se acentúan las arrugas alrededor de los ojos, la frente, y en ocasiones la pigmentación en los párpados inferiores aumenta. Lo anterior no necesariamente es la regla, pues en las pieles gruesas y grasas, especial mente de tez morena, estos cambios pueden ser mínimos o presentarse más adelante. En los hombres, este proceso generalmente se inicia más tarde, pero una vez aparece, evoluciona más rápidamente que en las mujeres.

En términos generales entre 40 y 50 años, los cuidados van encaminados tanto a hidratar la piel, como a incentivar la producción de nuevo colágeno. El énfasis, igual que en los 30’s, es en el área alrededor de los ojos, frente, labios, cuello y escote. A esta edad están indicados los productos a base de retinól, coenzima Q10, resveratrol, vitamina C y E, aunque cada día se promocionan nuevos productos con igual o mejor eficacia. Sigue vigente la protección contra la radiación solar.

A partir de los 50 años, las señales de envejecimiento en la piel son aún más acentuadas, situación que se agrava en las mujeres por la aparición de la menopausia, que reduce drásticamente los niveles de estrógenos, con la consecuente pérdida de tersura, hidratación y elasticidad de la piel. El recambio celular en la piel es más lento, lo que predispone a manchas, algunas lesiones inestéticas y hasta premalignas, sin olvidar la flacidez del cuello y el agrietamiento del escote. De la misma manera que en otras edades, no siempre se presentan estos cambios con igual intensidad en todas las mujeres. En este momento de la vida todos los cuidados deben realizarse con productos antiedad, incluyendo aquí los usados para contorno de ojos, labios y para atenuar la flacidez de óvalo facial, cuello y escote, de los cuales hay una amplia gama, los retinoides en cremas, sueros, emulsiones, vitaminas, resveratrol, ácido hialurónico tópico e inyectado, entre muchos otros. Algunos productos antiedad son de uso exclusivo en la noche, otros son de uso diurno y algunos pueden usarse noche y día.

Si bien es cierto que el proceso de envejecimiento cutáneo se evidencia más tardíamente en hombres, también es cierto que cuando se inicia se desarrolla mucho más rápido, esto es agravado por ausencia de cuidados previos, especialmente en lo que se refiera a la protección solar. Los factores hereditarios influyen definitivamente en la edad de aparición de los signos de envejecimiento y la intensidad de los mismos. También influyen factores externos como el daño solar, cigarrillo, alcohol, malos hábitos alimenticios y sedentarismo. En las pieles blancas en general los signos de envejecimiento se observan a edades más tempranas, situación que puede variar de acuerdo a hábitos, actividad y medidas preventivas previas.

A pesar de cumplir las mismas funciones, existe una marcada diferencia entre la piel masculina y la femenina. Esta diferencia es consecuencia de la acción de la hormona testosterona, la cual se encuentra presente en las mujeres, aunque en concentraciones mucho menores que en los hombres. La testosterona es la responsable del mayor grosor de la piel masculina, en promedio 25% mayor que la femenina. La producción de fibras colágenas y elásticas es mayor en el hombre, además, hay mayor cantidad de glándulas sebáceas y sudoríparas. En los últimos años, (y seguramente en los que siguen), ha aumentado el interés masculino en retrasar los signos visibles del envejecimiento y atenuar los que inevitablemente se presentan, las razones pueden ir desde el interés por la integralidad en la salud y la apariencia personal, hasta la preocupación por la influencia laboral y social en una sociedad cada vez más competitiva en lo referente a la imagen.

Las manifestaciones del envejecimiento cutáneo de hombres y mujeres son las mismas; sin embargo, los cambios son más acentuados en la piel masculina por su mayor grosor. La secuencia no es invariable, pero lo usual es que primero se observen las arrugas alrededor de los ojos, comúnmente llamadas patas de gallo, profundización de las líneas de expresión en la frente y entrecejo, la grasa de los pómulos disminuye o desaparece con lo cual el rostro pierde volumen dando apariencia de enojo en el tercio superior del rostro y de tristeza en el inferior, los pliegues a los lados de la nariz se tornan más profundos, las comisuras labiales se arquean hacia abajo y hay flacidez, mayormente visible en cuello. Es importante resaltar, que no en todos los hombres desarrollan estos cambios.

La búsqueda de procedimientos quirúrgicos o cosméticos que atenúen las señales de envejecimiento, va en aumento en la población masculina, incrementándose la solicitud de cirugías plásticas, aunque parece ser que gana terreno la tendencia a buscar “refrescamientos” en la apariencia facial, más que cambios drásticos que en ocasiones son motivo de inconformidad y aún rechazo de los resultados de la cirugía. En ocasiones los tratamientos quirúrgicos son complementados con tratamientos cosméticos no invasivos o mínimamente invasivos, en otros casos solamente se someten a procedimientos cosméticos como peelings, microdermabrasión, aplicación de toxina botulínica, higienes e hidrataciones en cabina, entre otros. Las intervenciones cosméticas mejoran la apariencia de la piel, sin eliminar definitivamente los signos de envejecimiento.

Nunca está de más recordar la importancia de una alimentación balanceada, la ingestión de vitaminas y antioxidantes y, a cualquier edad la correcta y constante protección solar. No hay que olvidar que las arrugas no matan y que los cuidados de la salud general son tan importantes como los de la piel.

Desde 199, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha venido ocupándose del concepto de envejecimiento, y desde el 2002 promueve el llamado envejecimiento activo, definiéndolo como “el proceso de optimizar las oportunidades de salud, participación y seguridad en orden a mejorar la calidad de vida de las personas que envejecen”.


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