El debate de “Cuando la sangre es noticia”


El pasado domingo la periodista de este medio, Johana Corrales, publicó un escrito que tituló: Cuando la sangre es noticia. A mi parecer, este es un abrebocas que describe la labor del periodista de la sección judicial o sucesos y me recordó el debate sobre el quehacer del periodista frente a las historias de dolor.

Por muy sencillo que lo hagan parecer las nuevas tecnologías de la información, ser periodista no es una tarea fácil. Se suele decir que periodista puede ser cualquiera, pero ¿qué tal ser periodista por un día, o mejor aún, ser periodista judicial de Q’hubo, El Teso o El Universal? Sería interesante ver los resultados de este ejercicio.

Algunos colegas han planteado una posición que me parece superficial:¿es  correcto publicar intimidades del quehacer periodístico de tus compañeros de redacción y casa editorial? Sí, aquí puede existir un problema de confianza. Pero considero que hay una situación que va más allá de las expectativas de la periodista al escribir esto: el debate radica en las voces que no se escucharon claramente, la ética del periodista que debe hacer este tipo de historias. Ellos también son seres humanos.

¿Será que Corrales le preguntó esto a Edwin Torres, el cronista de lo judicial con 24 años de experiencia? En la entrevista no lo vi. Pero fue interesante que al menos tuviera la entrevista de un académico como Ricardo Chica, que además de guiar el artículo, tiene investigaciones sobre este tema, en especial el libro Quién cogió Universal hoy, análisis que bien podría contextualizar más el tema de por qué la sangre es noticia.

Sobre el artículo, compartiré la opinión que escribí en Facebook cuando cuestionaron que ese fuera mi recomendado del domingo: Pienso que esta no es ni será la última palabra de lo que se diga sobre este tema. Considero es un ejercicio que vale la pena analizar, por eso calificarlo como un abrebocas o acercamiento a este ejercicio y este tipo de reportería. Como crítica, me hizo falta la conclusión de quien dirige el artículo, el cierre. Tampoco le haría daño la visión completa de nuestros colegas que buscan la nota judicial, los de a pie, los que ella cita (el debate ético y moral), la visión que bien sabe Chica sobre la construcción de agenda y el papel de la audiencia en esta. Es obvio que hace falta mucho, pero destaco el atreverse, a pesar de la posición libre de la autora y el "aire" de prejuicio que sentí en el artículo, a publicar este tipo de temas.

Pensar el periodismo

Parece que siempre tenemos mejores ideas después de hacer las cosas, especialmente cuando son de otros. Por ejemplo, cuando escribes y publicas sucede lo mismo: dónde poner mejor una coma, un título diferente, etc. Para este caso, creo que la herramienta de la entrevista debió ser acompañada por algo que se llama periodismo de inmersión.

Es básicamente lo que planteé al principio del texto: ser periodista judicial por uno o varios días y vivir el dilema de llenar una página de El Universal, dos o tres de Q’hubo o todo el periódico El Teso. Y después sí escribir este artículo y contrastar las frases, fuera de contexto y deshumanizadas que supuestamente dijeron sus colegas, con la experiencia vivida.

Puedo compartir algunas historias como una ex miembro de la familia Editora del Mar. Antes de ser periodista local de Q’hubo Cartagena, confieso que quise ser el reemplazo de la periodista de las notas judiciales. Me pareció que era la mejor manera de aprender a ser periodista.

Enfrentarte a lo cruel y desgarrador y a pesar de todo conseguir las historias que necesitabas y que muchas veces querían ser contadas por las familias de quienes morían. El camino me llevó por algo distinto pero siempre siguiendo de cerca estas noticias, pues, para bien o para mal, son el diario vivir.

Soy partidaria de una idea que me compartieron del periodista Ryszard Kapuściński: “Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”.

Los periodistas judiciales que he tenido de cerca y con quienes he trabajado, no solo son buenas personas, son seres humanos que diariamente se debaten entre su labor y la tragedia. Manuel Salinas, periodista y editor encargado de Q’hubo Cartagena, es un estadista por excelencia. No solo narra la historia judicial, sino que siempre guarda un halo de respeto al preguntarles a los familiares sobre los hechos y, además, lleva cifras de las muertes violentas en Cartagena y sus cercanías, para mostrarnos el panorama de la ciudad que vivimos, más allá de las instituciones. Este es un trabajo responsable y necesario.

Wilson Morales, periodista judicial de El Universal, siempre luchó por ir más allá de la nota escueta. Solía ser de los últimos en irse de la redacción, esperando el último detalle por la veracidad de la información y trabajar adicionalmente especiales que tocaran la fibra del lector, profundizando en las tragedias de las que escribía a diario.

Sí, también debí cubrir historias dolorosas. De esas que te dejan el corazón arrugado y que con el tiempo te hacen hablar de manera desparpajada de los hechos que otros no resisten escuchar. Pero esto es algo que a fuerza de costumbre se aprende y no es exclusivo del periodismo, funciona para muchas labores que suelen estar relacionadas con lo humano, como la medicina, ser policía o investigador del CTI de la Fiscalía. Para entender esta comparación, tal vez haría falta una persona que también publique las frases que suelen escucharse en las salas de urgencias, los operativos policiales o los levantamientos de los cuerpos.

Creo que la humanización de la labor no está solo ligada a desechar frases que se lancen de dientes hacia afuera. Está ligada con algo tan simple como ponernos en el lugar del otro, tener la sensibilidad suficiente para hacerlo no es simple, pues, el periodista bien se quedaría llorando junto a los familiares, lo mismo que el médico, el policía o el investigador, y no podrían hacer su labor.

Y es aquí donde viene la encrucijada: cuando mi labor como periodista somete mi humanidad al más crudo de los dilemas. Por eso sigo en el ejercicio de comprenderlos y ojala sea, como propuso Juan Gossaín, de la mano de los colegas de la crónica roja de esta misma casa editorial.

ENLACE DE INTERÉS:

http://www.eluniversal.com.co/suplementos/facetas/cuando-la-sangre-es-noticia-190224


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