Todo mundo habla de benchmarking por estos tiempos, sin embargo muy pocos entienden y aplican el concepto de manera acertada en sus organizaciones.
Digamos que en términos generales se piensa que hacer benchmarking es mirar qué está haciendo la competencia para copiar sus estrategias, así no quedarse atrás y estar “la altura” en el competido mercado comercial.
Lo realmente cierto es que con esta estrategia de gestión las organizaciones deben buscar mejorar sus propias prácticas y superar sus propios estándares, a partir de analizar otros productos, servicios, procesos y estrategias de sus mayores competidores, teniendo en cuenta las características, momentos, estados de cada organización, el mercado en el que se encuentren y sobre todo, agregando la aplicación de este análisis un alto componente de innovación para generar valor en nuestra organización.
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Es decir que por ejemplo, no se puede pretender compararse y adoptar las estrategias de una empresa que es altamente reconocida en nuestro sector, pero que se encuentra ubicada en Estados Unidos y tiene el doble de nuestros empleados, porque lógicamente los entornos y características son muy diferentes, y por ende, los resultados así lo serán. Puede que le funcione, o puede que no…
Obviamente siempre va a existir una organización como la que queremos llegar a ser... un modelo a seguir, un ideal… y eso no está mal. Sin embargo, es necesario mirar cómo ha sido todo el proceso de ésta para llegar donde está, incluso observar sus experiencias de triunfos y fracasos y pensar de manera objetiva cómo desde nuestras propias posibilidades y recursos, proyectarnos hacia ese ideal, teniendo claridad en que al ser dos sistemas diferentes no necesariamente obtendremos el mismo rendimiento. De allí que existan detractores de este instrumento de gestión tan utilizado desde los años 70.
Por ejemplo, Taiichi Ohno, uno de los precursores del sistema de producción de Toyota expresó: “los managers que estudian a otras organizaciones están mirando al lugar equivocado, todo lo que necesitas para mejorar el rendimiento y los resultados está en tu propio sistema, pero necesitas aprender a verlo”.
Posición interesante, pero discutible, ya que si bien el benchmarking al interior de las organizaciones debe ser casi que una cultura de vida, no se puede estar de espaldas al mercado, ni mucho menos, considerar que existen enemigos pequeños cuando de competencia se trata. Siempre hay algo que aprender de los demás, incluso de una microempresa de nuestro sector la cual, por ejemplo, por no contar con un volumen de clientes alto, llega a prestar un servicio mucho más personalizado y dedicado, que satisfaga de mejor forma las necesidades de sus usuarios.
Las grandes empresas del mundo aplican el benchmarking en todas sus formas de manera sistemática. Unas de una forma sana y estructurada y otras pueden llegar a caer incluso en la mediocridad y deslealtad al plagiar vilmente las ideas de los competidores e incluso incurrir en faltas éticas, por ejemplo, pagándole a los empleados de la competencia para que les “soplen” información que pueda ser beneficiosa en su toma de decisiones.
Organizaciones como Coca Cola, Pepsi, Gillete, Shick, Mac Donalds, P&G, Xerox, Nestlé, HP, Nike, Adidas, Starbucks, son ejemplos de marcas que ven en el benchmarking una poderosa herramienta de gestión que le permite a sí mismos, esforzarse por mejores productos, procesos, servicios y resultados, de lo cual nos vemos mayormente beneficiados los usuarios o clientes. Por eso no es raro ver que cada cierto tiempo, estas organizaciones lanzan nuevas estrategias publicitarias y de mercadeo cada vez más impactantes y retadoras.
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En consecuencia, podríamos decir que el mejor benchmarking es definitivamente aquel en el cual varias empresas de un mismo sector, de manera voluntaria, honesta y consciente se unen para hacer lluvia de ideas a partir de sus propias experiencias para mejorar el gremio. Aunque suene increíble, muchos sectores económicos aplican el benchmarking de colaboración para optimizar sus prácticas y son totalmente transparentes al respecto.
Si vas a hacer benchmarking
-Lo primero y más importante es ubicarte en tu contexto. No es posible compararte con la empresa líder de tu sector, sin tener en cuenta cuál fue su proceso, inversiones, productos, servicios, etc, y caer en el error de analizar sólo los resultados.
-Ten en cuenta qué proceso, área, producto, servicio, insumo, es el que deseas sujetar a comparación en tu organización.
-Instruye personas para que contigo, se dediquen a la recolección de información. Ojo, no se trata de crear un “frente de inteligencia” para extraer los datos de tu competencia, es una forma de tener varios puntos de vista sobre un mismo fenómeno.
-Establece la herramienta de recolección de datos: algunas empresas son bastante abiertas a la hora de publicar sus resultados estadísticos, e incluso, elaboran artículos y estudios con los cuales cuentan los procesos de innovación en los que han incurrido para mejorar sus resultados; otras son más cerradas y en ellas la información toca buscarla a través de la observación.
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-Sigue adelante. Debes ser muy crítico y objetivo a la hora de plasmar tus apreciaciones. Escribe todo lo que veas, sientas y experimentes.
-El benchmarking se debe realizar en uno o varios períodos, en los cuales podamos analizar los procesos en varios momentos. Es decir, no es una cuestión de unos días, debe ser un proceso constante.
-Tómalo como una simple referencia. No bases tus decisiones exclusivamente en él.
A innovar…
El reconocido Michael Porter, para algunos el padre de la administración y la competitividad, en alguna ocasión manifestó que “una compañía no tiene una estrategia sólida si realiza las mismas actividades de la competencia; pero mejoradas, en todo caso, será excelente desde el punto de vista operativo”.
Seguramente tú vendes el mismo producto o servicio de miles de empresas más. Y tal vez estás haciendo exactamente lo mismo que ellos, pero a ti no te va tan bien como aparentemente les va a ellos… Debe ser que no has innovado o te has arriesgado lo suficiente. “No esperes resultados distintos si siempre haces lo mismo”, decía sabiamente Albert Einstein. Por ende, toma esas experiencias de éxito, apersónate de ellas, digiérelas, dale tu sello personal, prueba, experimenta y evalúa.
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El benchmarking es en definitiva un método que te reta a ser mejor. A identificar tu fortaleza y a explotarla para catapultarte al éxito. Bien manejado esta herramienta te permitirá generar grandes aportes para tu empresa o tu vida profesional, dar la “milla extra” y generar valor.
El benchmarking para la vida
Este concepto es también aplicable a nuestra propia vida profesional y a nuestro día a día. Aunque siempre hemos escuchado que las comparaciones son odiosas, en lo referente a lo profesional, nos permite exigirnos más, fortalecernos, mejorar nuestras áreas de oportunidad y darle un valor agregado a lo que hacemos.
Un buen proceso de benchmarking para tu vida te permitirá trabajar a su vez en tu marketing personal o estrategias de venta de tu propia imagen, ese conjunto de valores, actitudes, gestos, acciones y expresiones que conforman nuestra esencia y hablan por nosotros.
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En mi próximo blog trataré con mayor profundidad el tema de benchmarking para la vida, y contaré con el apoyo de Luis Miguel Rubio Zuluaga, Master en Coaching y Liderazgo, con amplia experiencia en llevar a las personas a descubrir sus talentos y acompañarlos para desarrollar esas habilidades para el éxito.