Identidad: del Calcio Storico a la Bola de Trapo


Imaginen esto: una arena, dos equipos con 27 hombres cada uno, en las gradas el público arenga eufórico a su favorito. El partido inicia, los jugadores encargados de anotar los goles deben llevar un balón hasta la meta contraria mientras los defensores deben hacer lo posible para impedírselo, incluyendo puños, patadas, empujones. Es un encuentro violento, sangriento, es el Calcio Storico y es uno de los orgullos de Florencia (Italia).

El Calcio se considera el predecesor del fútbol. La versión florentina la practican desde el siglo XVI y cada año tienen un torneo con los cinco equipos que conforman la liga y que representan a cinco barrios de la ciudad. Los jugadores deben ser florentinos de nacimiento y solo pueden jugar en el equipo del barrio en el que viven. El equipo ganador no recibe nada más que el honor del vencedor y literalmente dejan sangre, sudor y lágrimas en la arena con la finalidad de conseguirlo.

Entre los estrenos lanzados en mayo en Netflix se encuentra la docuserie Home Games (Juegos Locales) que presenta algunos de los juegos tradicionales más peligrosos que se practican en el mundo, el primer capítulo es dedicado precisamente al Calcio Florentino.

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Si no se conoce el juego, como me ocurrió a mí, los primeros minutos pueden ser impactantes, 27 hombres dispuestos a romperse la madre solo ‘por deporte’, lo consideraba un instinto de violencia primario, crudo, sin más sentido que la celebración de la capacidad que tiene el ser humano para hacer y hacerse daño, pero a medida que avanzaba en el capítulo descubrí que va mucho más allá de eso.

El Calcio hace parte de la identidad de los florentinos, habla de la milenaria historia de la ciudad, del orgullo de haber nacido en Florencia porque solo así pueden participar en un torneo único en el mundo, del sentido de pertenencia de por vida hacia sus barrios, y de la tradición de la que hacen parte y que quieren perpetuar en sus hijos.

En una orilla completamente opuesta, o más bien, en la calma profundidad del océano se desarrolla el tercer capítulo de Home Games dedicado al buceo de profundidades, el protagonista es un pescador septuagenario, perteneciente a la tribu sama de Filipinas que han vivido ancestralmente de lo que el mar les provee, al punto que sus cuerpos se han adaptado para poder permanecer más tiempo debajo del agua.

Foto: Netflix

El protagonista entrena para romper un récord nacional en una competición de apnea, aprende unas reglas de juego que delimitan aquello que él hace con libertad para conseguir su sustento diario con la única finalidad de demostrar a los más pequeños de la comunidad, estigmatizada por su tradición nómada, que esas habilidades que tienen en el agua, esa sabiduría ancestral, pueden ser motivo de orgullo. 

Por mucho tiempo se ha hablado de la identidad como todo aquello que nos une, nos representa y nos iguala como miembros de una comunidad o un territorio. Con esa idea en mente, los gobernantes han utilizado los deportes para cohesionar el espíritu de las naciones: Hitler pretendía demostrar una supuesta superioridad aria en los Juegos Olímpicos realizados en Berlín en 1936, no contaba con la participación del atleta afroamericano Jesse Owens que se llevó cuatro medallas de oro y a lo largo de su carrera rompió tres récords mundiales pero murió en la miseria; o Nelson Mandela quien simbólicamente unió a un país fracturado por el apartheid a través de un juego de rugby.

Esas anécdotas históricas muestran como se diluye la identidad cuando se quiere priorizar una homogenización: el nazismo con su teoría sin fundamento, Estados Unidos con su racismo enconado no valoró la gloria que Owens le consiguió al país y Mandela que inició una necesaria transformación en Sudáfrica pero uno de los símbolos de esas unidad fue la masificación de un deporte heredado de la colonización.

La identidad más profunda es la espontánea que se enriquece a partir de las diferencias, a partir de lo que nos hace únicos. Así como el Calcio Storico en Florencia, en Colombia tenemos el juego de bola de trapo que practican en Getsemaní (Cartagena), un derivado del béisbol que se juega con una bola artesanal al pie de la muralla colonial; los Juegos Tradicionales Wayúu en La Guajira que incluyen tiro con flecha, tiro con piedra, lucha, lanzamiento de trompo y carreras de caballos; o El Coleo en los Llanos Orientales en el que los vaqueros deben demostrar sus destrezas para someter a las reses; estos deportes no pueden ser más disimiles y sin embargo son una muestra de las múltiples identidades que existen en el país y que en esencia representa lo que somos.

Foto: El Universal

Reconocer, proteger y apoyar esas identidades locales debería ser motivo de orgullo y ese es el mensaje de Home Games. La serie es una celebración a la identidad y a la capacidad de empoderamiento y pertenencia que se adquiere con la participación en una manifestación cultural.


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