Las fracturas por fragilidad generan importantes costos sanitarios, personales y sociales

Fractura por fragilidad ósea: Un problema de interés en la posmenopausia


Las fracturas por fragilidad ósea son un problema creciente de salud pública, ya que se relacionan con importantes y costosos requerimientos asistenciales: hospitalización, cirugía, medicación y rehabilitación. Al tiempo son génesis para diversas morbilidades y compromisos psicobiológicos. Las fracturas por fragilidad se asocian con incremento en el riesgo de mortalidad a temprana edad. 

Se suma a lo anterior que las fracturas por fragilidad se suelen acompañar de discapacidad física temporal o definitiva, por lo que afectan negativamente la calidad de vida y la productividad de las personas.  También pueden generar condiciones de dependencia con el requerimiento de cuidadores familiares o profesionales, impactando negativamente el bienestar de la familia o de la sociedad.

La fragilidad ósea está relacionada con la osteoporosis, una enfermedad o condición sanitaria que se caracteriza por un adelgazamiento paulatino en la estructura de la matriz orgánica del hueso, lo cual reduce sustancialmente la dureza ósea y predispone para fracturas por traumas de baja intensidad, como las caídas desde su propia altura o los golpes moderados o leves, que usualmente no causarían fracturas. La frecuencia de la osteoporosis se incrementa con la edad, afecta más a mujeres que a varones y es mayor su presencia en la posmenopausia debido, entre otros factores, a los cambios hormonales. La disminución de los niveles de estrógenos conlleva a una acelerada pérdida de cantidad y calidad de hueso.

Según la Fundación Internacional de Osteoporosis, en el año 2012 en Colombia, se estimaban en 1.423.559 las mujeres afectadas por la osteoporosis, cifra que pudiese aumentar a 2.101.000 para el año 2050. De hecho, se calcula que una de cada tres mujeres mayores de cincuenta años presentará al menos una fractura por fragilidad ósea en su vida. Este panorama debe ser preocupante para todos, para mujeres y para profesionales de la salud, ya que aproximadamente la mitad de las mujeres que presentan una fractura por fragilidad ósea va a sufrir en los años siguientes otra fractura por fragilidad ósea, sobre todo si no ha recibido la orientación, las evaluaciones clínicas o radiológicas, ni las medicaciones adecuadas. De igual manera y específicamente en mujeres posmenopáusicas, una de cada cinco que presentan una fractura de cadera, en el primer año tendrá una fractura en la columna vertebral. Así mismo, una de cada cuatro mujeres con factura vertebral, en el primer año va a tener otra fractura vertebral. No obstante, en las comunidades es poco el conocimiento y es limitada la conciencia para aplicar medidas generales y nutricionales para la prevención de la osteoporosis, la fragilidad ósea y el riesgo de presentar fracturas. Se amerita mayor interés en las esferas gubernamentales al dictar políticas de atención en salud en torno a la fractura por fragilidad ósea.

Las fracturas por fragilidad ósea y por consiguiente la osteoporosis deben dejar de ser consideradas situaciones silenciosas, pues es importante visibilizarlas, así como sus consecuencias. Ante una población que se va envejeciendo, es necesario señalar que la fragilidad ósea debe ser sospechada, diagnosticada con oportunidad y tratada de manera suficiente. Todos los profesionales de la salud, sin diferencias de especialidades o nivel de complejidad de su ejercicio, deben apropiarse de los conceptos modernos de la fractura por fragilidad ósea y la osteoporosis. Diversas patologías pueden favorecer el riesgo de caídas y la subsiguiente fractura por fragilidad ósea.

Cuando la mujer o el varón llegan a la consulta de ortopedia afectados por una fractura por fragilidad ósea, estamos en el final de la cadena. Ya ha fallado todo el sistema de atención en salud que debe asegurar la buena calidad ósea de las personas, en especial del adulto mayor. También suelen haber fallado otros aspectos que muy poco se señalan, como la adecuada arquitectura de las viviendas para los adultos mayores (niveles en los pisos y escalinatas, iluminación, soportes y pasamanos en baños o habitaciones) y los conceptos urbanísticos de las ciudades (andenes, demarcación de zona de peatones y accesos a los medios de transporte, entre otros).

Resolver la fractura presentada no debe ser la única acción terapéutica, que es lo que usualmente se realiza. Se deben instaurar todas las medidas preventivas generales y médicas, adelantar el seguimiento de la condición del hueso y realizar la intervención medicamentosa suficiente; todo lo anterior con el fin de impedir que el deterioro del hueso continúe y se produzca una nueva fractura. Si no se realizan, la expectativa de la buena calidad de vida se reduce y se aumenta el riesgo de muerte temprana. En un estudio en población colombiana mayor de 50 años, en la que se incluyeron mujeres y varones, se encontró que entre las personas que presentaron fractura de cadera, el 30% murieron en el año siguiente a la fractura.

En cualquiera de los huesos del esqueleto humano se pueden presentar fracturas por fragilidad ósea, pero los más frecuentes son la cadera, la columna vertebral y en la muñeca. En un hospital de Bogotá se realizó un estudio en pacientes que asistieron con factura por fragilidad ósea encontraron fractura de cadera en el 51,4%, en la columna vertebral en el 23,4%, en la muñeca en el 22,5% y en el húmero en el 4,5%.

La edad avanzada; la menopausia precoz, sobre todo antes de los 45 años; una fractura por fragilidad ósea después de la edad de cuarenta años; la disminución de densidad mineral ósea en el cuello femoral; la historia de familiares con fractura de cadera; el bajo índice de masa corporal; padecer artritis reumatoide o diabetes mellitus; padecer déficit visual; usar por tiempo prolongado medicamentos corticoides o anticonvulsivantes; realizar consumo excesivo y prolongado de alcohol, y poseer el hábito de fumar son factores de riesgo para presentar fracturas por fragilidad ósea. Ante todas estas circunstancias, se debe realizar, desde la mediana edad de las personas, una búsqueda de la existencia de fragilidad ósea para prevenir el posterior establecimiento de fracturas.

Desde el año 2008, se propuso una herramienta de cálculo para la evaluación general del riesgo de fractura por fragilidad. La herramienta permite calcular, en porcentaje, la probabilidad de presentar en los siguientes diez años una fractura de cadera, así como una fractura osteoporótica mayor (columna vertebral, muñeca cadera u hombro). Esa herramienta se denomina FRAX [herramienta de evaluación de riesgo de fractura] y está disponible electrónicamente para todas las personas. Solo se necesita informar la edad, el peso, la estatura, el sexo y diligenciar unas pocas preguntas sobre hábitos, enfermedades y medicamentos. Se puede acceder desde cualquier navegador de internet buscando con el nombre FRAX y en las pestañas identificar la hoja de cálculo y el país respectivo. Una hoja de cálculo con ajustes especiales para población colombiana está disponible on-line. 

Desde el punto de vista médico, existen guías que orientan a los profesionales de la salud para realizar la búsqueda temprana de mujeres y varones con fragilidad ósea. La densitometría ósea [DEXA] de columna vertebral y de cadera permite calcular la magnitud de la pérdida de la masa ósea y llegar al diagnóstico de osteopenia (pérdida leve) Tanto osteopenia como osteoporosis deben ser tenidas en cuenta e intervenidas suficientemente, tanto por los profesionales de salud como por los mismos pacientes.

Medidas generales como la adecuada ingesta de proteínas, legumbres, frutos secos, pescado, mariscos, verduras y hortalizas son necesarias. La vitamina D y el calcio en la dieta son importantes a lo largo de la vida, con miras a prevenir las fracturas por fragilidad ósea. También se recomienda la actividad y el ejercicio físico como hábito permanente, el incremento adecuado de exposición solar y evitar el tabaco y los excesos de alcohol. En situaciones puntuales y ante riesgos por razones médicas, familiares, geográficas, étnicas o genéticas, las suplementaciones con vitamina D, calcio, otros oligoelementos y vitaminas son prescritas por los profesionales de la salud. Incluso, medicamentos que frenan la pérdida del hueso y otros que estimulan su formación están disponibles y son del manejo profesional.

El Grupo de Investigación Salud de la Mujer invita a los varones y mujeres de mediana edad, los adultos mayores y las mujeres en posmenopausia, a participar en los programas educativos y de salud que están orientados a disminuir el riesgo de caídas y a fortalecer el sistema músculo esquelético. Dichos programas tienen como fin la prevención de las fracturas por fragilidad ósea y suelen ser organizados por las instituciones prestadoras de salud, las sociedades científicas y las agremiaciones comunales o comunitarias. Lo ideal es que en estos programas participen todos los integrantes de la familia. A su vez, hacemos un llamado a todos los profesionales de la salud a incrementar la vigilancia sobre la adecuada salud del hueso, a establecer la presencia de factores de riesgo ambientales y personales, la alteración en alguno de los aparatos o sistemas orgánicos (locomotor, audición o visual), así como a promover estilos saludables de vida e identificar la fragilidad ósea mucho antes de haberse producido una fractura. 

Finalmente, también exhortamos a las sociedades de arquitectos, ingenierías y de constructores a tener presentes, entre otros aspectos, dos situaciones Primero, en conjunto con el incremento en el total de la población, la pirámide poblacional se ha modificado y se está aumentando la tasa de adultos mayores y de adultos en mediana edad. Según el último censo de población y vivienda de Colombia, en el 2005 el incremento en la cantidad de personas mayores de 65 años fue del 6,3% y en el 2018, del 9,1%. Además, se espera que para el año 2050, algo más de la mitad de la población colombiana estará sobre los cuarenta años. Segundo, que la expectativa de vida de varones y mujeres también está en aumento. En Colombia, para el año 2019, esta se calculó para varones en 74,5 años y para mujeres en 80,0 años, por tanto, se esperan cada vez más personas longevas. En coherencia, las especificaciones, accesorios, normas, diseños y elementos de construcción de las viviendas y de las edificaciones de las ciudades deben contemplar la prevención de las caídas y ajustarse a las necesidades de vida y de deambulación segura que ameritan los adultos mayores, con miras a brindar seguridad y a contribuir con la reducción en las posibilidades de fracturas por fragilidad ósea


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