Cartagena Maneja Segura, un claro ejemplo de Marketing Social


No nos digamos mentiras… todos en algún momento hemos sido imprudentes en la vía. Como conductores o como peatones hemos cometido faltas que no solamente podrían llegar a afectar nuestra propia vida y seguridad, sino la de los demás.

Soy de las que hasta hace poco aceleraba cuando veía el semáforo en naranja, no usaba el cinturón de seguridad para recorrer distancias cortas y una que otra vez chateaba en el cambio de un semáforo o mandaba las populares notas de voz de whatsapp para sentirme menos culpable… pero desde que me encuentro dirigiendo la campaña Cartagena Maneja Segura, me he puesto la camiseta negra de la seguridad vial, y me encuentro dando el ejemplo… prueba de que nunca es tarde para ser consciente de un comportamiento que es necesario erradicar de nuestro diario vivir.

Tratar de cambiar o incidir en el comportamiento de un grupo de personas con el fin de ayudarles a mejorar su propia vida e impactar en la sociedad, también es una forma de marketing y se llama marketing social, un concepto que fue acuñado por primera vez en 1971 por los reconocidos estudiosos Philip Kotler y Gerald Zaltman.

Lo anterior quiere decir que no solamente el marketing está direccionado al intercambio comercial y la satisfacción de consumidores con productos y servicios innovadores, sino también al impacto o cambio social ligado al comportamiento de las personas que conforman una sociedad, con el fin de hacer de este mundo, un lugar mejor.

En otras palabras, no estamos hablando de que el mercadeo solo es generado por empresas que están en constante búsqueda de estrategias de comercialización de sus productos y por ejemplo, publican comerciales de mujeres bien buenas bailando en una erótica playa, perdón, exótica playa, mientras sonríen y simulan tomarse un buche de cerveza, con el fin de trabajar la mente del público masculino; sino de que también fundaciones y otro tipo de organismos deben generar campañas que permitan a los ciudadanos conocer las consecuencias que el consumo constante de alcohol, puede traer para el organismo.

Y es que en una cultura caribe como la nuestra en la que comportamientos negativos son aceptados porque “ajá” y donde si eres correcto eres aburrido o “fulero”, es difícil crear conciencia sobre un mal hábito. En Cartagena no es extraño ver mamás poniendo a sus niños a orinar en las calles del centro por la pereza de caminar hacia un baño, o a un grupo de niños celebrando la hazaña de uno de ellos al embolatar el cachaco de la tienda de la esquina con el vuelto.

Y no. No estoy diciendo que es imposible. Sino que el marketing social requiere de un esfuerzo constante, de un trabajo titánico que puede ser liderado por entidades de todo tipo: privadas, públicas, organismos no gubernamentales, etc, cuyo interés parta de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos al trabajar en la modificación de comportamientos, actitudes y creencias, que pueden resultar perjudiciales para un grupo social.

Desde principios del mes de noviembre la campaña de seguridad vial Cartagena Maneja Segura, del Departamento Administrativo de Tránsito y Transporte, la Alcaldía Mayor de Cartagena y Fundasune está impactando en la ciudad con diversas estrategias de comunicación a través de las cuales se busca disminuir los índices de accidentalidad en 3 de los causantes de mayor número de accidentes de tránsito: el no uso del cinturón de seguridad, la manipulación de celulares durante la conducción, y el manejar bajo efectos del alcohol.

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El equipo de Cartagena Maneja Segura durante un evento de las Fiestas de Independencia.

Sin lugar a dudas Cartagena Maneja Segura busca ser un referente para el cambio social, destacándose por ser una campaña incluyente, de la que todos los cartageneros pueden formar parte con sus conceptos, ideas y mensajes, que giren en torno a la desacreditación de los 3 malos comportamientos al volante que se están atacando. Un grupo de jóvenes pilosos, activos y “entrones” se está moviendo por diversos escenarios de la ciudad para interactuar con la gente y justamente generar esa comunicación de doble vía que nos permita enriquecer la campaña.

Teniendo en cuenta que la educación vial es la estrategia de intervención más importante para generar una verdadera cultura ciudadana que permita promover en el individuo un comportamiento seguro en las vías para evitar accidentes de tránsito, buscamos a través de dos personajes totalmente antagónicos, mostrar los comportamientos aceptados y los señalados en las vías, para de esta forma llegarle a los cartageneros y turistas, de una manera agradable y divertida.

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Hasta turistas internacionales se han unido a la campaña. El objetivo: Tener una retroalimentación que nos permita afinar procesos de comunicación.

Beto es el ciudadano ejemplar, precavido y cuidadoso al conducir, que usa el cinturón de seguridad porque le gusta sentirse seguro y protegido. Respeta disciplinadamente las normas de tránsito.

Guillo en cambio es un personaje imprudente e irrespetuoso. No usa el cinturón de seguridad porque le incomoda y le gusta beberse unas 3 cervecitas después del trabajo los viernes y después conducir hasta llegar a casa.

Beto y Guillo personifican los comportamientos que VAN y los que NO VAN, como una forma de crear empatía con los ciudadanos y generar ese acercamiento jocoso con los comportamientos que suelen adoptar en materia de seguridad vial.

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Tal como sospechamos y apoyados bajo el denominado “efecto espejo” con el cual las personas se ven reflejados en los defectos del otro, los cartageneros se han identificado más con Guillo el irresponsable, y se molestan los unos a otros cuando les presentamos la campaña y a los personajes. Entonces el acto a seguir es mostrar las consecuencias que un comportamiento como el de Guillo el chabacán puede traerles para sus vidas, y lo peor, a las de sus familiares y amigos cercanos quienes también serían víctimas de sus imprudencias.

Usted decide qué personaje adoptar al conducir. Si ser Beto y llegar a su casa tranquilo con la satisfacción del deber cumplido y encontrarse con su familia, o si ser como Guillo y un día de estos no estar para echar el cuento.


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